reptil
Milpostista
Sin verificar
Aunque nunca me habían llamado demasiado la atención, en Navidad del año pasado, después de leer tanto en el foro sobre los famosos PAM y sus correas, decidí gastar mis últimos ahorros en uno. No es que lo decidiera voluntariamente, es que oía a diario una vocecita susurrándome al oído: "Panerai, Panerai...": desde que me levantaba, mientras me duchaba, mientras fingía trabajar en la oficina, hasta que me acostaba. "Panerai, Panerai...". Así que pensé que un buen modelo de entrada sería el PAM 380 (Black Seal Logo), 45mm, movimiento Unitas manual, fondo tapado.
El proceso de compra en la boutique de Madrid fue estupendo, con Alejandra haciendo gala de la profesionalidad y simpatía que ya se han comentado por aquí. Todo estupendo... salvo que el reloj no me gustaba. Desde que salí de la tienda tuve la sensación de que ese reloj no era para mí. Demasiado grande y un movimiento "ajeno" que aunque no se viera, sabía que estaba ahí.
Me lo puse un par de días e intenté hacerme a él, pero fue inútil. Había dejado de quererle, aunque él se portara muy bien conmigo mientras estuvimos juntos. Ya estaba lamentándome de la compra cuando, justo antes de Reyes, vi en el foro un anuncio de Cronomanía vendiendo un Rolex Oysterquartz two tone... un reloj que siempre me había atraído por su estética y por ser tan pocos los cuarzos fabricados por Rolex (es casi un vintage). Nos pusimos en contacto, le propuse cambiarlo por el Panerai, aceptó, metí el 380 nuevecito en su caja, cogí un AVE a Valencia y en una soleada mañana de enero, en una terraza rodeada de naranjos, hicimos el cambio.
Volví a casa feliz con la nueva pieza, y aliviado porque el fiasco del Panerai no hubiera sido un gasto inútil. Desde entonces he llevado el Oysterquartz casi a diario en la oficina, alternándolo con el Grand Seiko Self Dater (¿tal vez los dos mejores relojes de cuarzo fabricados jamás?) y con otros más informales el fin de semana.
Y así ha pasado este invierno "cuarcero" y tan frío, creyendo colmadas mis aspiraciones relojeriles, hasta que hace un par de semanas vi con agrado que la ausencia de vida social había permitido acumular en el banco un jugoso remanente. Y casi de inmediato volvió la vocecilla: "Panerai, Panerai...". Cuando después de unos días constaté que no se iba a ir, tomé la única decisión posible: volver al lado oscuro. Escamado eso sí por mi experiencia anterior, investigué bastante hasta encontrar el que sin duda es el modelo ideal para mí: el PAM 512. 42 milimetros, que se ajustan más a mis gustos sin perder mucha contundencia gracias a las buenas proporciones de la caja y agujas, movimiento Panerai de remonte manual, fondo visto, dial sandwich... Vuelta a la boutique, vuelta a charlar con Alejandra... y aquí está.
Esta vez sí, esta vez estoy orgulloso de presentar el primer Panerai que puedo decir que es mío de verdad. O yo suyo, quién sabe. Hasta que vuelva la voz.
Edito en seguida para subir fotos con el móvil.
El proceso de compra en la boutique de Madrid fue estupendo, con Alejandra haciendo gala de la profesionalidad y simpatía que ya se han comentado por aquí. Todo estupendo... salvo que el reloj no me gustaba. Desde que salí de la tienda tuve la sensación de que ese reloj no era para mí. Demasiado grande y un movimiento "ajeno" que aunque no se viera, sabía que estaba ahí.
Me lo puse un par de días e intenté hacerme a él, pero fue inútil. Había dejado de quererle, aunque él se portara muy bien conmigo mientras estuvimos juntos. Ya estaba lamentándome de la compra cuando, justo antes de Reyes, vi en el foro un anuncio de Cronomanía vendiendo un Rolex Oysterquartz two tone... un reloj que siempre me había atraído por su estética y por ser tan pocos los cuarzos fabricados por Rolex (es casi un vintage). Nos pusimos en contacto, le propuse cambiarlo por el Panerai, aceptó, metí el 380 nuevecito en su caja, cogí un AVE a Valencia y en una soleada mañana de enero, en una terraza rodeada de naranjos, hicimos el cambio.
Volví a casa feliz con la nueva pieza, y aliviado porque el fiasco del Panerai no hubiera sido un gasto inútil. Desde entonces he llevado el Oysterquartz casi a diario en la oficina, alternándolo con el Grand Seiko Self Dater (¿tal vez los dos mejores relojes de cuarzo fabricados jamás?) y con otros más informales el fin de semana.
Y así ha pasado este invierno "cuarcero" y tan frío, creyendo colmadas mis aspiraciones relojeriles, hasta que hace un par de semanas vi con agrado que la ausencia de vida social había permitido acumular en el banco un jugoso remanente. Y casi de inmediato volvió la vocecilla: "Panerai, Panerai...". Cuando después de unos días constaté que no se iba a ir, tomé la única decisión posible: volver al lado oscuro. Escamado eso sí por mi experiencia anterior, investigué bastante hasta encontrar el que sin duda es el modelo ideal para mí: el PAM 512. 42 milimetros, que se ajustan más a mis gustos sin perder mucha contundencia gracias a las buenas proporciones de la caja y agujas, movimiento Panerai de remonte manual, fondo visto, dial sandwich... Vuelta a la boutique, vuelta a charlar con Alejandra... y aquí está.
Esta vez sí, esta vez estoy orgulloso de presentar el primer Panerai que puedo decir que es mío de verdad. O yo suyo, quién sabe. Hasta que vuelva la voz.
Edito en seguida para subir fotos con el móvil.
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