Claudio
Milpostista
Sin verificar
Hubo a finales del siglo XIX un industrial barcelonés que tenía un gran establecimiento en Las Ramblas, cuya denominación social era "Jaime Trilla", su propio nombre. Como se puede apreciar por los rótulos de su fachada, se dedicaba al comercio y reparación de joyas y relojes.
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Durante un cierto tiempo contó con una marca propia de relojes, "Globo", que caducó al transcurrir 20 años desde su concesión, en agosto de 1910.
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En aquella época, finales del XIX, no eran muchas las marcas comerciales de relojes que estuviesen registradas, como sí lo estaban las marcas llamadas de fábrica (nombres empresariales), más genéricas que las anteriores. Entre las marcas comerciales más reputadas, además de ser de las primeras en registrarse, se encontraban Longines y Roskopf. La tentación de hacerse con ellas y, por tanto, poseer la exclusividad de la comercialización de ambas en España era muy fuerte. No sabemos cuántos, si es que fueron varios, los que intentaran apoderarse de estas marcas; pero sí que contamos con datos fehacientes para asegurar que el industrial de que hablamos, Jaime Trilla, fue uno de ellos, si no el único. En el caso de Roskopf, al no conseguir registrarla a la primera, lo intentó cinco años más tarde cambiando el nombre. En cuanto a Longines, cabe destacar el hecho de que el logotipo que intentó registrar era casi idéntico al original, a excepción de las iniciales de E. Francillon (E. F.), que las cambió por las suyas (J. T.), como más abajo se puede comprobar.
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