Una buena prueba de que el cambio de normas para poder vender en el FCV fue correcta, es la indignación que ocasiona en foreros como el que inició este hilo. Creo que a los que solemos andar por aquí (aunque llevo poco tiempo, me incluyo en dicha categoría, ya que mi relación con el foro es diaria) nos gustaría más comprar un reloj, o vendérselo, llegado el caso, a alguien con el que anteriormente hemos compartido "salón de tertulia" y nos hemos tomado un café charlando sobre nuestra afición, que a un tipo que entra a la reunión dando voces, protestando por todo y no aportando nada al tema de la tertulia que en ese momento se esté desarrollando en la sala. En muchas ocasiones, esas personas ni siquiera saludan al entrar y, por supuesto, en muchas otras ocasiones se van dando un sonoro portazo, síntoma inequívoco de su carencia de cortesía, por no llamarlo, lisa y llanamente, falta de educación. Creo que es buena cosa que esas personas desistan de su mal talante e intenten integrarse en las conversaciones tan ricas y variadas como las que existen en el foro a lo lardo del día. Igual hasta terminarían aficionándose a las conversaciones y llegarían a olvidarse
de que tenían un reloj que querían vender fácil y rápidamente.
No sé si algún "indignado" por las nuevas normas leerá esto, pero por si acaso así es, le pediría que hiciese el esfuerzo de imaginarse la siguiente escena:
Una gran sala llena de mesas. Alrededor de dichas mesas hay sentadas varias personas en amenas tertulias. En cada mesa se debate, se comenta, se hacen chistes incluso, sobre distintos temas, casi todos relacionados con el mundo (amplísimo) del reloj. Hay también al final del todo, en un rincón de la sala, pero bien a la vista de todos los allí congregados, una mesa donde están reunidos unos cuantos "socios" de aquel club de amigos, intercambiándose o/y vendiéndose relojes. Todos ellos son conocidos entre sí, ya que llevan viéndose por el club desde hace ya un tiempo. Muchos de ellos incluso han quedado en algunas ocasiones para ir a tomar unos vinos o a comer y pasar el día juntos, fuera del club. También para practicar otras aficiones distintas de los relojes, como el motorismo, el fútbol, las estilográficas, etc.
A todo esto, de repente y sin previo aviso, alguien abre la puerta y dice a voz en grito a todos los allí presentes: "¡Vendo un relo! ¿Quién me lo quiere comprar? Todos los allí presentes se quedan perplejos, mirándose unos a otros, como queriéndose decir "pero..., ¿tú conoces a éste? Y todos contestándose con la mirada "yo no, ¿y tú?" Así pasa un rato, hasta que el desconcierto inicial se torna en curiosidad. Uno de los allí presentes, de los menos tímidos,le pide al nuevo que entre, se siente, y explique tranquilamente qué es eso que quiere vender, que hable sobre él, que si tiene alguna historia detrás que la cuente, que pregunte a los allí presentes sobre qué estaban hablando cuando allí él llegó, etc. Otro forero de los que allí se encontraban le dice que les cuente al resto algo sobre él, qué es de su vida, cómo le entró la afición a los relojes, que cuántos posee, de qué marca,...
[Parece inacabada la narración, pero no. No creo que haya necesidad de escribir más para que se entienda perfectamente la idea que he querido expresar.]