Kramnik
Habitual
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Cielo santo, que vivo en una casa donde no hay forma de hacer que entiendan que el liberalismo es una teoría económica, y no una cosa de la conjura judeo-masónica. Claro, que esto explica por qué mis padres me tienen por un poco rojo...
Igual no les va a faltar algo de razón a tus padres , el liberalismo no es solo una teoría económica a mi entender, es algo que va bastante más allá creo. En ese sentido me parece que este artículo explica muy bien lo que es, o mejor dicho, debería ser el "Liberalismo":
Copio literalmente un pequeño extracto remarcando en negrita lo más interesante para quien no tenga ganas de leer el tocho completo del link de arriba(cosa que recomiendo, se sea o no liberal):
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"Pero hoy, ¿A qué podemos llamar liberalismo? ¿Quiénes somos los liberales? Existe entre los liberales una controversia de décadas sobre qué contenidos precisos del liberalismo le son esenciales y le diferencian de las otras familias ideológicas.
El uso de los términos “liberal” y “conservador” en los Estados Unidos está completamente trastocado y es antagónico al significado que se les da en el resto del mundo (en el país norteamericano, “liberal” parece significar “socialdemócrata” y “conservador” es más o menos “liberal”). La exportación de esa confusión semántica, principalmente a través de los escritos de autores hispanohablantes en los Estados Unidos o simples malas traducciones, complica más aún las cosas. Por último, la autodenominación como liberales de partidos y personas que nada tienen que ver con el liberalismo da las últimas pinceladas al cuadro de nuestro revoltijo identitario (excomunistas ultranacionalistas como Zhirinovski en Rusia, personajes como Jesús Gil en España, socialistas en Colombia o neofascistas como Haider en Austria comparten la osadía de decirse liberales).
Creo que cualquier politólogo del mundo coincidirá en una definición muy simple: liberal es aquél que considera la libertad individual de las personas como el valor supremo, incluso por encima de otros tan importantes como el orden o la equidad. A partir de ahí, como en toda corriente de pensamiento, existen liberales de diversas tendencias y es injusto pero frecuente que unos se acusen a otros de usurpar la etiqueta liberal y de ser en realidad conservadores o socialdemócratas. Hay liberales radicales, liberales progresistas, liberales libertarios, liberales conservadores… Y en los Estados Unidos se ha acuñado incluso la etiqueta “liberal clásico” para referirse al liberalismo tal como se entiende en el resto del mundo, aunque más parezca una marca de Coca Cola.
Hay demasiada gente que intenta adueñarse de la palabra “liberal”. Unos de ellos detestan a los partidos liberales europeos y latinoamericanos por haber hecho, a su juicio, demasiadas concesiones al intervencionismo, y consideran que los liberales son en realidad los discípulos de Margaret Thatcher. Obviamente están poniendo el acento en la política económica (realmente liberal) de aquella primera ministra, pero olvidan el resto de sus posicionamientos políticos, que la alejaban a años luz del liberalismo. Otros, por el contrario, insisten en que el liberalismo es una fuerza “de centro” o hasta “de centroizquierda” que constituye la antítesis misma de todo lo conservador, y se basan para ello en la Historia latinoamericana y europea del siglo XIX, cuando las dos fuerzas principales e irreconciliables eran liberales y conservadores. Estos liberales desconfían del liberalismo puramente económico y no le conceden el apellido liberal a los más firmes adalides del libre mercado (como la escuela económica austriaca), a quienes tachan de conservadores, poniendo en cambio el acento en el liberalismo político y sus conquistas cívicas.
Ambos grupos son liberales. Ambos parten de un entendimiento común de la libertad, y ambos cometen un error muy grave: considerar posible la disección del liberalismo para quedarse con partes de su filosofía y desechar o relativizar otras. He conocido a personas que son perfectamente liberales durante una conversación de economía, pero en el momento en que pronuncian una sola frase sobre las minorías étnicas o las orientaciones sexuales, o sobre los derechos civiles y la profundización de la representación democrática, resultan ser tan conservadores que podrían formar parte de cualquier junta cívico-militar latinoamericana de los años setenta. He conocido a personas cuyo liberalismo alcanza cotas de excelencia mientras conversan sobre la democracia, las elecciones libres, el Estado de Derecho y los Derechos Humanos y civiles, pero que después se muestran satisfechos con unos niveles para mí espantosos de presión fiscal e intervención del Estado en la economía.
Para mí, el liberalismo es indivisible. O se es liberal en todo o, en realidad, se es otra cosa. Se puede ser un conservador anclado en el más rancio tradicionalismo moralista y en una profunda vocación de control social, y tener sin embargo una visión liberal en dos o tres áreas. O se puede ser un perfecto socialdemócrata dispuesto a reformar el Estado-providencia en vez de acabar de una vez con él, y tener sin embargo una perspectiva muy liberal en algunas materias. Pero, en mi opinión, ninguno de los dos será un liberal en el pleno sentido de la palabra.
Debido al caos semántico imperante, cuando uno se llama liberal, a renglón seguido debe explicar qué quiere decir. Yo creo aproximarme mucho a la definición antes brindada cuando afirmo que soy liberal y que eso significa que para mí la prioridad esencial es la libertad tanto política como económica de los individuos, a (casi) cualquier precio, porque sin ella no somos nada, casi ni siquiera humanos. Y ese liberalismo implica necesariamente posiciones muy “de derechas” en unos temas, muy “de izquierdas” en otros y completamente diferentes de todo lo demás en algunos aspectos. Por donde se nos verá muy poco es por la zona gris del consenso estratégico, del centrismo calculado, de la equidistancia entre otros. Si tenemos que pasar por la izquierda a los izquierdistas en un tema concreto, o parecer más “de derechas” que los conservadores en otro asunto, lo haremos sin dudar. Si ese tipo de liberalismo necesita adjetivarse, tal vez el calificativo de “libertario” sería el más adecuado, al recalcar (redundante pero al parecer necesariamente) que su prioridad es la libertad… pero toda la libertad. Y la libertad ni es de izquierdas ni es de derechas."
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Atendiendo a la definición de "Liberal" que puede extraerse de ese articulo (recomiendo de nuevo la lectura completa del mismo, link arriba) y que considero muy acertada, creo que muy pocas personas podrían considerarse como tales al 100%, desde luego ni el 10% de las que se autodenominan así. La mayoría de la gente, entre quienes me incluyo, somos un poco mezcla de muchas cosas aunque logicamente unas personas se acercaran más al liberalismo 100% y otras menos...
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