Buen día Jorge; en el verano pensamos ir con mi persona de paseo por los fiordos chilenos y es muy posible estar allí por lo menos unas cuantas horas. Estos barcos pasan por varios puertos argentinos y recuerdo haber visto descender de estos cruceros a cientos de personas en el puerto de Ushuaia y me prometí volver a visitarla. Ahora que usted me invitó a comer ese corderito fueguino - se me está haciendo agua en la boca. Creo que para un porteño - lo del corderito - es muy parecido a cuando usted observaba en mi taller el JLC 101.
Jorge: no me puedo olvidar cuando usted llegaba a mi taller con paso rápido y su mochila delante de su pecho - mientras yo me esforzaba en sorprenderlo con algunas máquinas raras - algunas por su tamaño y otras con sus complicaciones - que como buen Ingeniero - usted Jorge - hacía rápidamente un análisis perfecto de cada máquina que le mostraba.
Jorge: trataré de hacer este lindo paseo que incluye algo muy caro a los argentinos... una visita a las Islas Malvinas!!
Jorge: me hizo recordar que en el año 1961 - cuando abrí mi primer taller - el micrómetro fué la primera herramienta que compré y que fué mi mano derecha desde entonces.
Un saludo y gracias por todo. Luis desde Argentina
Don Luis… Hola…
Me parece buenísimo que recorran los fiordos chilenos.
El sur de Chile… bueh… un tercio de Chile… desde Pto. Montt (a la altura de Bariloche en la Argentina) hacia el sur, carece de carreteras que unan esa región con Santiago de Chile por la simple razón de que es una zona llena de fiordos que en muchos casos tienen glaciares que llegan hasta el mar. Buena parte de esos glaciares se originan en la zona llamada “de los Hielos Continentales”.
En realidad, hay carreteras pero no llevan hacia el norte de Chile. Por ejemplo, hay una en la isla de Chiloé hasta Quellón y otra que une Chaiten con Cochrane así como la que une Torres del Paine con Punta Arenas y desde Punta Arenas hasta la frontera argentina en Monte Aymond.
Pero esa notable dificultad para recorrer el sur de Chile en auto se ve compensada por la belleza de todos los fiordos y de los glaciares. Bueh… compensada para los que viven fuera de esa zona y que podemos disfrutar de ella sin los inconvenientes de vivir en ella.
De hecho, la ciudad de Ushuaia, aunque está ubicada en una bahía muy atractiva, es el final de la zona turísticamente interesante del Canal Beagle.
Y yendo por el Canal Beagle hacia Chile empezamos a encontrar otras bahías como la Bahía Lapataia y casi a continuación la Bahía Yendegaia, que está justo al lado del límite entre Argentina y Chile en la Isla Grande de Tierra del Fuego.
En el Canal Beagle encontramos glaciares como el Romanche, el Italia, el Francia, el Holanda, el Marinelli y muchos otros.
Es cierto que dependiendo del crucero que haga el viaje, la permanencia en Ushuaia es más o menos larga.
Pero si, por las razones que sean, el tiempo no alcanza para que vayamos a comer corderito fueguino en algún lugar del interior de la Isla, intentaremos hincarle el diente en algún restaurante de la ciudad.
Y, aún si los plazos son muy cortos y eso no podemos hacerlo,
dejo expresa constancia de que la invitación sigue en pie para cuando ustedes puedan volver a Ushuaia.
En cuanto a visitar las Islas Malvinas también vale la pena.
Yo estuve allí en el año 1975 (todavía no se había librado la Batalla de las Malvinas de 1982) y era un lugar atractivo aunque desolado.
Ir allí permite entender un poco la mentalidad de los pioneros (en las Malvinas, en la Patagonia o en cualquier lugar del mundo alejado de la civilización) que se bancaron vivir durante largos períodos de tiempo sin comodidades.
Hoy Las Malvinas tienen una guarnición militar “morrocotuda” y supongo que ello habrá modificado bastante las cosas, además de que hoy los habitantes de las islas tienen radio, TV satelital, internet y todo eso.
Pese a todo, sus habitantes eran casi 3000 (es decir nada) en 2012.
Pero imaginémosnos a los primitivos pobladores de las Malvinas (primero los franceses, luego los argentinos y después y hasta hoy los británicos) enterrándose vivos en unos islotes de m…da
sabiendo que durante meses no tendrían noticias del mundo de donde venían.
Hay que tener “algunas cosas muy bien puestas”
para bancarse eso.
Cuando (con la que luego sería mi esposa) fuimos a Las Malvinas en 1975 no había facilidades turísticas pero había algunas familias (2 o 3) que en su casa ofrecían un servicio de desayuno muy british (te, huevos con tomate, pan casero, mermeladas).
A mi futura mujer (bastante viajada) le gustó mucho pero a mí no me convenció nada.
La única experiencia negativa en las islas fue que íbamos en un crucero con una mayoría de argentinos que se consideraban “piolas”
y que aprovechándose de la buena fe del dueño del comercio (era uno solo en esos años) que vendía artículos importados libres de impuestos, se las arreglaron en medio de la aglomeración de clientes para robar camperas y abrigos de buena calidad.
Al notar esos delitos con mi futura esposa decidimos no comprar nada (para que por lo menos algunos argentinos no fuéramos vistos como predadores) y salimos a recorrer Puerto Stanley y por ello conocimos esa vivienda donde daban desayunos.
Luego de ese viaje, cada vez que iban barcos de argentinos, cerraban las puertas del comercio y los hacían pasar de a tres con un empleado siguiendo de cerca a cada cliente.
Lo mismo nos ocurrió cuando visitamos unos 10 años después el poblado chileno de Puerto Williams, en la isla Navarino, donde por ser argentinos, pretendieron que pasáramos de a 3 clientes por vez (JAAAAA.., la fama de predadores de los argentinos nos precedía
... Por supuesto... lo entendimos... pero no entramos a esos comercios porque no aceptamos ser tratados como sospechosos)
Bien… Don Luis… Me he excedido en esto que sería una breve respuesta a su mensaje… Espero que no nos manden a Off Topic…
Lo que es cierto es que cuando usted me mostraba sus calibres, muchos de ellos en estado NOS y en su pequeña cajita original, yo babeaba de gusto.
Un abrazo
Jorge Aldao
Adjunto una foto de un reloj de Punta Arenas de 1913 (para que los moderadores no nos manden a Off Topic
) que pienso poner de manera detallada en el General.
Y adjunto otra foto de dos guanacos (para los europeos, es un camélido salvaje muy común en la región). Uno pastando tranquilamente a la izquierda abajo de la foto y otro rascándose el lomo sin alarmarse por los autos que pasaban y que teníamos que frenar hasta que el bicho se dignara moverse.
Lo notable… y eso habla mucho a favor de los chilenos y de su respeto por la naturaleza es que en la zona de la Torres del Paine, los guanacos no temen a la gente ni a los autos y casi hay que “pedirles permiso”
para poder avanzar por la ruta.
Estoy seguro de que ustedes disfrutarán mucho de ese viaje.