A mi me han gustado los relojes desde casi siempre, de una manera casi instintiva y, en primer lugar, como objeto "estético"; pero, la pieza que me hizo amar a los relojes como "algo más", fué uno que "heredé" siendo sólo un niño y que me dejó pasmado, porque le descubrí las tripas.
Fué este reloj de bolsillo, un INVAR de hace más o menos un siglo,... y que sigue funcionando.