La relojería mecánica nunca superará la precisión de los relojes digitales por razones que se han explicado sobradamente en este hilo. Creo que pertenece a otra esfera. Pienso que tiene connotaciones un tanto románticas. Como alguien ha dicho antes, es el placer de tener en la muñeca un minúsculo artefacto mecánico, un conjunto de ruedas, piñones, tornillos, volante, espiral, etc, que normalmente es muy preciso -no siempre-, que produce cierta fascinación al que lo lleva, un placer particular. Un aparato que no necesita energía exterior, que no pasa de moda al medio año, que tal vez puede sobrevivirnos... En el fondo, creo yo, la relojería mecánica -especialmente la de cierto nivel-, es algo extemporáneo, de algún modo anacrónico, que gusta al que le gusta por los motivos más insospechados, ya sea porque valora la tradición, porque le gusta distinguirse de los gustos de los "mass media", o por lo que sea.
Los relojes mecánicos actualmente son una elección. Antiguamente, nuestros padres y/o abuelos necesitaban un reloj y todos eran mecánicos. No había otra posibilidad. Ahora sí la hay: relojes de cuarzo, e-watches, teléfonos, ordenadores... La hora se puede obtener de mil maneras distintas. Antes, no. Ergo, a los que nos gustan los relojes encontramos una satisfacción en ellos e intentamos justificarla.
Ahora mismo yo tengo en reparación un reloj que compré en 2008 y que no he usado más que esporádicamente. Es de cuerda manual, de una marca prestigiosa. A pesar de no usarlo, he tenido la precaución de darle cuerda periódicamente, cada uno o dos meses, de manera delicada, sin forzar la corona y el eje. De hecho, está como nuevo, cuidadísimo. Sin embargo, al darle cuerda la última ocasión noté un ruído y el reloj se paró. En el concesionario oficial me dijeron que lo enviarían a la casa (en este caso sus talleres están en Barcelona) y me "sugirieron" firmar un documento en el que aceptaba un coste de 1100 euros para empezar a hablar. Después, tras la revisión me darían el precio final de la reparación. Aún no tengo el diagnóstico final. Si rechazaba la reparación, me dijeron, debería pagar 240 euros por el trámite. Y yo, que soy un tipo al que no le sobra el dinero, dije que "vale". Quiero tener el reloj operativo, a pesar de no usarlo. Es el romanticismo al que aludía antes, porque si tuviera una mente cartesiana, lo lógico sería dejarlo en un cajón y sin reparar. Lo sé y, sin embargo, actúo de forma distinta.
En definitiva, después del rollo que os he soltado, la relojería mecánica y la precisión son, diría yo, casi un oxímoron y el asunto pertenece a otro ámbito muy distinto.