Recuerdo la historia de un periodista extranjero dedicado al mundo de la automoción. Su coche era un Porsche Cayman o un modelo similar y, por darse el gusto -y porque el dinero le llegaba para comprarlo-, lo cambió durante un año por un Ferrari, por tener la experiencia de conducir habitualmente uno de ellos -normalmente lo hacía por trabajo-; al cabo de un año tuvo que vender el Ferrari porque no podía mantenerlo sin hacer un sacrificio tremendo. Es cierto que el mundo de los coches no tiene nada que ver con el de los relojes, pero hay una analogía: si me compro un reloj, también valoro el precio de su mantenimiento, revisiones y, en su caso, posibles reparaciones ¿Lo quiero asumir o no? Si la respuesta es no, es que no es mi reloj y busco algo de una gama inferior. Yo soy así, si me compro un bien -me gustan las guitarras y las estilográficas también-, lo valoro en su conjunto: no compro el bien, compro todo lo que conlleva y, si no, no me considero responsable adquiriéndolo.
A mí me gusta cuidar lo que compro: sea de gama alta, media o baja. Si precisa de un mantenimiento, lo sigo -mi caja de relojes es muy somera, tiene muy poca rotación- ¿soy tonto? a lo mejor, a lo mejor hago el primo, pero no concibo hacerlo de otra forma. Si me parece tonto comprar un reloj de gama baja (no sé, 1000, 2000, 3000€) y luego llevar un cuidado con él, a lo mejor es que no lo estoy valorando en forma justa y debería buscar algo que me dé el pálpito de quererlo cuidar realmente.