Goldoff
Administrador de RE
Tripulación
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La cosa empezó esta misma semana con una llamada desde Rabat.
"¿Tienes planes para este sábado por la mañana? ¿Te apetecería venir a navegar con Panerai en el Eilean?"
Vaya, la segunda pregunta dejaba sin efecto cualquier respuesta a la primera, que ni llegué a pronunciar, porque esta era una de esas oportunidades que sólo se dan una vez al año, cuando el Eilean viene a Barcelona para participar en la regata de vela clásica. No había alternativa
La cita era en el Ocean One, el club de los megayates en el Port Vell de Barcelona y el pase para acceder a bordo no podía ser otro que llevar un modelo de la marca, aunque hay que decir que la tripulación fue más bien tolerante en eso, porque vi desde un Breitling hasta un Vacheron... vale, aceptaremos pulpo.
Pues nada, ahí al fondo está el barco... ¿ahí?
No, un poco más acá...
Antes del uniforme...
... y después.
Para quien no lo haya visto nunca, el Eilean es un pedazo de historia rescatado de la remota isla de Antigua, donde languidecía a expensas de que su entonces dueño se pusiera a restaurarlo desde un estado más que lamentable. No creo que se haya hecho público el presupuesto, pero desde luego estaba fuera del alcance de cualquier bolsillo particular. Sólo hay que ver el resultado:
Los detalles interiores no quedan a la zaga. Empezando por los instrumentos de medición...
... y siguiendo por los ¿aposentos? Es lo que tiene alojarse en un barco de competición. Y no estoy hablando del camarote de la tripulación.
No fotografié los lavabos (dos) pero fue gracioso ver que eran los ori(gi)nales
Andy, el patrón, preparando los aparejos. Los marineros -italianos ellos- se llaman igual: Stefano, aunque al cocinero lo llaman Chèfano...
Saliendo de puerto vemos a nuestro vecino en todo su tamaño. Se llama "Radiant", y según nos cuentan tiene la costumbre de poner en marcha el helicóptero a eso de las 14:00, no sea que se les ponga carbonilla...
Apuntando a la bocana
Parece que la zona está concurrida
Uno va en un barco maravilloso, pero a la vez tiene la oportunidad de maravillarse con todo lo que pasa a su alrededor
Una de las cosas que tiene navegar es que da hambre...
Y ahí es donde entra en acción Stefano-Chèfano, preparando unos platos... cómo describirlos ¿idóneos?
Sin que sirva de precedente, creo que esta es una de las pocas ocasiones que se puede ver a alguien conduciendo con una copa en la mano sin que haya rasgadura de vestiduras.
José Ramón agarró el timón y ya no hubo manera de apartarlo de él. Gracias a Andy hasta aprendimos a decir "Starboard" y "Port".
¿Dónde mejor que aquí para lucir un Regatta?
Aunque a mí una de las fotos que más me gusta, por evocadora, es esta:
Regresando ya a puerto...
... donde nos esperaba una comida (¡más comida!) en el Ocean One. Sorry, no fotos.
Aquí vimos una buena cantidad de PAMs de los asistentes. Un surtido en todos los tamaños disponibles, 47, 44, 42 y 40mm
Aunque, como dije, no todo eran Panerai:
Debo admitir que algún Hublot *sí* me gusta...
Y esto es lo que dio de sí la jornada. Muchísimas gracias a Jordi Rabat por la oportunidad y felicidades a Panerai por tener entre sus filas a una persona como Filippo.
"¿Tienes planes para este sábado por la mañana? ¿Te apetecería venir a navegar con Panerai en el Eilean?"
Vaya, la segunda pregunta dejaba sin efecto cualquier respuesta a la primera, que ni llegué a pronunciar, porque esta era una de esas oportunidades que sólo se dan una vez al año, cuando el Eilean viene a Barcelona para participar en la regata de vela clásica. No había alternativa
La cita era en el Ocean One, el club de los megayates en el Port Vell de Barcelona y el pase para acceder a bordo no podía ser otro que llevar un modelo de la marca, aunque hay que decir que la tripulación fue más bien tolerante en eso, porque vi desde un Breitling hasta un Vacheron... vale, aceptaremos pulpo.
Pues nada, ahí al fondo está el barco... ¿ahí?
No, un poco más acá...
Antes del uniforme...
... y después.
Para quien no lo haya visto nunca, el Eilean es un pedazo de historia rescatado de la remota isla de Antigua, donde languidecía a expensas de que su entonces dueño se pusiera a restaurarlo desde un estado más que lamentable. No creo que se haya hecho público el presupuesto, pero desde luego estaba fuera del alcance de cualquier bolsillo particular. Sólo hay que ver el resultado:
Los detalles interiores no quedan a la zaga. Empezando por los instrumentos de medición...
... y siguiendo por los ¿aposentos? Es lo que tiene alojarse en un barco de competición. Y no estoy hablando del camarote de la tripulación.
No fotografié los lavabos (dos) pero fue gracioso ver que eran los ori(gi)nales
Andy, el patrón, preparando los aparejos. Los marineros -italianos ellos- se llaman igual: Stefano, aunque al cocinero lo llaman Chèfano...
Saliendo de puerto vemos a nuestro vecino en todo su tamaño. Se llama "Radiant", y según nos cuentan tiene la costumbre de poner en marcha el helicóptero a eso de las 14:00, no sea que se les ponga carbonilla...
Apuntando a la bocana
Parece que la zona está concurrida
Uno va en un barco maravilloso, pero a la vez tiene la oportunidad de maravillarse con todo lo que pasa a su alrededor
Una de las cosas que tiene navegar es que da hambre...
Y ahí es donde entra en acción Stefano-Chèfano, preparando unos platos... cómo describirlos ¿idóneos?
Sin que sirva de precedente, creo que esta es una de las pocas ocasiones que se puede ver a alguien conduciendo con una copa en la mano sin que haya rasgadura de vestiduras.
José Ramón agarró el timón y ya no hubo manera de apartarlo de él. Gracias a Andy hasta aprendimos a decir "Starboard" y "Port".
¿Dónde mejor que aquí para lucir un Regatta?
Aunque a mí una de las fotos que más me gusta, por evocadora, es esta:
Regresando ya a puerto...
... donde nos esperaba una comida (¡más comida!) en el Ocean One. Sorry, no fotos.
Aquí vimos una buena cantidad de PAMs de los asistentes. Un surtido en todos los tamaños disponibles, 47, 44, 42 y 40mm
Aunque, como dije, no todo eran Panerai:
Debo admitir que algún Hublot *sí* me gusta...
Y esto es lo que dio de sí la jornada. Muchísimas gracias a Jordi Rabat por la oportunidad y felicidades a Panerai por tener entre sus filas a una persona como Filippo.