Como decía nuestro insigne Alfonso X El Sabio, "Bebed viejos vinos, leed viejos libros, quemad viejos leños, mantened las viejas amistades". Alfonso no llegó a conocer el noble arte de la relojería, y como hombre sibarita y culto, de vivir hoy en día, posiblemente hubiese sido un defensor de la excelencia, de la alta relojería, como tantos foreros hemos venido defendiendo en estos últimos hilos, especialmente Caprichin, Santi, Uhren, Bertram, Nosty, Rheingold y el que suscribe.
Una de las características del ser humano y una de sus manifestaciones más relevantes es la cultura, y dentro de ella las Bellas Artes, fruto de la evolución del ingenio, del buen hacer, del estudio, trabajo, diseño y búsqueda de la excelencia. Variante de ella sería la alta relojería a mi modo de ver, pues sus piezas conjugan todos los elementos que requiere la calificación de obra de arte: belleza, diseño, materiales nobles, armonía, perfección, excelencia, tradición, artesanía y calidad en resumidas cuentas.
No es comparable por tanto un reloj popular, de producción masiva con uno de alta relojería. Hablamos de dos categorías, dos escalas diferentes, pese a que ambos nos digan la hora con similar exactitud, de la misma forma que no podemos hacer la comparación entre un Gran Reserva y un crianza, o entre dormir en un Ritz o Meurice de París o en la Pensión Casa La Paca (que lo único que comparten es la existencia de una cama en la habitación, aunque si lo que queremos es sólo dormir...). Que nadie se lleve a engaño, pues la excelencia se paga, tanto en la relojería como en la gastronomía o en cualquier otra variante o creación humana.
Un saludo a todos los foreros.