prohunter
Habitual
Sin verificar
Mediodía, Cáceres, campamento de verano, tenía 14 años.Habíamos estado jugando en el río y chapoteando un buen rato.Acababan de llamar a comer, y todo el mundo se puso en marcha salvo yo, que me dí cuenta con horror que el Duward sumergible que tanto me había costado convencer a mi madre que me prestara para el campamento ("bueno, pero que no se entere tu padre"), había desaparecido.
Era evidente que se había ido al fondo tras algún revolcón con los amigos chapoteando.
Desesperado, empecé a rezar..."Señor, que aparezca, que mi madre me mata...".Bucee, busqué, tanteé, y no hubo forma.Sólo dos cosas permanecían inalteradas:mi deseo de encontrarlo y mi oración insistente.
El hambre apretaba y me daba cuenta, por el tiempo transcurrido, que todo el mundo debía estar terminando de comer, por lo que , decidido a abandonar la búsqueda, me sumergí para dejar mi desesperación en el fondo.En esas andaba, cuando un pececillo rojo, bellísimo, me pasó por delante de las narices.Con la mano abierta, hice un brusco gesto, lleno de rabia, para atraparlo.Al menos me llevaría un trofeo del río.
El pez se zafó entre mis dedos, pero mi brazo siguió trazando su arco por efecto del impulso y terminó sumergiendo mi mano en la arena, que emergió con el Duward en la mano.
Se le había soltado un pasador y se fue al fondo...
No se si fue por el de "arriba" o por el pececillo, pero recuperé el reloj de mi madre con gran alivio.
regresé al comedor entre las preguntas de los compañeros que me preguntaban dónde me había metido.
Comí con avidez, en un silencio agradecido.
Ya con esa edad, me apasionaban los relojes.Hasta hoy.
Alguien se anima a publicar su historia?
PS. Hoy he visto en Ebay un reloj como el del relato, lo tengo ahí por si me animo a pujar por él, es para que lo veáis, es precioso!!!
Era evidente que se había ido al fondo tras algún revolcón con los amigos chapoteando.
Desesperado, empecé a rezar..."Señor, que aparezca, que mi madre me mata...".Bucee, busqué, tanteé, y no hubo forma.Sólo dos cosas permanecían inalteradas:mi deseo de encontrarlo y mi oración insistente.
El hambre apretaba y me daba cuenta, por el tiempo transcurrido, que todo el mundo debía estar terminando de comer, por lo que , decidido a abandonar la búsqueda, me sumergí para dejar mi desesperación en el fondo.En esas andaba, cuando un pececillo rojo, bellísimo, me pasó por delante de las narices.Con la mano abierta, hice un brusco gesto, lleno de rabia, para atraparlo.Al menos me llevaría un trofeo del río.
El pez se zafó entre mis dedos, pero mi brazo siguió trazando su arco por efecto del impulso y terminó sumergiendo mi mano en la arena, que emergió con el Duward en la mano.
Se le había soltado un pasador y se fue al fondo...
No se si fue por el de "arriba" o por el pececillo, pero recuperé el reloj de mi madre con gran alivio.
regresé al comedor entre las preguntas de los compañeros que me preguntaban dónde me había metido.
Comí con avidez, en un silencio agradecido.
Ya con esa edad, me apasionaban los relojes.Hasta hoy.
Alguien se anima a publicar su historia?
PS. Hoy he visto en Ebay un reloj como el del relato, lo tengo ahí por si me animo a pujar por él, es para que lo veáis, es precioso!!!
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