gustavomoss
Forer@ Senior
Sin verificar
Acabo de tener una revelación, iluminación..., o un esguince mental, como queráis definirlo, que me ha puesto sobre la pista del reloj perfecto.
Me temo que estamos considerando erróneamente la medición del tiempo, como lapsos idénticos marcados por la repetición de un episodio mecanico.
Es un proceso sin alma, que no corresponde a la naturaleza de la condición humana, y, por tanto, la banalización de nuestra propia entidad espiritual.
El tiempo, pasa. Este no es un pensamiento exclusivo mío, como sabéis. Uno se da cuenta porque te crecen las uñas y el bigote, básicamente (les pasa incluso a las señoras...)
Pero la sensación del paso del tiempo, no es uniforme, como el ritmo mecanico de un calibre, sino que nuestra mente elonga o constriñe el tiempo pasante, según, por ejemplo, la satisfacción que uno encuentra en lo que acontece.
Por ende, es preciso insertar, en la composición material de la espiral del muelle, un elemento que considere y traduzca en resistencia física, la satisfacción de conducir un Aston Martin por la Riviera Francesa, o el tedio de compartir una tarde de merienda con tus suegros.
Me temo que estamos considerando erróneamente la medición del tiempo, como lapsos idénticos marcados por la repetición de un episodio mecanico.
Es un proceso sin alma, que no corresponde a la naturaleza de la condición humana, y, por tanto, la banalización de nuestra propia entidad espiritual.
El tiempo, pasa. Este no es un pensamiento exclusivo mío, como sabéis. Uno se da cuenta porque te crecen las uñas y el bigote, básicamente (les pasa incluso a las señoras...)
Pero la sensación del paso del tiempo, no es uniforme, como el ritmo mecanico de un calibre, sino que nuestra mente elonga o constriñe el tiempo pasante, según, por ejemplo, la satisfacción que uno encuentra en lo que acontece.
Por ende, es preciso insertar, en la composición material de la espiral del muelle, un elemento que considere y traduzca en resistencia física, la satisfacción de conducir un Aston Martin por la Riviera Francesa, o el tedio de compartir una tarde de merienda con tus suegros.