Ya he dicho más veces que tener un PAM es como tener un Maserati. El 99 % de tus vecinos no saben qué tienes en el garaje ... pero TÚ SÍ, y de eso se trata precisamente. Y se te pone una sonrisita en la cara cada vez que lo ves.
Con ellos no se puede tocar de oído, hay que probarlo en la muñeca y después hablar, y decir entonces que no te gusta, que es un tocho etc., etc., (la mayoría que lo hace suele caer en su embrujo).
El tamaño normal es de 44 mm (45 en el caso de los Radiomir), y es cierto que son grandes, pero no quedan mal en ninguna muñeca por fina que ésta sea, una vez puestos son cómodos de llevar, y su aparente simplicidad se convierte en belleza. Su capacidad para cambiarles de correa hasta el infinito los hace camaleónicos y divertidos. Quedan bien con traje y con vaqueros o bermudas. Cierto es que son caros y que los italianos saben vender como nadie sus propios mitos e iconos. Pero igualmente cierto es que una vez que picas y dices "tienen algo" ... ya estás jodido. QUERRÁS UNO sin remedio, empezarás a conocer todas las webs de correas y todos los artesanos, te harás cliente de Jacobo (Jacob Straps) y empezarán a gustarte las correas de piel de cocodrilo en colores antes impensables ...
Parece evidente que soy un Pam-adicto, nunca dejaré de recomendarlos. Es el último reloj del que me desprendería.