Hoyanco
De la vieja guardia
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Cuando hice la mili,en el almacén -fuí furriel- teníamos un precioso pastor alemán para-se supone- defender por si alguien se metía a robar. Cada año el pobre bicho tuvo cuatro amos diferentes,por lo menos -cuatro reemplazos al año- Conmigo coincidió un hijoputa que puteaba al perro hasta extremos tales como quemarle con un spray de ambientador y un mechero a modo de lanzallamas.
Pues el perro a quien más quería era a este cabestro.
Soy de pueblo,y allí no se tiene la misma relación con los animales que en las ciudades.Los animales son lo que producen,no son mascotas ni miembros de la familia. Sé de gente que trata muy mal a sus perros,y éstos se vuelven locos a la más mínima muestra de cariño por parte de amos que les putean.
Un perro es una máquina de dar y recibir cariño. Jamás he maltratado un animal y me indigna sobremanera cuando veo según qué cosas. Pero sin llevar las cosas a los extremos -la vida de cualquier perro es para mí más valiosa que la de cualquier etarra,por seguir el ejemplo de Sanza- no pueden compararse un animal a un ser humano.
