oldchrono
Magister Collector
Sin verificar
[FONT="]Una pequeña y breve historia de amor[/FONT]
[FONT="]Ocurrió una calurosa tarde de febrero, mientras recorría apurado una calle céntrica cumpliendo con algunos trámites laborales.[/FONT]
[FONT="]Por pura coincidencia, pasé frente a las vidrieras de una tienda dedicada a la venta de relojes vintages, que impuso un alto a mi marcha, para echarle una mirada.
Como se trata de una zona que visito con muy poca o ninguna frecuencia, no es una tienda que visito a menudo, de modo que se agregaba un poco de curiosidad, a la habitual atracción que uno siente cuando divisa relojes en una vitrina.[/FONT]
[FONT="]Entre varias piezas muy atractivas, la divisé. Descansaba dentro de su caja original de época. No dudé un minuto en entrar a la tienda, y pedir que me mostraran esa pieza. Fue amor a primera vista.[/FONT]
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[/FONT]
[FONT="]Sin embargo, el vendedor me provocó una pequeña decepción al informarme que el dial estaba restaurado. [/FONT]
[FONT="]Como me he propuesto restringir mis compras a ejemplares lo más originales posibles, y a pesar de que el trabajo de restauración se veía muy profesional, con todo dolor devolví la pieza al vendedor, quien me aconsejó esperar a encontrar otro ejemplar del mismo modelo, pero con su dial sin tocar. [/FONT]
[FONT="]No obstante, me mostró un detalle muy importante, cual era su movimiento, original, y en excelente estado de conservación. Recordé la célebre frase de Don Luis al verlo: "Un Omega, es un Omega!".[/FONT]
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Debo confesar, que la imagen de aquel relojito me estuvo rondando la cabeza en las semanas y meses siguientes, durante los cuales infructuosamente busqué un ejemplar de similar referencia.[/FONT]
[FONT="]Se confirmaba que, como me lo había asegurado el vendedor, aquella era una pieza bastante rara.[/FONT]
[FONT="]Pasaron los meses, y de vez en cuando recordaba a aquel relojito, y en cada ocasión me arrepentía de no haberlo adquirido a pesar de la restauración de su dial. [/FONT]
[FONT="]Así las cosas, pasaron unos seis meses, hasta que cierto día mis actividades laborales me llevaron nuevamente a la zona donde se encuentra la tienda de vintages, y entonces aproveché a visitarla. [/FONT]
[FONT="]Me dije a mi mismo: "si llega a estar en la vitrina, me lo llevo a casa sin chistar". Pero interiormente me preguntaba:¿habiendo pasado ya tantos meses, cuánta probabilidad hay de que no haya sido comprado por otro coleccionista?[/FONT]
[FONT="]Cuando volví a estar frente a la vitrina de la tienda, una rápida mirada me confirmó mis temores: el relojito no estaba. ¡Se lo habían llevado! Bueno, perder y ganar son cosas que tenemos que aprender a aceptar quienes nos consideramos coleccionistas![/FONT]
[FONT="]No obstante ingresé al local, y saludé al vendedor. No pude resistir preguntar por la pieza... uno siempre conserva la esperanza![/FONT]
[FONT="]Mi corazón dio un respingo cuando escuché su respuesta:[/FONT]
[FONT="]- Sí, claro, allí lo tengo. Creo que lo estaba esperando a usted. -me dijo sonriendo, mientras señalaba una pequeña vitrina en el interior de la tienda.[/FONT]
[FONT="]Efectivamente, allí estaba, descansando en el interior de su caja como una Bella Durmiente esperando que su príncipe viniese a despertarla.[/FONT]
[FONT="]Así lo hice, cuando el vendedor me abrió la vitrina, y me invitó a tomarla en mis manos, su corazón comenzó a latir automáticamente, apenas la moví un poco para liberarla de su cajita. Demás está decir, que mi corazón latía con la misma frecuencia que el suyo.[/FONT]
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Nuevamente, el vendedor me comentó de su dial restaurado, y me mostró su interior. Pregunté si se podía mejorar el precio, y un pequeño descuento apuró mi decisión, que por otra parte ya había sido tomada.
Me coloqué aquella pieza palpitante en el pulso, aboné el importe solicitado, y me alejé con una sonrisa de oreja a oreja, que me acompañó durante todo mi viaje de regreso a mi oficina, llevando el relojito sujeto a mi muñeca.[/FONT]
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Ahora la presentación: Se trata de un reloj de inmersión de las primeras generaciones de esta tipología: un Omega Seamaster 120 (lo de "120" marca la profundidad de 120 metros que supuestamente resistía bajo el agua). Ciertamente, una cifra ampliamente superada en los relojes de buceo modernos.[/FONT]
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El movimiento es un 565 de carga automática, con cuello de cisne en su regulador. Este ejemplar tiene la complicación del fechador, pero también existía una versión sin fechador. La estética me remite a la del Rolex Submariner original, sin guarda coronas, y a los relojes de inmersión de finalles de la década de 1950 y 1960. Este ejemplar, es del año 1967.[/FONT]
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Este modelo fue reemplazado posteriormente, durante la década de 1960 y 1970, por las versiones más reforzadas y robustas, de las series Seamaster 300, muy populares en su época entre submarinistas profesionales y amateurs.[/FONT]
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Con un diámetro de caja de sólo 36 mm, es un reloj pequeño para los estandards actuales, especialmente entre relojes deportivos o profesionales, o los que hoy día suelen llamarse "relojes-herramienta". Sin embargo, considero que luce muy elegante en la muñeca, y la visión de la hora es muy clara.[/FONT]
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Este vintage vino equipado con unas correas de cuero tratado para resistir el agua, que si bien son poco apropiadas para el submarinismo, le quedan muy elegantes, desde mi punto de vista. Si bien no son las originales, poseen una hebilla de acero original Omega.[/FONT]
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Es cierto que las correas de piel no son lo indicado para usar el reloj en el agua con asiduidad. Ningún tratamiento del cuero puede garantizar una duración extendida, y lo recomendable es un armis metálico, que seguramente se ofrecería en su tiempo, como una opción que elegiría la mayoría de los compradores. [/FONT]
[FONT="]No obstante, es interesante destacar que en aquellas décadas del 50 y 60, muchas empresas relojeras (incluyendo a Rolex con su Submariner) ofrecían sus relojes de inmersión con correas de piel, siendo el armis de acero inoxidable, un accesorio a precio adicional.[/FONT]
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En esta foto, vemos al reloj, junto a un regulador de aire, de la misma época (c.1966), dos vintages juntos y con una misma aplicación: poder visitar el mundo submarino.[/FONT]
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Como siempre, cada pieza que atesoramos tiene su pequeña y breve historia de amor, que protagonizamos toda vez que la hallamos y luego suceden todos los acontecimientos que nos llevan a ser dueños de ellas. Por cierto, forman parte de su encanto. Esta es la correspondiente a mi Bella Durmiente, este pequeño Seamaster 120, que espero os haya gustado tanto como a mí.[/FONT]
Un muy afectuoso saludo, y buen fin de semana amigos!
Tonin.
[FONT="]Ocurrió una calurosa tarde de febrero, mientras recorría apurado una calle céntrica cumpliendo con algunos trámites laborales.[/FONT]
[FONT="]Por pura coincidencia, pasé frente a las vidrieras de una tienda dedicada a la venta de relojes vintages, que impuso un alto a mi marcha, para echarle una mirada.
Como se trata de una zona que visito con muy poca o ninguna frecuencia, no es una tienda que visito a menudo, de modo que se agregaba un poco de curiosidad, a la habitual atracción que uno siente cuando divisa relojes en una vitrina.[/FONT]
[FONT="]Entre varias piezas muy atractivas, la divisé. Descansaba dentro de su caja original de época. No dudé un minuto en entrar a la tienda, y pedir que me mostraran esa pieza. Fue amor a primera vista.[/FONT]
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[FONT="]Sin embargo, el vendedor me provocó una pequeña decepción al informarme que el dial estaba restaurado. [/FONT]
[FONT="]Como me he propuesto restringir mis compras a ejemplares lo más originales posibles, y a pesar de que el trabajo de restauración se veía muy profesional, con todo dolor devolví la pieza al vendedor, quien me aconsejó esperar a encontrar otro ejemplar del mismo modelo, pero con su dial sin tocar. [/FONT]
[FONT="]No obstante, me mostró un detalle muy importante, cual era su movimiento, original, y en excelente estado de conservación. Recordé la célebre frase de Don Luis al verlo: "Un Omega, es un Omega!".[/FONT]
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Debo confesar, que la imagen de aquel relojito me estuvo rondando la cabeza en las semanas y meses siguientes, durante los cuales infructuosamente busqué un ejemplar de similar referencia.[/FONT]
[FONT="]Se confirmaba que, como me lo había asegurado el vendedor, aquella era una pieza bastante rara.[/FONT]
[FONT="]Pasaron los meses, y de vez en cuando recordaba a aquel relojito, y en cada ocasión me arrepentía de no haberlo adquirido a pesar de la restauración de su dial. [/FONT]
[FONT="]Así las cosas, pasaron unos seis meses, hasta que cierto día mis actividades laborales me llevaron nuevamente a la zona donde se encuentra la tienda de vintages, y entonces aproveché a visitarla. [/FONT]
[FONT="]Me dije a mi mismo: "si llega a estar en la vitrina, me lo llevo a casa sin chistar". Pero interiormente me preguntaba:¿habiendo pasado ya tantos meses, cuánta probabilidad hay de que no haya sido comprado por otro coleccionista?[/FONT]
[FONT="]Cuando volví a estar frente a la vitrina de la tienda, una rápida mirada me confirmó mis temores: el relojito no estaba. ¡Se lo habían llevado! Bueno, perder y ganar son cosas que tenemos que aprender a aceptar quienes nos consideramos coleccionistas![/FONT]
[FONT="]No obstante ingresé al local, y saludé al vendedor. No pude resistir preguntar por la pieza... uno siempre conserva la esperanza![/FONT]
[FONT="]Mi corazón dio un respingo cuando escuché su respuesta:[/FONT]
[FONT="]- Sí, claro, allí lo tengo. Creo que lo estaba esperando a usted. -me dijo sonriendo, mientras señalaba una pequeña vitrina en el interior de la tienda.[/FONT]
[FONT="]Efectivamente, allí estaba, descansando en el interior de su caja como una Bella Durmiente esperando que su príncipe viniese a despertarla.[/FONT]
[FONT="]Así lo hice, cuando el vendedor me abrió la vitrina, y me invitó a tomarla en mis manos, su corazón comenzó a latir automáticamente, apenas la moví un poco para liberarla de su cajita. Demás está decir, que mi corazón latía con la misma frecuencia que el suyo.[/FONT]
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Nuevamente, el vendedor me comentó de su dial restaurado, y me mostró su interior. Pregunté si se podía mejorar el precio, y un pequeño descuento apuró mi decisión, que por otra parte ya había sido tomada.
Me coloqué aquella pieza palpitante en el pulso, aboné el importe solicitado, y me alejé con una sonrisa de oreja a oreja, que me acompañó durante todo mi viaje de regreso a mi oficina, llevando el relojito sujeto a mi muñeca.[/FONT]
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Ahora la presentación: Se trata de un reloj de inmersión de las primeras generaciones de esta tipología: un Omega Seamaster 120 (lo de "120" marca la profundidad de 120 metros que supuestamente resistía bajo el agua). Ciertamente, una cifra ampliamente superada en los relojes de buceo modernos.[/FONT]
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El movimiento es un 565 de carga automática, con cuello de cisne en su regulador. Este ejemplar tiene la complicación del fechador, pero también existía una versión sin fechador. La estética me remite a la del Rolex Submariner original, sin guarda coronas, y a los relojes de inmersión de finalles de la década de 1950 y 1960. Este ejemplar, es del año 1967.[/FONT]
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Este modelo fue reemplazado posteriormente, durante la década de 1960 y 1970, por las versiones más reforzadas y robustas, de las series Seamaster 300, muy populares en su época entre submarinistas profesionales y amateurs.[/FONT]
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Con un diámetro de caja de sólo 36 mm, es un reloj pequeño para los estandards actuales, especialmente entre relojes deportivos o profesionales, o los que hoy día suelen llamarse "relojes-herramienta". Sin embargo, considero que luce muy elegante en la muñeca, y la visión de la hora es muy clara.[/FONT]
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Este vintage vino equipado con unas correas de cuero tratado para resistir el agua, que si bien son poco apropiadas para el submarinismo, le quedan muy elegantes, desde mi punto de vista. Si bien no son las originales, poseen una hebilla de acero original Omega.[/FONT]
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Es cierto que las correas de piel no son lo indicado para usar el reloj en el agua con asiduidad. Ningún tratamiento del cuero puede garantizar una duración extendida, y lo recomendable es un armis metálico, que seguramente se ofrecería en su tiempo, como una opción que elegiría la mayoría de los compradores. [/FONT]
[FONT="]No obstante, es interesante destacar que en aquellas décadas del 50 y 60, muchas empresas relojeras (incluyendo a Rolex con su Submariner) ofrecían sus relojes de inmersión con correas de piel, siendo el armis de acero inoxidable, un accesorio a precio adicional.[/FONT]
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En esta foto, vemos al reloj, junto a un regulador de aire, de la misma época (c.1966), dos vintages juntos y con una misma aplicación: poder visitar el mundo submarino.[/FONT]
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Como siempre, cada pieza que atesoramos tiene su pequeña y breve historia de amor, que protagonizamos toda vez que la hallamos y luego suceden todos los acontecimientos que nos llevan a ser dueños de ellas. Por cierto, forman parte de su encanto. Esta es la correspondiente a mi Bella Durmiente, este pequeño Seamaster 120, que espero os haya gustado tanto como a mí.[/FONT]
Un muy afectuoso saludo, y buen fin de semana amigos!
Tonin.