Goldoff
Administrador de RE
Tripulación
Verificad@ con 2FA
El pasado 8 de noviembre, y gracias a la invitación de un compañero forero que está montando una asociación gastro-relojera (no vilobi inside, sorry ) tuve ocasión de asistir a la presentación de esta marca en la joyería Tomás Colomer de Barcelona. Fue una presentación íntima y espectacular a la vez. Íntima -si se me permite la expresión- porque éramos muy poquitos los presentes, y espectacular porque las piezas que la marca había traído para la ocasión era artillería pesada. Tan pesada, que uno de los relojes que vimos -La Esmeralda- se alzaba con el premio al mejor tourbillon en
que se celebraban una semana después, todo un privilegio.
Girard Perregaux existe como marca desde 1856, dos años después del matrimonio entre Constant Girard, propietario de una importante manufactura relojera, y Marie Perregaux, hija de un reconcido fabricante de cronómetros. Su nieto Constant Girard-Gallet compró en 1906 la empresa fundada en 1791 por otro eminente relojero, Jean-François Bautte, lo que por arte de la fusión -y el marketing- hace que Girard Perregaux cuente en estos momentos con 225 años... Sigue en La-Chaux-de-Fonds, cuna de relojería suiza y ciudad que debe su actual configuración a estrictos cánones relojeros en términos de aprovechamiento solar (después de un gran incendio que la devastó en 1794), pero esa es una historia que contaré otro día. Hoy teníamos con nosotros al director de marketing, y a Ángel Iborra, responsable de Girard-Perregaux para España y Portugal, que nos iba a explicar por qué Girard Perregaux es una manufactura de Alta Relojería: además de las complicaciones relojeras, una característica inseparable es el trabajo manual que comporta cualquiera de sus acabados, y hoy íbamos a comprobar en directo que no es fácil lograr ese nivel.
Para empezar, un kit relojero digno de un profesional: desde pinzas con punta de madera para no marcar las piezas hasta un cristal con papel de esmeril donde trabajar. Justo encima de la navaja -suiza - el objeto de nuestras torturas: un puente como los que sujetan elementos en su famoso "tres puentes"que tendríamos que pulir a espejo para que pudiera formar pareja con el que ya montaba el otro gemelo preparado para nosotros.
El primer paso es frotar -con los dedos enfundados en goma- el puente contra ese papel de esmeril verde pegado al cristal. Tantas veces en un sentido como en otro (circular derecha-izquierda, lo mismo arriba-abajo). Decepcionante si tenemos en cuenta que la tarea requiere varias horas para conseguir un resultado ni que sea visible, no digo ya aceptable...
Para colmo, la cosa no termina ahí. Luego hay que darle la vuelta al cristal y seguir puliendo con ayuda de esa pasta verde oscuro y una barrita de madera muy blanda...
¿Dije blanda? Casi la desintegro. Por cierto, la navaja sirvió para sacar punta a la barrita. Os voy a ahorrar las imágenes.
Desde luego, no hay como experimentar en persona para hacerse una idea cabal de la dificultad de los trabajos que desconocemos o directamente ignoramos. Pulir es un arte.
Después de la experiencia y para quitarnos esa sensación de inútiles que se nos quedó, los responsables de GP dieron paso a la segunda parte, y a fe que lo consiguieron. Para empezar, el tourbillon bajo tres puentes de oro, llamado "La Esmeralda" en recuerdo al reloj que en la Exposición Universal de 1889 ganó la medalla de oro y que dio origen a lo que se viene conociendo como ADN de la marca, esos tres puentes que Constant Girard patentó poco después.
Con un precio de casi 200.000 euros, se diría que es un reloj para la galería, de esos que se fabrican más como "talking piece" (para que se hable de él) que para vender... a la fecha del reportaje se habían vendido ya cuatro, y este era el último de ellos.
La trasera no queda atrás. Es de esos relojes que te genera dudas acerca de por qué lado ponértelo... El barrilete está situado en el puente de las doce, y se conecta al tourbillon (puente a las seis) mediante una gran rueda en el puente del medio.
Un pequeño video:
Pero había más invitados
Desde la versión 1945 rectangular del tres puentes
... hasta el Escape Constante con seis días de reserva de marcha. Se llama así porque el volante recibe siempre la misma cantidad de energía independientemente de la que quede almacenada en los dos barriletes, y lo consigue mediante una especie de muelle intermedio (ese óvalo de color gris azulado) que la estabiliza. Una idea ingeniosa, pero que requiere un espacio considerable para alojarla. Eso sí, bonito lo es un rato...
También vimos una versión minimalista del Tres Puentes.
Lo llamo minimalista porque tiene menos decoración y lleva dos en lugar de tres puentes, pero por lo demás sigue siendo Alta Relojería: caja de tantalio (pesa como si fuera de platino, y no es pequeño) y tourbillon bi-axial, que te hipnotiza...
Aunque para los más modernos -y con la misma holgura de cartera- también hay Tres Puentes tradicional "aggiornato", el Neo:
Por haber, dominan toda la panoplia de complicaciones, técnicas o manuales. Desde el calendario anual con ecuación del tiempo y sonería
hasta el esqueletizado
Como cosa más terrenal vimos la re-edición del Laureato, limitada a pocas unidades... de las que se vendió una a raíz de esta presentación
¿Con cuál te quedas tú?
Gracias a Tomás Colomer por su hospitalidad, pero sobre todo gracias a Óscar y los socios de la Boqueria por invitarme. Lo pasé genial.
Girard Perregaux existe como marca desde 1856, dos años después del matrimonio entre Constant Girard, propietario de una importante manufactura relojera, y Marie Perregaux, hija de un reconcido fabricante de cronómetros. Su nieto Constant Girard-Gallet compró en 1906 la empresa fundada en 1791 por otro eminente relojero, Jean-François Bautte, lo que por arte de la fusión -y el marketing- hace que Girard Perregaux cuente en estos momentos con 225 años... Sigue en La-Chaux-de-Fonds, cuna de relojería suiza y ciudad que debe su actual configuración a estrictos cánones relojeros en términos de aprovechamiento solar (después de un gran incendio que la devastó en 1794), pero esa es una historia que contaré otro día. Hoy teníamos con nosotros al director de marketing, y a Ángel Iborra, responsable de Girard-Perregaux para España y Portugal, que nos iba a explicar por qué Girard Perregaux es una manufactura de Alta Relojería: además de las complicaciones relojeras, una característica inseparable es el trabajo manual que comporta cualquiera de sus acabados, y hoy íbamos a comprobar en directo que no es fácil lograr ese nivel.
Para empezar, un kit relojero digno de un profesional: desde pinzas con punta de madera para no marcar las piezas hasta un cristal con papel de esmeril donde trabajar. Justo encima de la navaja -suiza - el objeto de nuestras torturas: un puente como los que sujetan elementos en su famoso "tres puentes"que tendríamos que pulir a espejo para que pudiera formar pareja con el que ya montaba el otro gemelo preparado para nosotros.
El primer paso es frotar -con los dedos enfundados en goma- el puente contra ese papel de esmeril verde pegado al cristal. Tantas veces en un sentido como en otro (circular derecha-izquierda, lo mismo arriba-abajo). Decepcionante si tenemos en cuenta que la tarea requiere varias horas para conseguir un resultado ni que sea visible, no digo ya aceptable...
Para colmo, la cosa no termina ahí. Luego hay que darle la vuelta al cristal y seguir puliendo con ayuda de esa pasta verde oscuro y una barrita de madera muy blanda...
¿Dije blanda? Casi la desintegro. Por cierto, la navaja sirvió para sacar punta a la barrita. Os voy a ahorrar las imágenes.
Desde luego, no hay como experimentar en persona para hacerse una idea cabal de la dificultad de los trabajos que desconocemos o directamente ignoramos. Pulir es un arte.
Después de la experiencia y para quitarnos esa sensación de inútiles que se nos quedó, los responsables de GP dieron paso a la segunda parte, y a fe que lo consiguieron. Para empezar, el tourbillon bajo tres puentes de oro, llamado "La Esmeralda" en recuerdo al reloj que en la Exposición Universal de 1889 ganó la medalla de oro y que dio origen a lo que se viene conociendo como ADN de la marca, esos tres puentes que Constant Girard patentó poco después.
Con un precio de casi 200.000 euros, se diría que es un reloj para la galería, de esos que se fabrican más como "talking piece" (para que se hable de él) que para vender... a la fecha del reportaje se habían vendido ya cuatro, y este era el último de ellos.
La trasera no queda atrás. Es de esos relojes que te genera dudas acerca de por qué lado ponértelo... El barrilete está situado en el puente de las doce, y se conecta al tourbillon (puente a las seis) mediante una gran rueda en el puente del medio.
Un pequeño video:
Pero había más invitados
Desde la versión 1945 rectangular del tres puentes
... hasta el Escape Constante con seis días de reserva de marcha. Se llama así porque el volante recibe siempre la misma cantidad de energía independientemente de la que quede almacenada en los dos barriletes, y lo consigue mediante una especie de muelle intermedio (ese óvalo de color gris azulado) que la estabiliza. Una idea ingeniosa, pero que requiere un espacio considerable para alojarla. Eso sí, bonito lo es un rato...
También vimos una versión minimalista del Tres Puentes.
Lo llamo minimalista porque tiene menos decoración y lleva dos en lugar de tres puentes, pero por lo demás sigue siendo Alta Relojería: caja de tantalio (pesa como si fuera de platino, y no es pequeño) y tourbillon bi-axial, que te hipnotiza...
Aunque para los más modernos -y con la misma holgura de cartera- también hay Tres Puentes tradicional "aggiornato", el Neo:
Por haber, dominan toda la panoplia de complicaciones, técnicas o manuales. Desde el calendario anual con ecuación del tiempo y sonería
hasta el esqueletizado
Como cosa más terrenal vimos la re-edición del Laureato, limitada a pocas unidades... de las que se vendió una a raíz de esta presentación
¿Con cuál te quedas tú?
Gracias a Tomás Colomer por su hospitalidad, pero sobre todo gracias a Óscar y los socios de la Boqueria por invitarme. Lo pasé genial.
Última edición: