El que odie a Rolex... que se lo haga mirar. Es algo tan tonto como odiar a las tiritas o al arroz La Fallera.
Yo estoy escribiendo estas letras con uno en la muñeca. Sobre la calidad percibida y la durabilidad y toda la pesca, mi análisis comienza y termina con una constatación -puramente subjetiva pero es la que puedo dar- de que, después de bastantes años, él ha envejecido poco y yo... en fin, ese es otro tema.
Fiable e intemporal, es un compañero ideal para llevarlo en la muñeca durante años, dar vueltas por el mundo, darle mucha vara, no preocuparse de él porque siempre estará ahí, funcionando bien y sin perder clase. Te lo puedes poner en carnaval y el día de tu boda, para ganar o para perder.
Si tuviera que comprar otro, lo compraría sin dudar ni reparar en gastos.
Si alguien me pregunta qué reloj comprar, lo tengo clarísimo: Rolex.
Dicho esto, señoras y señores, me reafirmo: el anuncio de marras es pretencioso y redicho y no hace honor a la esencia de lo que esa marca puede hacer por sus clientes sino que va a lo bajuno y a lo rancio: pasta, tío, pasta.
Déjense de lírica y de interpretaciones de tercera derivada: las palabras dicen lo que dicen y el mensaje tiene pocas vueltas y, como publicidad, queda por encima del nivel intelectivo de los usuarios de perfil "tratante de ganado" y por debajo del de los entendidos en relojes.
O sea: es ma-lo.