Con Panerai se ha dado un fenómeno que ocurre muy pocas veces y al que es difícil encontrar explicación.
Debería estudiarse en las escuelas de negocios: ¿ como explicar su éxito y el nicho de mercado que ha conseguido, inexistente hasta el momento, prácticamente de la nada?
A mediados de los 70, Wolksvagen, con problemas de mercado y de rentabilidad, lanzó su primer Golf GTI. El fenómeno fue parecido al de Panerai. Casi enseguida se creó un mercado desdoblado de aquel de los aficionados a los coches: el de los fanáticos del GTI.
Si eras el feliz poseedor de uno de ellos, estabas convencido de la posesión de algo extraordinario. Al cruzarte con otro, era corriente el intercambio de ráfagas de luces. Coincidir con otro propietario, no importa donde, os convertía como de la familia, o mejor, como miembros de un club secreto, con una fuerte afinidad común.
Creo que es un caso muy similar al de Panerai.
¿ Como alcanzar ese sueño que cualquier fabricante perseguiría? No os sabría decir. Solo sé que se da en contadísimas ocasiones pero se da..
No es una moda, o al menos, no es solo una moda. Tampoco es lo determinante su calidad, sus prestaciones, la tradición o historia que lo acompaña, su vanguardismo o innovación, una imagen y un marketing adecuado...Tiene que ver con todo ello, seguramente, pero sobre todo con su capacidad para despertar pasiones y despertarlas entre aquellos que ““entienden” ( no penséis mal...) Lo que los franceses, tan chic ellos, llaman “connaisseurs” y en una escuela de management llamarían “ lideres de opinión”.
Por eso no hay debate posible entre un paneristi y quien no lo es. De la misma forma que no puede explicarse como tienes que darle los besos a tu novia...Son sensaciones, complicidad, pasión... y algo más que no sabes que es pero que compartes con cualquier otro “miembro del club” que lo tiene igual de claro que tu.
De cuando yo era aficionado a los toros, otro aficionado, sin duda esperando iniciar un debate, me espetó: “ Pues a mí no me gusta nada Rafael de Paula...” Solo acerté a contestarle: “ Pues no sabe lo que se pierde, amigo mío”.