Mafia. Dijo Rossi que sólo quería “advertir” a Márquez. ¿Advertirle de qué? ¿De que no se puede adelantar al jefe? ¿De que no se puede ser más atrevido que Il Dottore? Habíamos visto a Valentino realizar todo tipo de maniobras agresivas con otros pilotos, que aguantaban estoicos las gracias del genio. Luego el italiano se bajaba de la moto y sonreía diciendo que así son las carreras, pero el domingo probó su medicina y no le gustó. Márquez demostró a Valentino que todos pueden ser tan atrevidos y arriesgados como él, que todos pueden poner en peligro la carrera de los demás realizando adelantamientos espeluznantes. Vale no aguantó la presión, nunca se había visto en esa tesitura, un “niñato” desafiándolo en cada curva, en cada frenada. Le estaban tocando el negocio, poniendo en peligro su cosa nostra y eso no podía consentirlo. Decidió tirar de manual mafioso y mandar un aviso al rival, pero se le fue la mano, en este caso el pie, y quedaron en evidencia sus métodos camorristas.
Lección. No se puede borrar de un plumazo lo que Vale supone para el motociclismo, no sería justo, pero el incidente de Malaisia supone un antes y un después en la historia de este deporte. A Rossi se le debe respetar como al resto, pero ya no da miedo, no tiene ni autoridad moral para dar lecciones de nada. Los miles de admiradores españoles que irán a verle a Valencia deberían demostrarle que no todo vale. Y, por favor, que todo quede en una carrera de motos, emocionante y limpia, sería una lección para el macarra.
Jesús Gallego diario AS