Montxo Grau
Milpostista
Sin verificar
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Nada como disfrutar del dolce far niente para recuperar instantes guapos, y más si Emma/Chapita está dispuesta a ( en principio ) no lanzarme por el precipicio…Y así resulta francamente motivador bucear en una obra excelsa, deslumbrante y cuya gestación y la singularidad y proeza de la misma ( y, por tanto, calificativos de calibre extraordinarios también le corresponden a su autor ) no sólo muestran - más allá de tres décadas después - aún mayor magia y sorpresa : también ofrece la triste paradoja de evidenciar a su creador que ya nunca alcanzará tamaña magnificencia y esplendor creativo.
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Porque conviene no olvidar que Mike Oldfield creó - el sólito, tocando todos los instrumentos, participar en las labores de producción e ingeniería de sonido y con apoyos exclusivamente en el ámbito de coros y voces – Tubular Bells sin tener ni pajotera idea de solfeo ( y eso no ha cambiado ) con sólo 17 años… época en que una ingente cantidad de innombrables – y muchos de ellos incluso en etapas posteriores – no saben ni hacer la o con un canuto…Y que esa composición, segmentada en dos partes, fue desestimada – quizás resulte más adecuada la expresión vilipendiada – por las discográficas que la consideraron “anticomercial”… Es sobradamente conocida la oportuna vinculación ( algunos dirán oportunista, pero eso resultaría injusto ) de Richard Branson, propietario por aquel entonces de tiendas de discos de segunda mano, con el músico y favorecer en 1973 la aparición de su obra, y el resto es historia.
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He aprovechado para redescubrir , en el cuarto de los misterios que hay en cualquier casa ( y que guardan objetos casi místicos y sorpresas incunables ) el ejemplar nº 4 – año 2000 - del magazine Lunar Wawes , realizado por voluntariosos entusiastas del rock sinfónico-progresivo, y en el que Alfonso Algora realiza una comedida y ajustada reseña ( y eso es loable, ya sabemos todos lo que algunos fanáticos pueden llegar a mentir… ) del mencionado disco y su significación. Me permito aportar alguna de sus frases : “…Simplemente el concepto musical, las cadencias guitarristas, los crescendos, la impoluta producción, los detalles cuidados al máximo… son cosas que merecen inscribirse con letras de oro en <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1ersonName w:st="on" ProductID="la Historia">la Historia</st1ersonName> de <st1ersonName w:st="on" ProductID="la Msica">la Música</st1ersonName>…” <o></o>
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Es obvio que sobre gustos no hay disputas… pero uno desea reivindicar ciertas exigencias antes de aguantar benevolencias que encubren o dan coartada a absolutas mediocridades, y así estamos aguantando completos inútiles que se autodefinen artistas ( sea la disciplina que sea ) . Desde la publicación de Tubular Bells han sido contadísimas las creaciones musicales – no estoy hablando de meras canciones - que merecen la denominación de excepcional, y esa circunstancia aún realza en mayor medida el logro de Mike Oldfield. Tal capacidad uno puede reiterarla en otras composiciones del mismo autor, desde Hergest Ridge y Omadawn a Incantations , y quizás en sus años posteriores sólo destacaría – justamente por enlazar con sus orígenes – Amarok , pues el resto de sus álbumes simplemente responden a concepciones alejadas de esa calidad y, aun así, varios de ellos ( Platinum, QE2, Music of the Spheres ) merecen elogiosos aplausos.
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En ocasiones he aguantado comentarios en que alguno descartaba esta música bajo la simplista argumentación de “es difícil”… Y ya hace tiempo que parece estar establecida por parte de muchos críticos ( y eso demuestra que podrán serlo, pero en absoluto merecen la etiqueta de conocedores ) la premisa de demoler – sin paliativos - todas las creaciones que suponen ir más allá de los cuatro compases… y el período o etapa del Rock sinfónico ( y su evolución a rock progresivo ) siempre resulta una diana a la que es muy fácil apuntar. Supongo que su principal motivo es que no son capaces de asumirla. Basicamente, porque exige esfuerzo. Y eso para ellos es demasiado.
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Porque es evidente que “Supper´s Ready” o “The Cinema Show” ( Genesis ), “Close to the Edge” o “The gates of Delirium” ( Yes ), “Lizard” o “Starless” ( King Crimson ), “Living in the past” ( Jethro Tull ), “The last human gateway” ( IQ ), “Fugazi” o “Script for a Jester´s Tear” ( Marillion ) o “Stardust we are” ( The Flower Kings )… y muchas obras de otra gama creativa - toda la familia de jazz, new age… - pueden merecer muchos calificativos, pero nunca podrán definirse como “simplonas”. Lo cual ya de por sí es todo un mérito.
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Y su calidad inalterable se agranda ante músicos y piezas coetaneas que han envejecido terriblemente mal .
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Puede ser que a algun@s les suponga toda una epopeya asumir la escucha ( que va más allá de simplemente oir ) de piezas de una duración media de 23 minutos… pero no saben entonces la belleza que menosprecian.
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Aunque, seguro, tampoco la merecen.:
Nada como disfrutar del dolce far niente para recuperar instantes guapos, y más si Emma/Chapita está dispuesta a ( en principio ) no lanzarme por el precipicio…Y así resulta francamente motivador bucear en una obra excelsa, deslumbrante y cuya gestación y la singularidad y proeza de la misma ( y, por tanto, calificativos de calibre extraordinarios también le corresponden a su autor ) no sólo muestran - más allá de tres décadas después - aún mayor magia y sorpresa : también ofrece la triste paradoja de evidenciar a su creador que ya nunca alcanzará tamaña magnificencia y esplendor creativo.
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Porque conviene no olvidar que Mike Oldfield creó - el sólito, tocando todos los instrumentos, participar en las labores de producción e ingeniería de sonido y con apoyos exclusivamente en el ámbito de coros y voces – Tubular Bells sin tener ni pajotera idea de solfeo ( y eso no ha cambiado ) con sólo 17 años… época en que una ingente cantidad de innombrables – y muchos de ellos incluso en etapas posteriores – no saben ni hacer la o con un canuto…Y que esa composición, segmentada en dos partes, fue desestimada – quizás resulte más adecuada la expresión vilipendiada – por las discográficas que la consideraron “anticomercial”… Es sobradamente conocida la oportuna vinculación ( algunos dirán oportunista, pero eso resultaría injusto ) de Richard Branson, propietario por aquel entonces de tiendas de discos de segunda mano, con el músico y favorecer en 1973 la aparición de su obra, y el resto es historia.
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He aprovechado para redescubrir , en el cuarto de los misterios que hay en cualquier casa ( y que guardan objetos casi místicos y sorpresas incunables ) el ejemplar nº 4 – año 2000 - del magazine Lunar Wawes , realizado por voluntariosos entusiastas del rock sinfónico-progresivo, y en el que Alfonso Algora realiza una comedida y ajustada reseña ( y eso es loable, ya sabemos todos lo que algunos fanáticos pueden llegar a mentir… ) del mencionado disco y su significación. Me permito aportar alguna de sus frases : “…Simplemente el concepto musical, las cadencias guitarristas, los crescendos, la impoluta producción, los detalles cuidados al máximo… son cosas que merecen inscribirse con letras de oro en <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1ersonName w:st="on" ProductID="la Historia">la Historia</st1ersonName> de <st1ersonName w:st="on" ProductID="la Msica">la Música</st1ersonName>…” <o></o>
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Es obvio que sobre gustos no hay disputas… pero uno desea reivindicar ciertas exigencias antes de aguantar benevolencias que encubren o dan coartada a absolutas mediocridades, y así estamos aguantando completos inútiles que se autodefinen artistas ( sea la disciplina que sea ) . Desde la publicación de Tubular Bells han sido contadísimas las creaciones musicales – no estoy hablando de meras canciones - que merecen la denominación de excepcional, y esa circunstancia aún realza en mayor medida el logro de Mike Oldfield. Tal capacidad uno puede reiterarla en otras composiciones del mismo autor, desde Hergest Ridge y Omadawn a Incantations , y quizás en sus años posteriores sólo destacaría – justamente por enlazar con sus orígenes – Amarok , pues el resto de sus álbumes simplemente responden a concepciones alejadas de esa calidad y, aun así, varios de ellos ( Platinum, QE2, Music of the Spheres ) merecen elogiosos aplausos.
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En ocasiones he aguantado comentarios en que alguno descartaba esta música bajo la simplista argumentación de “es difícil”… Y ya hace tiempo que parece estar establecida por parte de muchos críticos ( y eso demuestra que podrán serlo, pero en absoluto merecen la etiqueta de conocedores ) la premisa de demoler – sin paliativos - todas las creaciones que suponen ir más allá de los cuatro compases… y el período o etapa del Rock sinfónico ( y su evolución a rock progresivo ) siempre resulta una diana a la que es muy fácil apuntar. Supongo que su principal motivo es que no son capaces de asumirla. Basicamente, porque exige esfuerzo. Y eso para ellos es demasiado.
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Porque es evidente que “Supper´s Ready” o “The Cinema Show” ( Genesis ), “Close to the Edge” o “The gates of Delirium” ( Yes ), “Lizard” o “Starless” ( King Crimson ), “Living in the past” ( Jethro Tull ), “The last human gateway” ( IQ ), “Fugazi” o “Script for a Jester´s Tear” ( Marillion ) o “Stardust we are” ( The Flower Kings )… y muchas obras de otra gama creativa - toda la familia de jazz, new age… - pueden merecer muchos calificativos, pero nunca podrán definirse como “simplonas”. Lo cual ya de por sí es todo un mérito.
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Y su calidad inalterable se agranda ante músicos y piezas coetaneas que han envejecido terriblemente mal .
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Puede ser que a algun@s les suponga toda una epopeya asumir la escucha ( que va más allá de simplemente oir ) de piezas de una duración media de 23 minutos… pero no saben entonces la belleza que menosprecian.
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Aunque, seguro, tampoco la merecen.: