Me voy a meter donde no me llaman:
Supongamos que Osopolar hubiese dicho que el vendedor era calvo, y que Guancho se hubiese referido a él como maldito calvo. Seguro que no habría habido ningún problema (ojito con las guasas que a mi no me sobra pelo, y a pesar de ello no me hubiese dado por aludido). Sin embargo como la palabra hacía referencia a una religión, ya es despreciable, inadecuado, y no-se-cuantas cosas más. Pues no.
Vivimos en un ambiente ridículo en el que parece que determinados adjetivos sirven para legitimar todo y determinados sustantivos son inadjetivables. Que estamos entre gente con una cierta preparación y capacidad para el análisis crítico, hombre. Creo que el milagro de la comunicación se produce cuando dos interlocutores se quieren entender, no cuando pretenden tocarse las narices recíprocamente cogiéndosela con papel de fumar, y aquí lo que parece que hay son ganas de lo segundo.
Saludos
ICE
PD.- Y que conste que considero que a Alberto no le hace falta ayuda de nadie en esta lidia; le asiste la razón y esa es una de las pocas compañeras con las que se puede ir al fin del mundo.