La cosa es que en uno de estos días de fiesta, viendo un telediario, salía una mujer que decía que para poder desconectar de prisas, obligaciones y horarios, lo que hacía era quitarse el reloj.
Y la verdad que hace unos años (cuando la afición estaba aletargada esperando la llamada de la selva), yo hacía lo mismo.
Era llegar el viernes por la tarde y hasta el lunes por la mañana, el reloj muerto de risa encima de la mesilla de noche. Y ahora, me parece que sólo voy sin reloj cuando me voy a hacer algo de montaña (y porque no me he puesto en serio a buscar al agraciado).
¿Vosotros?