Buenas,
Hoy os propongo dar un paseo, un paseo por la historia de los cronógrafos, sin prisas, sin agobios. Para ello os sugiero que os pongáis cómodos, y que os relajéis, y ¡claro! para tal menester no debe faltar una buena pieza de música, y sobre todo un buen trago.
A continuación, os voy a presentar una serie de piezas que por una razón u otra considero deben ser dignas de mención. Sé que faltan modelos de calado importante como el "primer" crono manual de muñeca (Longines 13 CH) o el robusto Lemania 5100 (capaz de aguantar 7G, al carecer de rueda intermedia en la puesta en marcha del crono). ¿Quizás lleguen un día?, o no ¿quién sabe?
La historia de los cronógrafos de cuerda manual se sustenta bajo el pilar de tres compañías: Valjoux, Lemania y Venus. Las tres competían entre sí por sacar la pieza con las características técnicas más avanzadas.
Nuestro recorrido empieza por el Valjoux 22. Producido a mediados de 1910 hasta mediados de los 70. Fue el padre de toda una saga de movimientos icónicos, a resaltar el Valjoux 72, elegido por Rolex para dar vida a quizás el cronógrafo más icónico de la historia: El Daytona.
También sería el elegido en el olimpo de la “Alta Relojería”. Así marcas como Vacheron Constantin o Breguet lo utilizarían como ebauche en sus piezas.
La pieza que os traigo a continuación data de año 55, y la compré NOS recientemente.
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Siguiendo con nuestro viaje, nos encontramos con la infravalorada Venus, y quizás con su calibre más icónico: Venus 175.
Producido a principios de los años 40, y concluyendo también a comienzos de los 60, fue considerado un movimiento de alta gama. Utilizado por marcas de reconocido prestigio como Breitling o Heuer.
Serían fáciles de identificar debido a la elección por parte de la compañía de dotar de 7 pilares en lugar de 9 -opción escogida por Valjoux y Lemania- a la rueda de pilares. Ello lo dotaría de una tremenda robustez y confiabilidad.
El ejemplo que os traigo a continuación es del 45, dotado de uno de los primeros 175 que se hicieron.
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Continuando con nuestro periplo, llegamos al que para mí, es el calibre cronográfico más importante de la historia: Lemania 2310/CH27.
Producido de principios de los 40 a finales de los 60. Cabe destacar que renombrado como Omega 321 sería el elegido y certificado por la NASA tras pasar duras pruebas para su uso en el espacio.
Por si esto fuera poco, ha sido utilizado por lo más reconocido y popular de la “Alta Relojería”. Así, VC, Breguet, AP o Patek lo escogerían para equipar sus cronógrafos.
¡Ah! Si Omega no hubiera pensado que sería un fracaso, podría haber sido el primer crono automático, 20 años antes de la creación de El Primero de Zenith, el Calibre 11 / Chronomat de la asociación de Hamilton, Heuer, Breitling, Buren y DP, o Seiko y su 6139.
La pieza que os traigo a continuación, es de principios de los 60, con caja de oro sólido.
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Siguiendo el camino, nuestra próxima parada nos conduce hasta el Valjoux 92. Quizás no fuera tecnológicamente como el v72. No obstante su corta producción, tan sólo 10 años y el cambio de pilares en la rueda, rebajando de 9 a 7, hacen que para mí, ocupen un lugar importante en este recorrido.
La pieza que os muestro a continuación data de mediados de los 50.
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Continuando con nuestro viaje, cabe preguntarse qué hubiera sido del cronógrafo sin la invención de la leva. Algunos podréis pensar que tecnológicamente hablando supuso un retroceso y no os falta razón. No obstante, yo lo veo como una forma de democratizar el crono, abaratando costos de producción, y reduciendo así su coste para el consumidor final. La encargada de tal menester fue Landeron con su calibre 47. Su evolución, el 48, introduciría la configuración de 3 botones. No obstante, a diferencia de la mayoría de cronos del mundo, el pulsador de las 4, detiene y resetea la función del crono.
Se estima que el calibre 48, producido entre mediados de los 50 y principios de los 70, llegó a vender la friolera de 3.5 millones de unidades.
El ejemplo que os muestro data de principios de los 50. Prestad atención a la magnífica pátina que la caja de oro sólido ha desarrollado a lo largo del tiempo.
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La creciente demanda de cronógrafos más económicos alentada posiblemente por la introducción en el juego de los calibres 47 y 48 por parte de Landeron, unida a la feroz competencia, desembocó en que Venus presentara su calibre 188. El objetivo era claro: Inyección de liquidez. No obstante, esta estrategia no frenaría la sangría económica de Venus que a principios de los 60 acabaría vendiendo su 175 a la fábrica de Tianjin en China.
El ejemplar que os traigo a continuación contiene en su interior una Venus 188 y data de principios de los 60.
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Como decía con anterioridad, Tianjin se había hecho con los derechos del calibre Venus 175, comprando así su maquinaria, herramientas y planos. De tal forma, China dejaría de importar cronos desde la Unión Soviética y Suiza. Comienza así la fabricación del primer cronógrafo chino, destinado para la Fuerza Área, y bajo el nombre del “Proyecto 304”.
En 2005 Seagull reedita este primer lote de relojes bajo el nombre de “1963”. El mío además es el primer reloj que compré en un foro, haya por el 2010.
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Si algo caracterizó a la década de los 60 en cuanto a materia horológica se refiere, fue el gusto del consumidor por llevar en su muñeca relojes cronógrafo y la lucha de las marcas que se dedicaban a tales menesteres por la precisión.
Hubo una marca que cambio las reglas del juego. Las especificaciones eran claras: Conseguir el primer cronógrafo automático del mundo. Hito que llegaría en enero de 1969, de la mano de “El Primero”. A partir de este momento, ya nada volvería a ser igual.
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A finales de los 60 se comienza a observar un cambio en las tendencias del consumidor que prefiere looks más relajados y deportivos no sólo en sus atuendos, sino también en sus relojes. Así, el auge por relojes automáticos y resistentes al agua dejaría herida de muerte a la mítica Venus que finalmente sería absorbida por su competidora Valjoux, echando el cierre definitivamente en el 66. Desde ese momento la marca dejaría de lado la rueda de pilares para centrarse en las levas. De tal forma, el Venus 188 sería rebautizado como 7730.
El ejemplo que os traigo a continuación data de principios de los 70, y cuenta con un 7733 (variaciones en los martillos del crono con respecto al 30)
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El cambio de tendencia ya era claro, con "El Primero” y “el calibre 11/Chronomatic” (Buren, Hamilton, Breitling, Heuer) en el mercado, y los productores japoneses lanzando sus primeros movimientos de cuarzo, que no sólo eran más precisos que los automáticos tradicionales, sino que también eran significativamente más baratos, el refrán “adáptate o muere” cobraba más sentido que nunca.
El primer paso que la compañía Valjoux dio fue el de deshacerse del 7734. ¿Cómo? Rusia estaría encantada de comprarlo, y renombrarlo como Poljot 3133. ¿Qué conseguiría así? Abandonar la producción del 3017 (básicamente un Venus 150) y abaratar costes.
Os muestro a continuación un Poljot Strela 208.
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El segundo paso era intentar hacerlo en el menor tiempo posible. Por ello se basaron en el 7733. Las levas permitieron una producción más ecónomica lo que además los haría destacar sobre la competencia al ofrecer un precio más atractivo.
En 1973 el Valjoux7750 ya era una realidad, que en su primer año vende la friolera de 100000 unidades. No obstante, la crisis del cuarzo, por un lado, con los productores japoneses dominando la parte media baja del mercado y la Alta Relojería por otro, capturando al sector más pudiente, dejaron al movimiento con un nicho de mercado incierto. Tras la bajada de ventas, se pensó que ya no había mercado para él y por tanto la producción se detuvo.
Nos adentramos en la década de los 80, sin saber muy bien porqué los relojes mecánicos vuelven a estar de moda, ¿quizás por aquello de salir de lo popular? ¿Más “chic”? ¿Apariencia de estatus? Sea como fuere comienzan a adquirir popularidad, y es gracias a Breitling y el centenario del Chronomat como el 7750 resurge cuan ave Fénix de sus cenizas.
A partir de ahí, marcas como IWC con un nuevo concepto “Da Vinci” o Fortis decidieron incorporarlos a sus relojes. Así el 7750 ha llegado hasta nuestros días, en piezas que van desde los 500€ hasta las 5 cifras. Sin duda no será el movimiento más avanzado, pero sí un auténtico todoterreno.
El ejemplo que os traigo data del 2006, y es de una marca que me produce especial simpatía.
Continuando con nuestro viaje, y ya inmersos en el mundo de los cronógrafos automáticos, damos un salto hasta principios de los 2000. ¿Qué ocurre con el cambio de siglo? Pues que la marca con el mejor marketing de la historia (dicho sin el más mínimo atisbo de acritud) presenta por fin, el que sería su primer movimiento cronográfico “in house”: El 4130.
Si algo se critica de Rolex es la poca variabilidad de sus modelos/calibres, y bien es cierto que no (me) resultaba comprensible que la marca por excelencia en cuanto a relojes de lujo/herramienta se refiere, no contara con un crono 100% suyo desde su nacimiento. No obstante, cuando Rolex se pone, se pone, y ¡vaya si se pone!
Veamos el por qué:
El calibre está construido con un menor número de piezas que un crono estándar, lo que se traduce en una mayor fiabilidad, al tener menos piezas móviles. Como dato se redujeron el 60% de piezas con respecto a su predecesor (4030, base El Primero).
COSC, rodamientos cerámicos, embrague vertical, “Parachrom” en la espiral (cual ofrece 10 veces más resistencia a los golpes que una normal) y un largo etc.
La pieza que os presento a continuación precisamente es de ese primer año en el que el nuevo Daytona veía la luz, lo cual, hace aún más especial a este reloj.
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Seguimos avanzando en nuestro camino hasta el año 2006. Momento en el que otra de las grandes casas relojeras presenta por fin su primer movimiento cronográfico: El B1.
Para ello, construyó la planta Chronometrie 2 en La Chaux de Fonds, cuyo objetivo era centrarse únicamente en la fabricación de estos calibres. Esto debe daros una idea de lo que cuesta llevar a la práctica un cronógrafo desde cero.
Aquí os presento el mío.
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¡Ah! ¿Qué esperabais un dial diferente? Pues es que este BB Chrono, lleva en su interior un B1 (con órgano regulador Rolex, ¡toma ya!) fruto de la colaboración/acuerdo entre las dos entidades: Breitling cedería a Tudor su B1, mientras que esta les cedería su MT5612 (sólo hora).
En este punto, nuestro camino llega a su fin, y para terminar me gustaría hacerlo mencionando al crono que más perrerías ha sufrido. No por mí, sino por la NASA. El mítico: Omega Speedmaster, poco que decir de este reloj que no se haya dicho ya.
En este caso en su versión FOIS.
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Abrazos.
