Hay un hecho histórico poco conocido por los aficionados a la relojería.
El relato de la conocida como "crisis del cuarzo" ha pasado al subconsciente colectivo, en especial al de algunos, como una fábula en la que unos japoneses mu listos sacaron una nueva teconología superior que los suizos fueron incapaces de implementar y por lo tanto los antaño fiables y superiores relojes suizos dejaron de venderse de la noche a la mañana, llevándose por delante gran parte de la industria relojera suiza.
Esta historia, además de poco exacta (los suizos tuvieron cero problemas en hacer desde el principio y antes relojes de cuarzo tan buenos o mejores que los japoneses, aunque esto da para muchas discusiones) obvia el hecho más importante que tuvo lugar durante la primera mitad de los 70 y toda la década en general: la terrible revaluación del CHF por las turbulencias derivadas de la crisis económico-energética de los 70 que fue lo que se llevó por delante la industria relojera (evidentemente acentuada por la reducción de precios que conllevó la tecnología de cuarzo)
Los suizos tienen desde entonces dos cosas grabadas a fuego en la cabeza: que tienen que basar su industria en el lujo y la tradición (para ser menos vulnerables a lo low cost) y que tienen que ser capaces, sobre todo en las gamas medias y bajas, de tener flexibilidad de costes y que la enésima revaluación de su divisa (de las más fuertes del mundo) no se les lleve por delante.
Este segundo elemento explica que, junto a la obsesión por la excelencia y el verdadero "swiss made" de las gamas altas (que suelen proclamar inequívocamente ser 100% suizas, que es lo que debemos buscar los que nos interese este tema) coexista el cachondeo actual del "Swiss made" oficial, en que dejas en manos de una variante empresarial interna (no financiera, no auditada por un tercero, no certificada por nadie que no sea el propio fabricante), como son los costes de producción el obtener el sello swiss made. Pero es que es lo que hay: las gamas medias y bajas siguen siendo un pastel demasiado grande de la relojería suiza (echémosle tranquilamente que el 40% de la facturación de marcas suizas correspondería a relojes de PVP inferior a 2000 euros) como para no cuidarlo y protegerlo.