esos precios obedecen al coleccionismo que es intrínseco del ser humano, y no pongáis en duda que el coleccionista Rolex que posea dicha capacidad económica de pagar por ello lo hará, si yo pudiera lo haría y seguro vosotros también, sin entrar en revalorización futura (que la tendrá y será muy rentable), esto se trata de coleccionismo puro y duro... el que no lo entienda asi les dejo un articulo muy interesante sobre la psicología del coleccionista basados en estudios de importantes centros de investigación de la psiquis humana que vale la pena leer:
"Una de las actividades más curiosas y -a veces- extremas en la vida de un ser humano, es la obsesión por juntar objetos relacionados a cierto tema o afición. Pero ¿por qué se origina ese gusto que parece inherente a nuestra naturaleza tan importante?, ¿cómo es que nuestra mente trabaja para desear con tanta pasión tal o cual objeto sin ninguna utilidad tangible?
La psicología moderna ha puesto manos a la obra para intentar dar respuesta a estas preguntas que en teoría lucen bastante abstractas y complicadas de resolver. Sin embargo, gracias a esta ciencia se ha conseguido determinar que existen tres razones principales por las que una persona quiere retener o coleccionar objetos. La primera de ellas es que podemos pensar que, en realidad, tal o cual artículo nos será útil en algún momento o que, en su defecto, podremos venderlo a un muy buen precio en el futuro. La segunda es que dicho objeto tenga un valor sentimental especial (esta razón puede ser el punto angular de la respuesta, pero a la vez, la más complicada de descifrar). Y por último, se suele creer que al adquirir algo con alto valor monetario, nuestro status como seres vivientes aumenta; es decir, nos hace más importantes o especiales.
El estudio para conocer un poco más del funcionamiento de nuestra mente y sentimientos al momento de coleccionar, se está llevando a cabo en la Universidad de Stanford, mismo que dio inicio recabando testimonios de coleccionistas de diferentes cosas, principalmente de arte. En él, varias de las personas encuestadas atribuían el deseo por poseer cierto objeto a la nostalgia y a la curiosidad, es decir, a un recuerdo principalmente de la infancia que les hacía recordar alguna etapa de júbilo. Otra de las principales razones para comprar algo que para muchos podría resultar inútil, es la preservación. Dicho punto resulta de suma importancia para muchas personas involucradas en áreas culturales, ya que el no tener en su posesión cierta obra significaría que ésta pudiera caer en las manos equivocadas y que se perdiera en el tiempo. En pocas palabras, este subgrupo de coleccionistas siente una responsabilidad genuina sobre ciertos objetos, e inclusive varios de ellos utilizaron la palabra satisfacción al momento de referirse a la preservación de algo que les importa tanto.
Luego de recabar y clasificar la información antes descrita, los investigadores se dieron a la tarea de resolver el misterio de qué es lo que en realidad sucede dentro de nuestro cerebro cuando todas estas complejas sensaciones nos invaden. Un dato muy importante, y de lo primero que se descubrió cuando comenzaron a realizar dichas pruebas, es que cuando nos vemos forzados a entregar una cosa que tiene alto valor de cualquier tipo para nosotros, literalmente causa dolor.
Para reforzar dicha idea, neurólogos de la Universidad de Yale publicaron un texto en el que explican que dos áreas del cerebro, específicamente la corteza del cíngulo anterior y la ínsula, se iluminan y causan malestar cuando nos desprendemos de objetos que -por una u otra razón- consideramos valiosos. Dicho sea de paso, estas áreas cerebrales también son las responsables de que sintamos dolor físico a causa de un golpe o cortadura. Según explica la doctora Kelly McGonagall en un artículo publicado en la revista Science, la forma más simple de entender a esta zona del cerebro, es pensando que su trabajo es el de hacernos saber que algo está mal con nuestro cuerpo. Por lo tanto, el que alguien no quiera deshacerse de cierto objeto, es únicamente para proteger a su materia gris de la desagradable sensación antes descrita.
Otro factor que juega un papel de suma importancia en el lazo que podemos sentir hacia una cosa es el tiempo de posesión, fenómeno que recibe el nombre de Efecto del Tiempo de Pertenencia. A pesar de que esto podría resultar de lo más evidente y obvio, se sabe que el efecto no sólo aplica con objetos que se han tenido por muchos años; de hecho, con tocar por unos momentos algo se puede causar una sensación de pertenecia, de la cual el sujeto difícilmente se deshará. En otro estudio realizado en la Universidad de Chicago, se convocó a un grupo de gente para realizar una subasta de varias cosas. A algunos participantes se les permitió tocar los objetos que serían vendidos minutos después, mientras que otro grupo nada más observó. Al llevarse a cabo la subasta, las personas que estuvieron en contacto con los objetos ofrecieron sesenta por ciento más dinero que las que no, por lo tanto, se concluyó que entre más tiempo estemos con algo, mayor valor le asignamos, ya sea monetario o sentimental.
Se puede decir que el acumular objetos de cualquier índole no le hace daño a nadie, sin embargo, un estudio realizado por el departamento de neurociencia de la Universidad de Princeton, reveló que las personas que gustan de tener muchas cosas que rodean sus espacios de trabajo, pierden una gran cantidad de efectividad, ya que su atención se ve constantemente cortada por ese objeto al que tanto aprecio le tienen, además de que luchar por no ponerle atención puede llevar a la frustración y a cometer errores.
De igual forma, existe la posibilidad de que en algún momento esta afición por coleccionar objetos o cosas pueda salirse de nuestras manos, tal como ocurre con aquellas personas que por un sinfín de circunstancias -a las que se les debería dedicar otro artículo completo para su explicación- terminan por convertirse en acumuladores hasta de basura o chatarra, sin tener la fuerza de voluntad para desprenderse de prácticamente cualquier cosa que puedan atesorar. Así, podemos concluir que el coleccionismo como actividad cotidiana, además de ser beneficiosa para la salud -siempre y cuando se lleve a cabo con mesura y control-, muy probablemente esté impregnada en nuestro DNA. Prueba de ello es que podemos ver a personas acumulando cosas tan comunes como piedras o monedas, hasta sofisticadas colecciones de timbres postales, obras de arte o antigüedades con más de un siglo de existencia".