McQueen fue un buen piloto, y como dices, a veces un tanto temerario. Y esta es una buena prueba de su voluntad de correr a toda costa: diez días antes de celebrarse las 12 Horas de Sebring de 1970 (ojo, que hablamos de una carrera muy exigente, válida en aquellos tiempos para el Mundial de Sport-Prototipos), McQueen se estrelló con su moto Husqvarna 400 mientras participaba en las 100 Millas del Lago Elsinore, una prueba off-road. Pese a ello, retomó su montura y logró terminar sexto de... 500 pilotos!!
Al terminar se dirigió al hospital y allí le dieron un diagnóstico pésimo: 6 fracturas y en consecuencia seis semanas de reposo absoluto. Evidentemente la recomendación le entró por un oído y le salió por el otro, de modo que a los diez días estaba en el circuito de Sebring, listo para correr junto al gran piloto Peter Revson a los mandos de un Porsche 908/2 Flunder que ya estaba un poco obsoleto para luchar contra los equipos oficiales de Porsche y Ferrari. El pillo de McQueen iba enyesado, pero se había pintado la escayola como si fuera un botín de los que llevaban entonces los pilotos, una artimaña que fue rápidamente advertida por los comisarios. Pero eran los '70, era USA... y era McQueen, así que le dejaron correr.
Y lo mejor de todo es que, a pesar del inmenso dolor que tuvo que soportar en sus relevos, estuvo a punto de ganar, quedando finalmente en un segundo puesto absoluto que nadie podía imaginar antes de la carrera.
Tipos así ya no existen...
(En la foto se puede ver cómo, a media carrera, recubrieron la escayola con cinta americana puesto que el calor del habitáculo fundió la pintura con que había intentado ocultar lo obvio y resbalaba...)
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