Estimados todos. Opino, mucho tiempo después por segunda vez en este hilo y algo más en serio.
A mi parecer todo en la vida en su justa medida (menos el amor por los hijos, claro, que eso no tiene mesura).
Como creo haber comentado en el hilo que inicié de las chaquetas, lo cierto es que yo antes prestaba muy poca atención a mi aspecto en el entorno profesional fiandolo todo a mi proverbial elocuencia.
Con el tiempo te vas dando cuenta de que, valga la redundancia, todo cuenta. En mi vida privada me permito las más de las veces ir descuidado o sin fijarme y relajo la cuerda, y otras me conjunto un poco según me apetezca o dónde vaya (lo siento por el Mercadona pero para ir allá no me doy mucho espejo).
En el entorno profesional y según la ocasión sí cuido algo más mi aspecto. No uso ni ropa ni relojes caros, sólo me gusta ir correcto y discreto, no necesito ser el centro de la fiesta por mi cinturón ni creo que sea conveniente. El lenguaje no verbal le habla directamente al subconsciente del de enfrente, y es casi automático. Comporta desde nuestra forma de hablar, de mirar, de movernos, y desde luego cómo vestimos y qué colores llevamos, que generan una respuesta emocional involuntaria en el otro.
En función del propósito de la ocasión, o con quien me reúna, tengo algo más de cuidado con lo que escojo, sobre todo combinando colores, eso sí dentro de mi vestuario modesto y discreto en general.
Pero, como siempre, todo con moderación. No creo que haya que ir forzado (hay gente que cambia de lenguaje corporal al cambiar de ropa, algo muy llamativo en chavalines con traje),sino encontrarse cómodo y natural. Incluso a veces es pelín contraproducente el ir "pasado" de elegancia, porque la persona pueda dar la impresión de estar principalmente preocupada por su apariencia externa, ser fatuo o vacío. El envoltorio nunca debe ser más importante que el regalo. EMHO.
También es importante la percha en cómo te sienta todo y la elegancia con que lo llevas. En mi caso, aún no siendo muy estilizado de formas, al estar buenísmo no tengo problema.
De hecho podéis encontrarme subiendo de una playa en verano congruentemente vestido con mi slip de nadar (fardagüevos) y gafas de buzo, una camiseta raída, cargando flotadores, sillas y demás cachibaches, con un Invicta a juego en la muñeca, y sorprendentemente, no encontrarme elegante.
Saludos.