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Pruebas sometidas a los relojes

  • Iniciador del hilo Rapala
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Bueno, pues metidos en harina os cuento mi experiencia con mi Vostok Amphibia:


Durante años usé en el trabajo un reloj que me venía de maravilla. Tenía buena luminosidad, mejor visibilidad y bisel corredizo. Pero por las condiciones del curro, el susodicho murió, como era de prever.
Como vi a tiempo que al socio le quedaban pocos toros que lidiar, me puse a la labor de encontrar algo bueno, bonito, no demasiado caro y que me acompañara durante muchos años. Me decanté por la marca rusa.
Leyéndoos en varios hilos, comprendí que era la marca que necesitaba. También movido por vuestras opiniones, compré en eBay a un vendedor recomendado en el Foro, pero no uno sino cuatro relojes. El cuarto era un reloj para ciegos, cosa que no tenía en mi colección y que decidí remediar. El tercero fue una pequeña decepción demasiado grande para mi muñeca y del que me desprendí pronto. Los dos restantes eran, uno el que iba a guardar para el uso en determinadas ocasiones y otro el elegido para tareas profesionales. El problema era que ya había decidido con anterioridad que la maquinaria y la esfera de uno iría en la caja del otro y viceversa. Y aunque no lo sabía fue la fuente de mis problemas durante meses.
Como unos días después de la recepción de los relojes tenía que hacer un viaje al extranjero y andaba de preparativos hasta arriba, decidí que para encontrarme con el cambio hecho los dejaría en un relojero par encontrarme con los relojes preparados a mi vuelta. Tras el regreso y recogida de los relojes, pude comprobar que mientras que el reloj “de bonito” iba de maravilla, el Vostok para el curro no hacía más que dar la lata. Durante medio año padeció todas las plagas: Adelantaba un huevo y parte del otro, no cargaba el automático (o lo hacía en una sola dirección) haciendo que el darle cuerda me llevase de cabeza, tenía problemas de estanqueidad… En fin, una tortura que casi hace que echase el reloj a fundir (literalmente). Al fin y harto de todo, llevé el reloj a otro relojero a reparar, a poner a punto, a lo que sea, dándole todo el tiempo del mundo (bueno, bueno, un mes). Lo recogí dos meses más tarde (un mes más de lo acordado) porque el relojero aquel era la pera con sus horarios, aunque a mi lo que me importaba era el resultado. Y, ¿sabéis lo que os digo?. ¡Mereció la pena!.
Algo había hecho mal el relojero que hizo los trasplantes, porque desde aquel día que recogí al socio tras dos meses de separación, el único problema es que adelanta medio minuto por día (y eso desde hace unos meses por un pedazo de golpe que recibió), con lo cual me conformo. Posiblemente en verano me ponga con él, porque durante el período de currelo lo necesito, y arregle el problema de afinarlo (me da una vagancia… ).
Conclusiones tras tres años de uso intensivo en una acería:
El bisel giratorio, que me sirve para llevar el control de mi trabajo (recepcionar las coladas de acero que van saliendo de un alto horno), aunque parece flojete, aguanta perfectamente cuando lo giro y lo ajusto. Apenas hay manera que pierda la marca que le dejo. Mi confianza en lo que marca el bisel es absoluta.
Sudor, frío intenso, calor asfixiante, golpes y polvo ponen a prueba al reloj 8 horas diarias, cinco días a la semana, doscientos días al año. Temperaturas que oscilan entre los -7 grados de hace poco más de una semana a los +50 (y bastante más, que incluso derriten esporádicamente cascos de plástico con sus pantallas y orejeras reglamentarias) junto a moldes repletos de toneladas de acero, polvo que se fija en todos los huecos del bisel y del armis, proyecciones de acero y de lanzas de oxígeno, no consiguen hacer mella en un reloj que lo único que necesita es ducharse cuando lo hace el usuario. El plexy tiene más marcas de guerra que John Rambo, pero continúa impertérrito. La conclusión es que si no hubieran “tocado mal” el reloj durante el cambio original, no hubiera tenido problemas, salvo quizá la estanqueidad por las gomas, que descansaban con el reloj desde los ’90 en algún pérfido almacén, pues los cuatro eran NOS. Eso lo concedo. Pero en general es un relojazo que ni siente ni padece y que constantemente “reta” a su dueño a que piense en nuevas pruebas que más que probablemente superará con creces.
Así que aquí tenéis mi conclusión una vez resueltos los problemas del principio: IMPRESIONANTE el Vostok Amphibia.
 
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