AbderramanII
Reina Mora
Sin verificar
¡¡Buen día amigos!! Aunque soy firme defensora de la buena hostelería, no siempre los momentos de lujo o placer en la mesa tienen lugar en restaurantes estrellados, con un personal de sala pendiente de cada detalle, un servicio de mesa exhaustivo y sofisticado y un menú de prolija descripción y compleja elaboración. A veces, con una materia prima extraordinaria y la compañía adecuada, una mínima (aunque precisa) preparación y una mesa sencilla son más que suficiente para tener una velada sencilla pero de lujo
Antes de que nadie me salte al cuello, remarco que he dicho sencilla, no humilde Desgraciadamente, hace años que los animalitos que nos sirvieron de plato principal dejaron de ser un lujo asequible y se convirtieron en un pequeño despropósito, pero son taaaaaaaan deliciosos, que a veces nos hacen aparcar el sentido común y abandonarnos al placer. Nada que no nos ocurra con los relojes ¿verdad? Bonvivantismo puro
Pues eso, anoche nos juntamos cuatro amigos que solemos compartir correrías enogastronómicas para darnos en la intimidad de un clásico txoko el último homenaje compartido del año. Había sitio para un quinto, pero no pudo ser También compartimos gusto por los relojes, aunque no todos con el mismo grado de locura, y no miro a nadie Obviamente, el mío es el vintage; un SuperCompressor de finales de los 60
Veis que solo hay tres relojes, y es porque el benjamín se quitó el reloj por la tarde en el trabajo para hacer no sé qué y se lo olvidó allí Esta juventud… Añadid mentalmente un LD vestido con una Tropic al tableshot
Para empezar, unos entrantes de lujo por su calidad, pero sin aires, espumas… ya me entendéis
Todo fantástico, con mención especial para los berberechos: un tamaño y una frescura extra-ordinarias y un punto exacto los convirtieron en algo espectacular. Ni ostras, ni almejas; me quedo con ESOS berberechos
Y llegamos al plato principal
Preparación sencilla donde las haya, aunque requiere mano; qué mal la ejecutan algunos Por cierto, una gozada ver cómo van cambiando de tono en la cazuela
Y para terminar, un postre de fruta también sencillo, pero aquí sin lujo ninguno
Y para beber, un acompañamiento monográfico de Penedés (vilobi, no estuviste tú, pero tuvimos presente tu paraíso): Un rosadito fresco mientras preparábamos las cosas...
Una vertical de un singular blanco de maceración carbónica (sí, sí: blanco de maceración carbónica)...
Como veis en las copas, se nota claramente la evolución; muy buena, por cierto. Hicieron buena pareja: el de 2018 acompañaba estupendamente las anchoas y el de 2017 estaba perfecto para el resto de entrantes.
Y un estupendo espumoso para el plato principal
Aclaro que no tenemos acciones de Gramona, pero nos encanta esta familia y lo que hace
Y eso fue lo que dio de sí la cena (lo de después ya no es cena). Excelsa sencillez. Sin sofisticadas ínfulas, pero también un “experiencia”, EMHO
Aprovecho para desearos a todos una feliz Navidad y un 2019 repleto de momentos de lujo, que no siempre tienen por qué ser complejos o costosos. Yo creo que el lujo está en el verbo, no en el objeto; el lujo está en disfrutar
Antes de que nadie me salte al cuello, remarco que he dicho sencilla, no humilde Desgraciadamente, hace años que los animalitos que nos sirvieron de plato principal dejaron de ser un lujo asequible y se convirtieron en un pequeño despropósito, pero son taaaaaaaan deliciosos, que a veces nos hacen aparcar el sentido común y abandonarnos al placer. Nada que no nos ocurra con los relojes ¿verdad? Bonvivantismo puro
Pues eso, anoche nos juntamos cuatro amigos que solemos compartir correrías enogastronómicas para darnos en la intimidad de un clásico txoko el último homenaje compartido del año. Había sitio para un quinto, pero no pudo ser También compartimos gusto por los relojes, aunque no todos con el mismo grado de locura, y no miro a nadie Obviamente, el mío es el vintage; un SuperCompressor de finales de los 60
Veis que solo hay tres relojes, y es porque el benjamín se quitó el reloj por la tarde en el trabajo para hacer no sé qué y se lo olvidó allí Esta juventud… Añadid mentalmente un LD vestido con una Tropic al tableshot
Para empezar, unos entrantes de lujo por su calidad, pero sin aires, espumas… ya me entendéis
Todo fantástico, con mención especial para los berberechos: un tamaño y una frescura extra-ordinarias y un punto exacto los convirtieron en algo espectacular. Ni ostras, ni almejas; me quedo con ESOS berberechos
Y llegamos al plato principal
Preparación sencilla donde las haya, aunque requiere mano; qué mal la ejecutan algunos Por cierto, una gozada ver cómo van cambiando de tono en la cazuela
Y para terminar, un postre de fruta también sencillo, pero aquí sin lujo ninguno
Y para beber, un acompañamiento monográfico de Penedés (vilobi, no estuviste tú, pero tuvimos presente tu paraíso): Un rosadito fresco mientras preparábamos las cosas...
Una vertical de un singular blanco de maceración carbónica (sí, sí: blanco de maceración carbónica)...
Como veis en las copas, se nota claramente la evolución; muy buena, por cierto. Hicieron buena pareja: el de 2018 acompañaba estupendamente las anchoas y el de 2017 estaba perfecto para el resto de entrantes.
Y un estupendo espumoso para el plato principal
Aclaro que no tenemos acciones de Gramona, pero nos encanta esta familia y lo que hace
Y eso fue lo que dio de sí la cena (lo de después ya no es cena). Excelsa sencillez. Sin sofisticadas ínfulas, pero también un “experiencia”, EMHO
Aprovecho para desearos a todos una feliz Navidad y un 2019 repleto de momentos de lujo, que no siempre tienen por qué ser complejos o costosos. Yo creo que el lujo está en el verbo, no en el objeto; el lujo está en disfrutar
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