Dagofa
Centoleiro
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Nada más verla, me puse 10 años atrás, y si bien había estado en múltiples ocasiones desde aquella, en ninguna había sentido lo que sentí hoy. Me encantaba, nuevamente me sentía seducido por su
olor, su frescura, su aire, su luz, su alegría, su orden, su limpieza.
Recordaba la tristeza, el fuego devastador, la gente gritaba y nos evacuaban. Pero ella seguía allí, alta, sin perder majestuosidad ni aplomo.
Recordaba el aire y la lluvia golpeándome en la cara, limpia.
Recordaba la brisa y el sol acariciándome mientras saltaba de roca en roca a sus pies.
Para visitarla y vivirla, nada mejor que llevar una de mis mejores galas. Se la muestro orgulloso como mía, a mis pequeños y por supuesto también a vosotros.
Esta es la Torre de Hércules, Patrimonio de la Humanidad.
Trayendo los Presentes.
A sus pies Señora.
El peregrinar.
Su auténtico Dueño y Señor.
olor, su frescura, su aire, su luz, su alegría, su orden, su limpieza.
Recordaba la tristeza, el fuego devastador, la gente gritaba y nos evacuaban. Pero ella seguía allí, alta, sin perder majestuosidad ni aplomo.
Recordaba el aire y la lluvia golpeándome en la cara, limpia.
Recordaba la brisa y el sol acariciándome mientras saltaba de roca en roca a sus pies.
Para visitarla y vivirla, nada mejor que llevar una de mis mejores galas. Se la muestro orgulloso como mía, a mis pequeños y por supuesto también a vosotros.
Esta es la Torre de Hércules, Patrimonio de la Humanidad.
Trayendo los Presentes.
A sus pies Señora.
El peregrinar.
Su auténtico Dueño y Señor.