Jotagea
Milpostista
Sin verificar
Hola compañeros:
En algún lugar he leído que en las entrevistas de trabajo la falsa modestia está peor valorada que las actitudes aparentes. Así pues, para no pecar de falsa modestia, me voy a describir.
Para aquellos que no me conozcáis personalmente, os diré que me tengo, tenía, por una persona familiar, amigo de sus amigos (ya veis el avatar de mi firma), sin vicios inconfesables (si los dijese no serían inconfesables), de firmes convicciones éticas, morales, e identificado con ideas ateas y republicanas. Todo esto hasta hace un mes, en concreto el día 4 de enero, de infausto recuerdo, en que algunos de mis principios se hundieron.
Pues bien, como os decía llegó, aciago, el día 4 de enero y me traen a casa un paquete. Firmo el recibí y, pese a que viene a mi nombre, mi hijo se hace cargo del mismo y me dice que es un regalo de Reyes.
Llega el día 6 de enero.
Como no podía ser de otro modo, lo abro y me encuentro con UNA CORONA. A mí!. Me reservo por el momento mis creencias al respecto, pues es un día señalado y todo a mi alrededor son caras de felicidad.
Tomo la caja y me dispongo a ver su contenido.
No me importa, pienso. Nada puede haber en su interior que logre ni tan siquiera hacer flaquear mis firmes ideales.
Pero, ¡ay amigos!. Allí estaba, tentándome con su belleza. Por un momento me sentí como Bécquer en uno de sus poemas, permitidme el atrevimiento:
Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy lo he visto…, lo he visto y me ha mirado…
¡Hoy creo en Dios!
Me siento incapaz de continuar, os pongo unas imágenes con la esperanza de que obtener vuestra comprensión.
Ah! y un millón de gracias a Alejandro, de la joyería Pedro Luis Olivares, por las largas charlas que hemos mantenidos, se nota que le apasiona su trabajo, por su amabilidad, seriedad profesional y atención.
En algún lugar he leído que en las entrevistas de trabajo la falsa modestia está peor valorada que las actitudes aparentes. Así pues, para no pecar de falsa modestia, me voy a describir.
Para aquellos que no me conozcáis personalmente, os diré que me tengo, tenía, por una persona familiar, amigo de sus amigos (ya veis el avatar de mi firma), sin vicios inconfesables (si los dijese no serían inconfesables), de firmes convicciones éticas, morales, e identificado con ideas ateas y republicanas. Todo esto hasta hace un mes, en concreto el día 4 de enero, de infausto recuerdo, en que algunos de mis principios se hundieron.
Pues bien, como os decía llegó, aciago, el día 4 de enero y me traen a casa un paquete. Firmo el recibí y, pese a que viene a mi nombre, mi hijo se hace cargo del mismo y me dice que es un regalo de Reyes.
Llega el día 6 de enero.
Como no podía ser de otro modo, lo abro y me encuentro con UNA CORONA. A mí!. Me reservo por el momento mis creencias al respecto, pues es un día señalado y todo a mi alrededor son caras de felicidad.
Tomo la caja y me dispongo a ver su contenido.
No me importa, pienso. Nada puede haber en su interior que logre ni tan siquiera hacer flaquear mis firmes ideales.
Pero, ¡ay amigos!. Allí estaba, tentándome con su belleza. Por un momento me sentí como Bécquer en uno de sus poemas, permitidme el atrevimiento:
Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy lo he visto…, lo he visto y me ha mirado…
¡Hoy creo en Dios!
Me siento incapaz de continuar, os pongo unas imágenes con la esperanza de que obtener vuestra comprensión.
Ah! y un millón de gracias a Alejandro, de la joyería Pedro Luis Olivares, por las largas charlas que hemos mantenidos, se nota que le apasiona su trabajo, por su amabilidad, seriedad profesional y atención.