He leído este hilo con mucho interés y aquí va mi opinión:
1. Por lo que respecta a los "intangibles", esta política la veo perfectamente alineada con el desarrollo estratégico de una marca, por dos razones:
1.1. por un lado, el valor de la marca es exactamente ése: la marca, no el reloj. El reloj es sólo el soporte de esos "intangibles", sentimientos aspiracionales, valor, historia, etc. así que si el reloj, en realidad, no importa... ¿qué te importa?
1.2. desde el punto de vista empresarial, algunos de los competidores más fuertes de estos objetos de deseo suelen ser... ¡ellos mismos! ¿Cuál es el competidor más fuerte de un Submariner cerámico? Pues, posiblemente, un "chapitas" de hace 30 años. Así que están "sembrando" para que eso no les ocurra en el futuro: si el reloj nuevo es indistinguible del antiguo, ¿por qué ibas a comprar el antiguo? Lo cual es especialmente "astuto" en el caso de Tudor, que sólo últimamente ha pasado de ser el "quiero y no puedo" de Rolex a intentar tener una imagen propia. A otra marca de más, digamos, "abolengo" (por ejemplo, la propia Rolex) quizá un cambio así le resultase mucho más costoso y/o difícil de hacer entender a sus clientes más establecidos (pero todo llegará: la perita es demasiado dulce como para dejarla pasar).
2. Desde el punto de vista técnico, también me parece una medida acertada:
2.1. se habla de que, como son ETAsas, los trata cualquiera... lo que es cierto, sólo a medias: todos sabemos que en los trabajos manuales hay artesanos... y "artesanos". Quizá el de tu conce es muy bueno, o sólo bueno, o quizá, más bien regular.
2.2. incluso si el técnico de tu conce es de los buenos, seguro que tiene la "manía" de comer todos los días, pero relojes... igual sólo le llegan uno o dos al mes. El taller de barrio, mal que bien, puede subsistir por ser multimarca (pero entonces volvemos al punto anterior: ¿será bueno, regular o malo?) Concentrar los servicios de revisión/reparación permite seleccionar a ese técnico muy bien formado y rentabilizarlo dándole trabajo todos los días, en lugar de pascuas a ramos (y, por otro lado, la repetición hace la perfección: si ese técnico ya es bueno de entrada, que pueda trabajar con muchos más relojes al cabo del año sólo servirá para hacerlo aún mejor; incluso, con suficiente volumen, igual puede hasta especializarse: mira yo sólo hago los cronógrafos, o... al novato, los de tres agujas, los "complicaciones", al senior). Finalmente, al tenerlos a todos juntitos y en el mismo sitio, es mucho más fácil asegurar la calidad constante de todas y cada una de las operaciones.
2.3. tiempo: ahora muchos por aquí dicen que "no les importa" esperar dos meses para una revisión. Me lo creo. Pero si esperar dos meses no les importa, estoy razonablemente seguro de que esperar sólo una semana, les importará aún menos. Además, ¿estamos seguros de que nunca, pero nunca nunca, ha ocurrido que en una revisión falte una pieza y... "vaya, tardan quince días en traérmela de Suiza... bueno, no es tan importante, no la cambio". La concentración no sólo favorece a las habilidades del técnico, sino también a la disponibilidad de stock y al buen estado de los útiles y la maquinaria.
2.4. Respecto a la calidad de la reparación, también he leído "igual me dan una máquina más vieja que la mía, con más desgastes, etc.". El caso es que eso sólo depende de las exigencias que se autoimponga la marca: si debe poner a punto tu calibre, cualquier pieza que esté dentro de rango, incluso "raspando", se queda, porque después de todo es tu reloj. En el caso de un "refurbishing" completo, pueden ser mucho más exigentes (si quieren) porque no hay ninguna conexión emocional entre la máquina y una cierta persona: incluso, si el calibre, por la razón que sea, no llega a los mínimos impuestos, se tira y no pasa nada. Pensemos en un "negocio" en el que la calidad del material entregado es de máxima importancia: la aviación. Al nivel de servicio más profundo, se le llama "puesta a cero" porque es exactamente eso: una vez terminado, el avión vuelve a considerarse, a todos los efectos legales y técnicos, nuevo, con cero millas náuticas de vuelo (de este marchamo se excluye sólo el "airframe", porque no se cambia: o pasa las pruebas, incluyendo la duración máxima que el fabricante considera de seguridad, y se permite que el avión siga volando, o no, y se retira). A igualdad de condiciones, cualquier piloto preferirá volar un avión a cero, aunque tenga veinte años, que uno justo antes de entrar a dicha revisión, aunque sea, por lo demás, nuevo. Supuesto que la marca se centra en la excelencia de su servicio, todo lo anterior prácticamente garantiza que acabarás con una máquina mejor con este sistema que reparando la tuya.
Ahora, como se ha dicho, éste es un negocio "de intangibles": hace falta que la marca sepa poner en valor un mensaje como el de arriba a su clientela.