Pues sabiendo que no sirve para nada, pero como quita de en medio el problema del precio, lo de sobrevalorado o lo de nuevo rico, me atrevo a poner mi experiencia reciente, que tengo que adelantar se basa mucho en la subjetividad de mis gustos. Entiendo que como las de todos los demás.
A finales del año pasado decidí darme una alegría sin precio, más bien sin importar el mismo. Solo había una condición, el elegido debería soportar baños y lo que fuera, no buscaba relojería especialmente delicada. Pues bien, descarté AP porque se va a unas nubes en las que se han subido desde no recuerdo cuándo, yo al que le apasionaba cualquier RO, y gracias (o desgracias) a tanto futbolista, jugador de baloncesto o piloto de fórmula 1 llevar ahora uno es el cante padre, te mira cualquiera y llevas un reloj de gran calidad pero que al menos a mí verlo en todos los carteles y apariciones de estrellas del deporte me llega a desencantar. Así que lo pospuse para otra ocasión ¿o tal vez descarté la marca? no lo sé.
Así que comencé mi búsqueda por el Fifty Fathoms, una belleza con algún pero estético para mí, por supuesto el Submariner date, Seamaster Planet Ocean, incluso se colaron muchos no divers entre los más curiosos por lo diferente el Cartier cronógrafo 1904. Al final después de probarte tanta disparidad casi acabas hecho un lío, lo que dicen otros que tanto cambié de peluca a la señora que ya me gustaban todas. Y finalmente me decidí en la boutique de Rolex, probándome el Submariner esfera negra, puesto, quitado. El público a mi alrededor variopinto competía porque algún vendedor hiciera gala a su nombre y se dignara intentar vender un reloj esa mañana, hasta miré un Daytona, momento en que pensé que ya daba palos de ciego.
Me despedí del vendedor al que incluso le costó trabajo darme su tarjeta (sigo siendo incapaz de hacer perder el tiempo a una persona y si luego cierro la compra que lo haga otro compañero), tampoco me prometía tener mi reloj de inmediato (todos los de las demás marcas se desvivían por cerrar una compra "en caliente") y reflexioné sobre el movimiento que montaba el Sub, su tapa ciega tan ¿hermética?, ... de veras sólo le hubiera tomado como fijo la corona, el nuevo cierre de carraca y... y no se me ocurría mucho más. Saqué el teléfono y llamé a mi vendedor "de toda la vida" y le encargué el Omega Planet Ocean, sin dudar más y a día de hoy no me arrepiento.
Certezas son que sigo sin cruzarme ningún otro por la calle (a lo mejor no hay tantos no puedo), los Rolex parece que se apretujan conmigo en el ascensor (donde trabajo hay dinero), sigo siendo rara avis, ¿de veras pensarán que soy quiero y no puedo? De veras que fue no quiero y no quiero, sin discutir las virtudes de ese modelo y de la marca que en realidad las atesora, pero obviando el valor "venal" de la compra y el ostentar un tesoro de codicia pública la satisfacción que te aporta otro reloj es innegable. A veces veo el FF y pienso que pudo ser él, pero en Rolex no he vuelto a pensar.
Me parece excepcional el marquismo como afición e incluso el coleccionismo teñido de marquismo, pero creo que desde el día que te puedes poner un polo que no sea Lacoste ya estás suficientemente curado de esos lucimientos. Pasar esas necesidades psicológico-materiales a la relojería me parece un delito de lesa humanidad.
Disculpadme de antemano al que le ofenda mi opinión, al que le insulte mi ignorancia o al que le agreda mi comentario sobre todo si lo han leído entero.