Puedes estar seguro de eso.
A poco que uno conozca la historia de la marca desde sus orígenes se dará cuenta de que es un final de ciclo casi calculado. Tanto Peter como Aletta Stas son -además de matrimonio- dos auténticos fenómenos del marketing. Se conocieron en Hong Kong como expatriados de dos mega-compañías holandesas, ING y Phillips. Allí entraron en contacto con la subindustria relojera china de bajo coste, compraron una partida de 1000 relojes baratos-baratos y se presentaron a una de tantas ferias que se celebran en la zona. Después de un par de intentos lograron no sólo colocar toda la producción sino un pedido importante. De ahí a dejar sus empleos y decidir establecerse en Suiza no hubo mucho.
En 1988 crearon la marca desde cero, y hasta el nombre fue cuidadosamente escogido: Frederique es un nombre de pila ambiguo que puede ser tanto masculino como femenino, y el apellido Constant evoca cierta historia de permanencia. Se sacaron de la manga el invento de mostrar el volante a través de la esfera, que es el primer paso para lograr relojes aparentes porque en esa época era fácil confundirlos con tourbillones (ya sabeis, "relojes caros"; hablamos de hace 25 años). Su desgracia fue no patentar esa característica, porque realmente rompieron la pana con ella. Tanto, que al año muchos fabricantes de gama media y baja les estaban imitando. Como ejecutivos que son se han pasado estos 25 años viajando constantemente por el mundo para posicionar su marca, y yo mismo les vi el año pasado partir simultáneamente desde Ginebra, uno hacia Asia y el otro hacia América para presentar el Horological Smartwach al mismo tiempo después de haberlo hecho precisamente en el evento al que asistí. Fue a Peter Stas a quien oí la frase "nuestro smartwatch viene a comerse los relojes de cuarzo que sólo dan la hora" Era febrero de 2015. TAG -Heuer todavía no había anunciado su alianza con Intel y Google y ellos ya habían presentado uno con batería para dos años. Otra de sus estrategias ha sido copiar con más o menos descaro modelos clásicos de Patek Philippe, y hay varios ejemplos. No es exactamente marketing de guerrilla, pero es que estamos ante dos expertos de primera división.
Estoy convencido de que aman lo que hacen, pero al mismo tiempo tienen la cabeza muy bien puesta sobre los hombros, y lo demuestra que que sean (o mejor dicho, que sigan siendo) matrimonio además de un equipo de negocios letal.
Esa claridad de ideas es -creo- la que les ha hecho tomar la decisión de traspasar su pequeño imperio antes de que empiece a perder valor tal como está el mercado. Y no me extrañaría nada que la jugada de presentar ese calendario perpetuo low cost tuviera mucho que ver con esta noticia de venta. No tanto por el inaudito bajo precio sino porque se hable de ellos. Y eso, en una feria (Baselworld) donde hay cientos cuando no miles de expositores no es un mérito pequeño.