Pero el coleccionista medio es el que tiene diez o veinte piezas en su cajón, mientras que el no aficionado tiene el Hublot que estaba de moda cuando lo compró hace veinte años, el Omega de la boda y el Rolex de fardar.
¿Quién compra esto
si no es un aficionado a la relojería que esté ya de vuelta de todo y que busque una marca de prestigio poco conocida? (Bueno, en realidad no sé quién lo puede comprar, aficionado o no, considerando que de lista cuesta 8780 dólares, y que en c24 está nuevo a 4900 $).
Hay tantos relojes y todos ellos tan ridículamente caros que lo único que cabe esperar, en mi opinión, es un meltdown prácticamente en todos los segmentos.
A mí, personalmente, no me vale, como argumento, que una marca me diga que vendiendo un reloj a 10.000 euros casi pierde dinero. Salvo que estemos hablando de ciertas unidades de muy alta relojería, con intervención de artesanos expertísimos para los acabados (vuelvo a mencionar las piezas únicas de V-C) en las que ciertamente es posible que el cielo sea el límite, y que sin incurrir en esos gastos, no haya reloj, el resto, en piezas de tirada ordinaria, si realmente tiene que incurrir en esos costes, es que necesita urgentemente aprender economía y producción industrial.
No quiero decir que no se lo gasten realmente, sino que se lo gastan innecesariamente. También reconozco que no siempre será innecesario; puede que Rolex, si puede permitirse el lujo de cobrar lo que cobra por un reloj, u Omega, si quiere cobrar lo mismo que cobra Rolex por sus relojes, tengan que hacer una serie de operaciones de humo para convencernos de que aflojemos tamaño dineral. Vale, son marcas premium y el que las quiera, que las pague. Pero cuando todas las marcas quieren convertirse en premium es cuando llega el problema. Si nadie quiere ser Tissot (de la que se decía, no sé con que grado de veracidad, que 1 de cada 4 relojes suizos eran suyos) ¿cómo va a haber aficionados a la relojería? Y para ser Tissot tienes que olvidarte en buena medida del humo, y conseguir una buena relación calidad precio. Que es lo que brilla por su ausencia en la actualidad en la relojería suiza.
En cierta manera, lo que está pasando con la relojería me recuerda mucho a lo que pasa con la F1. Se está desentendiendo de su base de aficionados tradicionales, persiguiendo a los nuevos ricos (dicho sea con todo el respeto del mundo, no pretendo ofender a nadie). Las multitudes ya no gustan, se hacen nuevos circuitos para elites en los países del golfo. Cosa que está muy bien para Mr. Ecclestone, que podrá jugar a las influencias y exprimir a todos los estados del Golfo que quieran organizar un gran premio. Pero el problema es que sin el público, sin los verdaderos aficionados que viven con pasión la formula 1 (o la relojería) todo el año, la F1 morirá. No será en cinco años, pero no durará más de diez.
Si te desentiendes de tus raíces, si no cuidas a tu base de aficionados y expertos, estás cavando tu propia tumba.
Y, por aclarar algo más la cuestión, me refiero a la industria en general. Por supuesto, puede haber marcas individuales que consigan buenos resultados con la estrategia de subir incesantemente de categoría. Pero muchas otras (Corum, Eterna...) pueden acabar descubriendo que, por justificados que parezcan los precios en el plan de negocio, a la hora de la verdad, no hay compradores para tu producto a ese precio. O no los suficientes.