Yo distinguiría entre lo que queremos y lo que nos apetece: lo que nos apetece como una pulsión más básica y lo que queremos como una decisión más compleja y deliberada. Por ejemplo, puede apetecerme una manzana del jardín del vecino porque en un momento dado tengo hambre y tiene un aspecto apetitoso, y sin embargo puedo querer dejarla ahí, ya que no es mía y no me parece bien tomarla sin permiso. En ese sentido, creo que el alcohol puede llevarnos a hacer cosas que nos apetecía hacer, pero que no queríamos hacer. Otra cosa es emborracharnos con el propósito de hacer cosas que no nos permitimos a nosotros mismos hacer sobrios...
No estoy tan seguro de ese matiz.
Lo que "apetece" es en realidad porque eso apetecido se "quiere". Otra cosa es que uno se "auto-censure" como consecuencia de otras consideraciones (morales, religiosas, educacionales, de compromiso...)
Pero, por ejemplo, si no eres violento, aunque bebas, no te da por repartir tortas, aun cuando te apeteciera atizarle a alguien a quien tienes manía.
No te vuelves violento si no tienes esa inclinación de carácter.
Por tanto, no creo que nadie por efecto del alcohol acabe "acostándose" con nadie, como si fuera contra su voluntad, sin quererlo...
Eso no ocurre sin una predisposición previa. Debe haber una inclinación propia hacia querer hacerlo (en el fuero interno).
Yo creo que ese deseo ya existe previamente. Pero se controlaba. Y el efecto del alcohol, que tiende a exaltar tantas emociones, solo es un elemento que facilita hacer lo que uno desea, quiere o le apetece, y que de otro modo se mantiene contenido o bajo control.
"Tengo gustos muy simples. Me siento satisfecho con lo mejor".
Oscar Wilde.