Jorge, si bien comparto tus argumentos, también es cierto que hoy en día la practicidad de un reloj mecánico es bastante cuestionable. Un Casio Solar y radiocontrolado es más preciso y posiblemente fiable que cualquier automático. Expones causas de rotura como una tormenta solar, pero creo que antes de que eso ocurra, es bastante más probable que nuestro automático deba pasar por revisión y no haya sido expuesto a un uso muy radical, como al que si someterías sin ningún tipo de miramiento al Casio.
Vamos, resumiendo, que me encantaría tener un Tourbillon, pero no será por su fiabilidad, o su precisión, si no por la historia que hay detrás, las horas de trabajo, la manufactura, etc...
Guser… Hola..
Ya he dicho que, en mi opinión, el futuro en relojería está en la electrónica.
Pero, hoy por hoy, más que las tormentas solares (que no hay que descartar) me preocupa que la batería se muera, estando yo en lugar donde no pueda reponerla y, si puedo reponerla, que no pueda garantizar la estanqueidad del reloj.
Además y por ahora, lo del radiocontrol no funciona bien en muchos lugares, incluso de Europa.
Te cuento que yo comparo a un reloj mecánico con un auto de los de antes, sin tanta computadora ni tanta electrónica, en los que los pocos componentes eléctricos que podían fallar (el encendido, por ejemplo) te avisaban con mucha anticipación de esos problemas con una baja del rendimiento que era claramente perceptible y que, con un poco de maña, podías solucionar en la mayoría de los casos.
Estos autos rara vez te dejaban tirado en medio de la Patagonia o de la Pampa Argentina y su reparación (si no tenías conocimientos de mecánica) la podía hacer cualquier taller de pueblo.
De manera parecida, un reloj mecánico de mediana o buena calidad comienza a avisarte que necesita un service mucho antes de que deje de funcionar y a la mayoría de ellos (si no son relojes con complicaciones inútiles) te los puede reparar cualquier relojero que no sea un cambiapilas y que ame un poco su oficio.
Mientras que los autos de hoy (comparables a un reloj de cuarzo) si no tienes una computadora para correrle el diagnóstico, estás frito ya que no hay manera de repararlo.
Es por ello que, por ahora, sigo prefiriendo un reloj mecánico (y hasta acepto un automático) a un reloj electrónico.
También entiendo y respeto que te guste un tourbillón…
Pero, salvo excepciones, las empresas relojeras que hoy hacen tourbillones no tienen una historia continua de hacer tourbillones (que hace muchos años ya habían pasado al olvido) sino que comenzaron a hacerlos cuando fueron comprados por grandes conglomerados empresarios que querían posicionar a esas marcas haciendo cosas “diferentes” y “llamativas” como los tourbillones y exhibiendo sus tripas en el dial (EMMO) con bastante mal gusto.
Tampoco las horas de trabajo de un tourbillón actual (desde su cálculo y diseño hasta su ejecución concreta) tienen nada que ver con las horas de trabajo del tourbillón de Breguet cuya precariedad de medios no era comparable al Diseño Asistido por Computadora que hoy tiene cualquier diseñador de relojes ni con las fresas y tornos de control numérico que hoy usa la mayoría de los fabricantes de movimientos para hacer sus platinas, sus puentes y sus engranajes.
Por otra parte, lo de la manufactura es también parte del “verso” de unas cuantas firmas relojeras que hacen pasar a “ebauches” ajenos por la “pila baustimal” de la firma y creen que así sanearon una situación anómala
Como ejemplo de lo que digo te propongo analizar la historia de una firma superprestigiosa,
Jaeger-LeCoultre, que (si no estoy equivocado) no hizo un tourbillón hasta el año 2004 mientras que, en todos los años de su historia (previa a la adquisición por parte del mega grupo financiero Richemont) había hecho relojes de todo tipo y que, para la época, constituían sin duda un verdadero desafío tecnológico y un avance en las técnicas relojeras.
Para hacerla corta aquí va una síntesis de la historia de JLC.
De 1860 a 1900, la Manufactura creó más de 350 calibres diferentes! La mitad de ellos incluían complicaciones: 99 repetidores diferentes, de los cuales 66 eran repetidores de minutos, 128 cronógrafos, y 33 calibres que combinaban un cronógrafo y un repetidor. Y a partir de la década de 1890, la Manufactura comenzó a fabricar sus propias grandes complicaciones, que comprendían las tres grandes complicaciones relojeras: el calendario perpetuo, el cronógrafo y el repetidor de minutos.
Convertida en Jaeger-LeCoultre en el umbral del siglo XX, a raíz de un encuentro entre el relojero naval Parisino Edmond Jaeger y el nieto del fundador, Jacques-David LeCoultre, que aporto sus pioneras piezas de vanguardia: el reloj más delgado del mundo, equipado con el calibre LeCoultre 145 (1.38mm de grosor), el reloj Duoplan (1925), el calibre 101, el movimiento mecánico más pequeño producido nunca (1929), el Atmos perpetual pendulum (1931)
(Aclaremos que el ATMOS no es un invento de JLC sino una patente ajena comprada en 1la década del 30), el Reverso, que no necesita presentación (1931), el reloj de cuerda automática con alarma Memovox (1956), el primer reloj de buceo automático con alarma, el Memovox Deep Sea (1959), la línea Master Control, que se somete a 1.000 horas de las pruebas más rigurosas (1992) ...
Este flujo ininterrumpido de hitos en la relojería incluso se ha acelerado desde el comienzo del siglo XXI: a día de hoy, se han producido desde el año 2000 más de 75 nuevos calibres y se han registrado más de 80 nuevas patentes: grandes complicaciones, tourbillons, repetidores de minutos, cronógrafos, calendarios perpetuos, 15 días de reserva de marcha, los primeros calibres libres de lubricantes, etc. Relojes ultra-complicados, creaciones de alta joyería, así como muchas referencias diferentes de la gran relojería del siglo XXI, como el Atmos Mystérieuse (2003),
el Gyrotourbillon 1 (2004), el Reverso grande complication à triptyque (2006), el Master Compressor Extreme Lab 1 (2007), el
Reverso Gyrotourbillon 2 (2008), el Duomètre à Grande Sonnerie (2009), el Master Grande Tradition Grande Complication (2010), el Reverso Répétition Minutes à Rideau (2011), o el
Duomètre Sphérotourbillon (2012).
Vamos… que no hay nada de historia detrás de los actuales tourbillones y girotourbillones de JLC (apenas una historia de unos 10 años) y si te fijas en las grandes marcas relojeras la mayoría tienen un discreto desarrollo similar hasta que la crisis del cuarzo las puso de rodillas y, en su mayoría, fueron adquiridas por grupos empresarios preocupados por fardar pero no por perfeccionar la medición del tiempo y por ello
padecen la moderna enfermedad de la “tourbillonitis”.
Un saludo
Jorge Aldao