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Pero es mi primera restauración integral, y estoy como un niño de contento... La próxima tendrá fotos, lo prometo, aunque sean de las mías: malas de solemnidad...
Ufff, lo que llevaré escrito desde niño... y si nada me lo impide, me queda por escribir...
Por supuesto que lo puedes enseñar, para eso lo puse... que no me lo roben, que además soy preso de unos señores malos de una editorial...
Gracias y abrazo devuelto...
Hola Manuel. A mí, cómo no, también me ha encantado el relato. Habla muy claro del valor que damos a las cosas que rescatamos del olvido o del abandono y de cómo el protagonista hace suya la pluma, no por haberla pagado, sino por haberla resucitado con amor y pericia. Eso le da a la pluma un valor inmedible. Como ya he dicho alguna vez, una pluma, al igual que un perro, necesita un dueño. Dueño no es quién la paga sino el quién la hace suya.
Felicidades por todo.