atorling
Habitual
Sin verificar
Será que con la edad me estoy volviendo un viejo quisquilloso, será que estoy imbuído por la filosofía Japonesa, y considero a todo cliente un "distinguido huesped"...Será que el nivel de preparación de la gente ha caído o hay desgana para trabajar incluso con la que está cayendo. Siempre he pensado que la labor de uno, guste o no hay que desarrollarla, con dedicación, con amor, intentando siempre hacerlo lo mejor posible. Yo también he ocupado puestos que no me gustaban un pelo. Seré de otros tiempos.
El caso es que este finde, en un centro de una conocidísima cadena a nivel nacional, que sale mucho por aquí, me ocurrió otra anécdota de éstas.
En el mismo stand, otro día, cuando iba de traje me atendieron estupendamente, pero el sábado sin afeitar, con el plumas y un jersey, el pelo desordenado por el vendaval... La dependienta no me puso muy buena cara, cuando pedí ver un Seiko auto que no conocía y me había llamado la atención.
La vista cercana ya no me alcanza a los números muy chichitos y con el plástico de la tapa no veía. Pregunté qué calibre era.
- ¿Es que eso importa?- me respondió.
- A mí sí- repliqué lacónicamente, conteniendome para no hacer ningún comentario inconveniente cuando me repuse de la sorpresa.
Lo miró con desgana y me lo dijo, le pregunté por la disponibilidad de una referencia concreta y ni me contestó, intenté probarme un Premier que estaba con el 40%, pero no me dejó y se llevó la otra pieza antes de que pudiera memorizar la referencia.
- Hay más gente esperando- fueron sus últimas palabras.
No sé si a la buena mujer le gustaba estar más en zapatería o en juguetes, o se había peleado con su jefe, pero me produce cierta desazón la falta de profesionalidad en general, y más cuando el trabajo hoy en día es un preciado bien. Tampoco me gusta que me juzguen por mi aspecto y un día me pongan alfombra roja y al siguiente me echen a los perros. Aunque humanos somos y la apariencia nos influye.
En fin, es sólo una anécdota más.
Saludos
El caso es que este finde, en un centro de una conocidísima cadena a nivel nacional, que sale mucho por aquí, me ocurrió otra anécdota de éstas.
En el mismo stand, otro día, cuando iba de traje me atendieron estupendamente, pero el sábado sin afeitar, con el plumas y un jersey, el pelo desordenado por el vendaval... La dependienta no me puso muy buena cara, cuando pedí ver un Seiko auto que no conocía y me había llamado la atención.
La vista cercana ya no me alcanza a los números muy chichitos y con el plástico de la tapa no veía. Pregunté qué calibre era.
- ¿Es que eso importa?- me respondió.
- A mí sí- repliqué lacónicamente, conteniendome para no hacer ningún comentario inconveniente cuando me repuse de la sorpresa.
Lo miró con desgana y me lo dijo, le pregunté por la disponibilidad de una referencia concreta y ni me contestó, intenté probarme un Premier que estaba con el 40%, pero no me dejó y se llevó la otra pieza antes de que pudiera memorizar la referencia.
- Hay más gente esperando- fueron sus últimas palabras.
No sé si a la buena mujer le gustaba estar más en zapatería o en juguetes, o se había peleado con su jefe, pero me produce cierta desazón la falta de profesionalidad en general, y más cuando el trabajo hoy en día es un preciado bien. Tampoco me gusta que me juzguen por mi aspecto y un día me pongan alfombra roja y al siguiente me echen a los perros. Aunque humanos somos y la apariencia nos influye.
En fin, es sólo una anécdota más.
Saludos
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