Hombre Ulises, la referencia que nos pones no parece muy seria.
Hasta donde yo sé, abruma en exageraciones (la ceguera inducida ,la grasa en los ojos, los golpes en los riñones..) y en verdades a medias. Quizá sea pedir mucho que los más fervientes antitaurinos se aproximen un poco más objetivamente a todo el ritual de la fiesta pero, no es de recibo reducirlo a pura esperpento para ganar razones,
Mira para ser antitaurino, no es necesario todo ese argumentario escalofriante.
Del mismo modo, ser aficionado no requiere negar lo evidente (el sufrimiento físico del animal, por ejemplo). En mi modesta opinión –y ya son años dando vueltas a esta cuestión- el tema central es de otro carácter. No se muy bien como denominarlo ¿antropológico?, ¿ideológico? (ojo! En un sentido profundo, no “político” en un sentido más formal; yo no creo que los toros sean de derechas ni de izquierdas, al respecto te puedo dar ejemplos de ambas caras), vital. Para mí, todo se resume en qué papel le concedemos a los animales y otros seres, cómo nos relacionamos con ellos y qué justifica y qué no justifica dominar y ejecutar su muerte. Evidentemente no hablo solo de la alimentación que, por cierto, tampoco justificaría el maltrato a otros animales –ya lo expuso Santi-. El sentido profundo de la tauromaquia es un ritual ancestral (con esto no defiendo la fiesta por su antigüedad) en la que el hombre demuestra dominar a un animal peligroso (vale que de manera controlada, pero peligroso) controlando sus miedos (ese es el sentido del valor para los toreros), en el uso de técnicas y reglas muy precisas (en la plaza canónicas y, las más de la veces, inexistentes en otros “espectáculos” taurinos) procurando con ello una forma de expresión estética (en su intención al menos; otra cosa es que para gustos los colores…) y de transmisión emocional (es dramático como el teatro).
De si todo esto justifique sacrificar un animal o no, es de lo que se trata.