Klute
Forer@ Senior
Sin verificar
En mi primera intervención, permitidme contaros la historia del reloj de mi padre que por extensión es suya.
Mi padre fue marinero y patrón, ahora disfruta del merecido descanso de la jubilación activa.
Se compró su primer y único reloj (no ha necesitado otro, es todo un ejemplo de pragmatismo) a los 17 años en Gran Canarias. Mi abuelo en el primer viaje le recomendó que se comprara un buen reloj y él se gastó todo lo que ganó en dos mareas (marea: salida de varios meses en la pesca de altura) en comprarse un Rolex.
Desde que tengo uso de memoria lo recuerdo en su muñeca. A pasado por tantas diabluras y trabajo duro que si os lo contara seguro que se os pondrían los pelos como escarpias, pero un pulido, una revisión y ahí está.
Salvo las revisiones sólo ha pasado un mes fuera de su muñeca. Mi padre lo perdió hace 18 años calando unas redes para coger langostas en pesca de bajura en mar de más de 50 brazas, fue un gran disgusto. Las redes se perdieron por el mal tiempo y algún hijo de puta envidioso que cortó las maromas de las boyas. Mi padre las daba por pedidas, cuando en una salida para su sorpresa encontró algunas piezas de la red y cosa que le dejó totalmente boquiabierto, enganchado en la malla estaba su reloj. Se lo colocó y lo puso en hora.
Es una historia real y romántica que ilustra porque para mi padre sólo hay una casa de relojes.
Yo no tengo ese maniqueismo (es oir el mecanismo de un automático y ya suspiro), pero no tendré un Rolex (y mira que me gustan) hasta que no herede el suyo.
Mi padre fue marinero y patrón, ahora disfruta del merecido descanso de la jubilación activa.
Se compró su primer y único reloj (no ha necesitado otro, es todo un ejemplo de pragmatismo) a los 17 años en Gran Canarias. Mi abuelo en el primer viaje le recomendó que se comprara un buen reloj y él se gastó todo lo que ganó en dos mareas (marea: salida de varios meses en la pesca de altura) en comprarse un Rolex.
Desde que tengo uso de memoria lo recuerdo en su muñeca. A pasado por tantas diabluras y trabajo duro que si os lo contara seguro que se os pondrían los pelos como escarpias, pero un pulido, una revisión y ahí está.
Salvo las revisiones sólo ha pasado un mes fuera de su muñeca. Mi padre lo perdió hace 18 años calando unas redes para coger langostas en pesca de bajura en mar de más de 50 brazas, fue un gran disgusto. Las redes se perdieron por el mal tiempo y algún hijo de puta envidioso que cortó las maromas de las boyas. Mi padre las daba por pedidas, cuando en una salida para su sorpresa encontró algunas piezas de la red y cosa que le dejó totalmente boquiabierto, enganchado en la malla estaba su reloj. Se lo colocó y lo puso en hora.
Es una historia real y romántica que ilustra porque para mi padre sólo hay una casa de relojes.
Yo no tengo ese maniqueismo (es oir el mecanismo de un automático y ya suspiro), pero no tendré un Rolex (y mira que me gustan) hasta que no herede el suyo.