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Atención a los Nuevos Rolex de Pulso. Es indignante

  • Iniciador del hilo RUALINCE
  • Fecha de inicio
Estado
Hilo cerrado
  • #126
Muy bueno eso de echar aceite al diamante que hay dentro... yo nunca he abierto ninguno y a lo mejor es verdad... :laughing1:
 
  • #127
Si definitivamente es una marca AMOR/ODIO.... Pero en mi caso es incomprensión.... No comprendo que efecto "Diabólico" Ejerce sobre unos y otros :-P

En mi caso puntual por lo que cuesta me compraría un Omega y cualquier otro con la diferencia.... Pero el caso de esta marca es tan atípico que si yo comentara lo mismo de cualquier otra marca pasaría desapercibido mi comentario... Pero al tratarse de la famosa marca definitivamente.... NO :pardon:

La única marca que incita en ciertos foreros un irrefrenable deseo de puntualizar que "No la tengo, pero porque no quiero"
 
  • #128
O, la inteligencia es como un rio cuanto más profunda menos ruidosa. Anónimo. Un saludo.
 
  • #129
La anécdota es curiosa pero llevo las once páginas seguidas leidas del tirón y me carcome por dentro no saberlo:
¿Qué cojones hizo Cagancho en Almagro?



Al primero que responda le regalo un Rolex de pulso.
Lo primero es explicar lo de Cagancho. Joaquín Rodríguez, de mote Cagancho, fue uno de los más famosos toreros de su época, en las primeras décadas del siglo pasado. Y decir eso es decir mucho. Un rapero americano de éxito o Ronaldinho son personas de parecido nivel de conocimiento y admiración, aunque yo creo, sinceramente, que en un ámbito local de España, la fama de Cagancho les supera. En los años veinte los toros eran prácticamente, junto con el cabaret y el teatro, las únicas diversiones de masas existentes. El fútbol aún no era lo que es hoy y el cine estaba en mantillas. Así pues, debemos entender que este matador de toros era un gran líder de masas con una capacidad de atracción reservada a muy poca gente.

Por eso, cuando en agosto de 1927 se anunció que en la corrida del día 26 torearía el maestro en Almagro, todo el mundo tuvo claro que se produciría una auténtica marea humana hacia este pequeño pueblo. La principal comunicación con Almagro, en aquellos momentos en que la red de carreteras estaba prácticamente inventándose, era el ferrocarril, concretamente el que venía de Ciudad Real. Y aquel día llegó a la estación de Almagro con gente subida a los estribos, sentada en los topes, en cualquier parte. El tren venía repleto de personas que habían pagado en Ciudad Real auténticas fortunas en la reventa para poder estar en aquella corrida.

Según los testimonios que he podido consultar, cuando menos entonces la plaza de Almagro era un lugar elástico donde la gente se apretujaba más o menos según quién viniera. Como aquella vez había tanta expectación, se llenó hasta la bola; una hora antes de comenzar en festejo ya no se cabía dentro. Las crónicas meteorológicas nos dicen que hacía un sol que derretía los testículos.

Formaban terna con Cagancho Antonio Márquez y Manuel del Pozo, Rayito. Dos toreros de menor jaez. El primer germen de aquella mala tarde, de ésas que según Chiquito de la Calzada tiene cualquiera, fueron precisamente aquellos largos minutos en los que el personal estuvo embotellado en la plaza, codo con codo, pasando un calor de la hostia y escuchando los rumores de los maledicentes, según los cuales Cagancho no llegaría a aquella placita de mierda y a última hora se disculparía de actuar. Desde fuera de la plaza, Radio Macuto radiaba que el maestro no había llegado al pueblo. Los nervios se pusieron a flor de piel. Pero llegó. A las seis en punto, hora del paseíllo, pero llegó.

Salió al ruedo un primer toro colorado de la ganadería de Pérez Tabernero. Tomó seis varas y mandó al suelo a varios jinetes. Márquez y Rayito, como era entonces costumbre, hicieron sus correspondientes quites (si el toro fue siete veces al caballo, tuvieron un montón de oportunidades para ello). Sin embargo, aquí se empezó a ver que Cagancho había llegado a Almagro desganado. Sobraron las oportunidades, sí. Pero él no hizo un solo quite. El toro le tocaba a Márquez y éste, a la hora de matar, comenzó a montar la tangana, pues se encaró con el morlaco sin muleta y se dedicó, simple y llanamente, a apuñalarlo. Fue advertido por la presidencia y recibió sonora bronca. Para entonces, el personal llevaba ya más de una hora pasando calor y, hemos de suponer, pasándose la bota de vino. Alegres, cabreados, alegres según el momento.

Rayito, dicen las crónicas, estuvo bien con su segundo. El tercero, primero de Cagancho, era un toro colorado y bragao. Hasta el momento Cagancho ni siquiera había desplegado el capote (no había hecho ni un solo quite) y siguió en la línea. No es que yo entienda mucho de toros, pero es una ley universal que si ante un animal dudas, lo acaba notando. Consciente de que era su toro y de que no podía dejar de hacer un quite, Cagancho intentó ejecutarlo, pero el toro le desarmó, haciendo volar la capa, momento en el que el maestro salió cagando leches hacia la barrera. Ahí fue donde empezó la bronca de verdad.

En la lidia propiamente dicha, el torero se mostró distante y cobarde. A la mínima que el toro le miraba, echaba a correr. Tanto miedo tenía Cagancho que hizo algo increíble: pinchó al toro en el cuello, y después en el brazuelo, lugares ambos absolutamente vedados, no ya para un torero de gran fama, sino para un puto estudiante de primero de la escuela de tauromaquia.

En ese momento el teniente Juan Ayuso, jefe del destacamento de la guardia civil que vigilaba el espectáculo, dio orden a sus hombres de que impidiesen que nadie saltase al callejón. Con ese sexto sentido que da el portar tricornio, ya se había dado cuenta de que aquella tarde se iba a ganar el sueldo.

Cagancho pinchó nueve veces más y entró a descabellar cinco. A la arena comenzaron a llover primero las almohadillas; cuando se acabaron las almohadillas, las botas de vino; cuando se acabaron las botas, botijos; y cuando se acabaron los botijos, cualquier cosa sólida.

Dato importante: nadie tira una bota por usar. Estarían ya vacías. El personal tenía un calor de cojones; había pagado una fortuna para ver a un tipo huir del toro y asaetearlo alevemente; y, además, estaban mamados. Aquello no podía salir bien.

Márquez, dicen, estuvo cojonudo con el cuarto. Pero al público le dio igual. Rayito también cumplió. No obstante, la gente quería que saliera el sexto, a ver si el señor Galáctico destapaba de una puta vez ese tarro de las esencias que dicen que tienen los toreros artistas.

Para colmo, el toro que le salió a Cagancho no era un toro, sino un oso Kodiak bien alimentado. En la suerte de varas, mató a varios caballos (entonces los caballos de picar no llevaban peto). Todo el mundo en la arena se puso nervioso. Los subalternos toreaban a siete kilómetros de los cuernos, Márquez hizo un quite desde su casa, los picadores se hacían caquita cuando el morlaco todavía estaba a diez metros de ellos, y los banderilleros no banderillearon tirando los garapullos como dardos porque no les dejaron.

Cagancho, al parecer, estaba preparado para situaciones así. En la faena propiamente dicha, sacó una muleta descomunal y comenzó a torear con el pico de la tela, manteniendo por lo tanto al toro en otra galaxia. No contento con eso, en uno de los pases, mientras el toro estaba a su lado, le largó un espadazo en el vientre, y luego otro. El toro, claro, se cabreó más de lo que ya de por sí se cabrea un toro cuando lo lidian. Lo miró mal, así que el torero tiró los trastos y repitió la suerte del tercer toro: a toda hostia hacia la barrera. Y, una vez dentro, como el toro se le acercase, ¡le pinchó de nuevo!

El tercer aviso, signo de que el toro es devuelto al corral porque el torero es incapaz de matarlo, sonó mientras Cagancho seguía intentando matar al animal sin salir de la barrera. Lo hacía pinchándole en los costados, en los brazuelos, en cualquier lugar menos allí donde ha de hacerse según marca el arte de Cúchares. Aquellos de los subalternos que se atrevían a saltar a la arena lo hacían con sus espadas debajo de las muletas, se acercaban al toro y le pinchaban también alevosamente, en cualquier parte. A aquel toro no lo mataron. Lo asesinaron.

Estaba el toro vivo, y el ruedo ya comenzaba a llenarse de espectadores que, sudorosos, cabreados y borrachos, habían saltado a la arena con la nada serena intención de saltarle los empastes a hostias al torero gitano.

La guardia civil es mucha guardia civil. Pero una turba enfervorizada puede con todo. Son más y, una vez que el ser humano llega a ese punto en que todo le importa un huevo, no hay argumento que les frene. Las gentes comenzaron a perseguir a Cagancho, el cual intentó, con la espada en la mano, salir de najas de la plaza. Un espectador le agarró del cuello y, arrojándole en dirección contraria, le gritó.

‑¡Al toro, coño! ¡Cobarde!

Otro le arreó una hostia en pleno carrillo. Y allí estaba Cagancho, en medio de un ruedo lleno de gente que le rodeaba para darle una paliza; ruedo en el que todavía había un toro vivo, sangrando por sus mil heridas, soltando tornillazos y llevándose a la gente por delante.

Entonces cargó el ejército, concretamente un destacamento de Caballería que se encontraba allí reforzando a la guardia civil. A caballo y en plan cabrón, consiguieron convencer al público de que se tranquilizase un poco. No sin esfuerzo, despejaron el anillo. Ocho guardias civiles rodearon a Cagancho y lo sacaron de la plaza, entre una lluvia de todo tipo de objetos y fluidos corporales humanos, preferentemente faríngeos, epigástricos y nasales.

El fracaso de Cagancho en Almagro es, efectivamente, la bronca más gorda ocurrida jamás en un espectáculo público en España. La marcha del diestro fue seguida de disturbios en los alrededores de la plaza en los cuales las fuerzas del orden tuvieron que cargar a caballo con una virulencia que ríete tú de los pipiolos antisistema. Almagro aquella tarde fue una batalla campal. Tan, tan fuerte, que quedó en la memoria de los españoles, para los cuales, aún sin haber estado allí, aún sin haberlo vivido, «quedar como Cagancho en Almagro» se les grabó en la memoria como el símbolo de, que diría Barrancas, un fracaso absoluto.

Los testimonios que he podido leer describen a un Cagancho todavía vestido de plata refugiado en el salón de actos del Ayuntamiento de Almagro, custodiado por la guardia civil para que el personal que estaba en la calle no lo matase, fumando indolentemente y como resignado. Así es la vida. Yo quería quedar bien, pero lo que no pue zé, no pue zé. Uno de sus subalternos se queja a la guardia civil.

-¿A usted le parece lógico que a éste [Cagancho] lo quieran meter en la cárcel por no haber matado un toro y a nosotros nos quieran hacer lo mismo por matarlo?

Debían de ser toda una pandilla de cráneos previlegiados.
 
  • #130
En fin......hay una frase que dice...."Se es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras". Parece que esta familiar tuya no la conoce.
 
  • #131
Lo primero es explicar lo de Cagancho.....
¡Gracias compañero! Me ha encantado tu relato :clap:Además de descubrir con mucho más detalle la historia de Cagancho en Almagro que solo conocía a grandes trazos, la verdad es que me he reído un buen rato, y eso siempre es agradable, pero siendo lunes por la mañana mucho más.:ok::
 
  • #132
Pues a mi me parece bien que intentases corregirla aunque haya gente que diga que no, depende también de las ganas que se tengan ese día de explicar-lo todo, lo que mas me gusta de esta historia es cuando tu le dices "nos apostamos un Rolex"
 
  • #134
A ver, A ver un concurso :-P!!!!!!!!!!

Cuantos opinan que si este hilo en ves de llamarse:

Atención a los Nuevos Rolex de Pulso. Es indignante


se llamara :whist::........

Atención a los Nuevos Relojes de Pulso. Es indignante


Este hilo no tuviera mas de 20 intervenciones :hmm:......:nea:

Dios bendiga el marketing porque ya este lleva mas de 100.......:pardon:

Voy a realizar un documental que se llamara "Cuando Rolex dominaba al mundo" :laughing1: :laughing1:

Tienes toda la razón , pero sabiéndolo no tiene sentido la rabieta , siempre es el mismo bucle ... , amor odio a Rolex.

SALUDOS.
 
  • #135
La única marca que incita en ciertos foreros un irrefrenable deseo de puntualizar que "No la tengo, pero porque no quiero"

Hombre , yo no "debo" más que no quiero , si quisiera , el único que me gusta es el Hulk , pero puestos a pagar el dinero que cuesta por una cosa que no lo vale , fetichismo por fetichismo me pillo un PAM , el 386 que me encanta también.

Eso sí , tanto uno como otro me lo pensaría muchísimo , porque así empezó la gran parte de esta crisis , gente que compró cosas que no podía pagar.

SALUDOS AL FORO.
 
  • #136
Muy bueno eso de echar aceite al diamante que hay dentro... yo nunca he abierto ninguno y a lo mejor es verdad... :laughing1:
Pues tiene sentido, los cojinetes son los rubis que tienen que estar engrasados para evitar la fricción de los ejes, y en algunos relojes esos asientos se hacen con diamantes que son más duros y por lo tanto aguantan mejor la fricción que los rubis. El maestro Losada era famoso en el siglo XIX precisamente por el uso de los diamantes como cojinetes para los ejes. Resumiendo, la mente de esa mujer sufre una dislepxia informativa, lo que hace que no la entendamos :D A que al final vamos a ser unos ignorantes por falta de comprensión de lo desconocido :whist::
Un saludo.
 
  • #137
Buenas tardes:

A ver perdonad, yo tengo un reloj automatico, uno a cueda y otro de quarzo y por supuesto mi reloj que funciona a quarzo y es de pulso, en concreto es un Suunto que compre para que me midiera el mismo ya que para la practica de spinning va muy bien, ja ja ja.

Yo a todos los que me dicen ciertas "cosas", les diria pues el mio por muy rolex que fuese nunca iria bien, siempre iria adelantado porque siempre tengo las pulsaciones por los aires, ja ja ja y cuando practicas deporte.... que hace? se calibra solo?.

Impresionante.ja ja ja, como anecdota es ojonuda, ja ja ja.

Saludos
 
  • #138
Más que una discusión fue todo un pulso :laughing1: Es un síntoma del necio el empecinarse en el error...
 
  • #140
Confundió lo del pulso con el impulso. Lo mejor es lo del diamante ese que hace que se mueva...y claro como se desgasta cada dos o tres años hay que revisarlo.
Ciertamente mas que para tomar un disgusto era para haberse rulado de la risa...
 
  • #141
La verdad es que es muy triste, pero bueno.................


Saludos
 
  • #142
Hahahahahaha!!! Pero es que no puedo parar de reír, me parto hahahahahaha!!!:laughing1:
Fenomenal compi, yo propondría a los de la coronita (que tanto amo) de hacer un pequeño curso, muy breve sobre el funcionamiento de sus relojes. OBLIGATORIO:-(( antes de la compra del mismo. ROLEX para Dummies jejeje!!
Movimiento pulso jejeje!!

Cordial saludos
 
  • #143
Hombre dani13!...sin exagerar....que a mi me regalaron un Tudor por mi comunión y desde entonces (y posiblemente gracias a él) no se me ha pasado la aficción a los relojes y aqui ando (y currando 12 horas diarias)...:)
 
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