Creo que la pregunta que da título al hilo está algo desenfocada. "Tener derecho a algo" significa disfrutar de una posición jurídica protegida que te faculta para poder exigir de alguien su respeto. En esos términos, nadie tiene derecho a "tener concretamente un reloj", sino que el adquirirlo forma parte de un derecho más amplio que todos tenemos a la libertad. Leyendo con más detenimiento el post inicial, en realidad parece que lo que hay tras él son otros cuestionamientos, como por ejemplo: ¿Es aconsejable para alguien público hacer ostentación de un producto de lujo? ¿Es en general éticamente aceptable gastar una fortuna en una minúscula máquina para la muñeca, mientras otros seres humanos están sufriendo necesidades?
En cuanto a la primera pregunta, entiendo que el personaje público y especialmente el político es una "máquina de atraer votos" y legitimidad. En su particular mundo, cuantos más votos sea capaz de atraer, mayor es el éxito. En ese contexto, resulta desaconsejable mostrar ningún signo de ostentación, porque puede ofender a la mayoría de la población que debe apoyarle (que no puede permitírselo). Como bien se ha demostrado en la foto de Clinton como presidente luciendo un reloj baratísimo, hay que ser rematadamente miope para no ver que los políticos que no exhiben pertenencias de lujo no es que lo hagan porque crean que no tienen derecho a poseerlas, sino porque tienen estudiado que eso podría dañar su imagen y su apoyo popular. Sin embargo, hacer ostentación de un reloj no me parece peor, en términos de daño a la imagen y al respaldo del electorado, que por ejemplo exhibir un Cayenne como vehículo, una costosa pluma de oro, unas vacaciones en un resort de lujo en Australia, etc. En ese sentido, hemos visto como la opinión pública (o "publicada") condena desde pasar un fin de semana en un buen hotel hasta pisar un yate en verano, incluso aunque sea de ajena pertenencia.
En el terreno ético, la cuestión es mucho más resbaladiza, al igual que lo es la ética en sí. Filósofos muy solventes sustentan posturas de "relativismo ético", conforme a las cuales es casi imposible emitir juicios morales de validez universal ni siquiera en cuestiones mucho más trascendentales, como el aborto o la eutanasia. Dicho esto, si el dilema ético tuviera que plantearse en términos de "¿podemos gastarnos 6000 EUR en un reloj mientras millones de personas mueren de inanición en África?", probablemente deberíamos responder: "no sólo es que no deberíamos comprar un reloj, sino que deberíamos entregar todos nuestros bienes a la beneficencia, colocarnos un hábito e irnos disparados en el primer avión al cuerno de África como misioneros combonianos". Pero esto último no es, razonando en términos prácticos, una solución viable. Por ello, ya que tenemos que quedarnos en este mundo capitalista occidental "deleznable" (haciendo que el mismo funcione: médicos, arquitectos, ingenieros, notarios, pilotos de aviones, etc.), pues intentemos encontrar la felicidad durante nuestro corto paso por esta vida, si se tercia comprándonos un reloj. Reivindico mi "derecho" a ello.
Ni siquiera estaría conforme con la tesis de que "no debe comprar un reloj quien haya ganado ilícitamente el dinero". Soy de la opinión que restringir la circulación del dinero es un error económico de bulto. El dinero (incluyendo el dinero negro o gris) hay que propiciar por todos los medios que aflore y circule: engrasa nuestra economía, que sin el consumo no puede sobrevivir. Todos estamos de acuerdo en que hay que combatir el narcotráfico, la corrupción, la trata de personas, el terrorismo internacional, etc. etc. Pero si esas actividades generan flujos de efectivo, en mi modesta opinión es erróneo restringir las posibilidades de que los mismos se desplacen a actividades lícitas. La fabricación y venta de productos de lujo (relojes, joyas, ropa y complementos, vehículos...) es una actividad totalmente lícita, que da de comer a millones de familias, de forma directa o indirecta, incluyendo gente trabajadora y de muy modesta condición. A esas personas no les hace ningún favor que se pongan trabas a la compra de aquello de lo que viven. Y en el fondo al Estado tampoco, pues eso "genera impuestos".
En definitiva, allá cada cual con su conciencia cuando se compra un reloj caro y con los dilemas morales que eso pueda haberle causado (¿es justo que yo posea algo tan caro y prescindible? ¿he ganado honradamente el dinero para comprarlo? etc. etc.). A mí no me gusta decir a la gente lo que tiene que hacer o pensar pero, aplicándome el mismo principio, tampoco pienso decirle a nadie que deje de hacerlo. Siento parecer hedonista, pero con lo corta que es una vida, contemplar en mi muñeca una bella máquina sin duda será uno de los placeres que en el final de mis días me habrá dado satisfacción. Por ello, me gustaría que se me respetase, si he decidido buscar la felicidad de esa manera, al igual que otros la buscan de otro modo.