Mr. Jones
Antiguos Moderadores
Sin verificar
Antiguos Moderadores
Recuerdo allá por el 2000, cuando coincidiendo con mi entrada en el mercado laboral y la consiguiente entrada de cash en mi bolsillo, empecé a interesarme por la moda más allá de coger lo primero que se cayera del armario al abrirlo. Empezaron a gustarme ciertas marcas de “prêt à porter” de precios tirando a inaccesibles y en aras de no acabar en la ruina a tan temprana edad me volqué en el incipiente mundo de los outlets, que por aquel entonces se reducía a algunos recónditos y semiclandestinos lugares para iniciados en el barrio de Salamanca, muchas veces en sótanos o primeros pisos y sin escaparate a la calle, que solían comprar sus existencias en gran parte en tiendas de lujo de la zona.
Tras revisar minuciosamente percheros atiborrados de ropa colgada sin ton ni son raro era el día que no encontrara algún pantalón, camisa, abrigo o pashmina que, aunque no fuera lo que, en un mundo ideal me compraría por sus colores llamativos, asimetrías, disposición arbitraria de bolsillos y cremalleras, vintagismo rayando el apolillamiento, estampados alucinógenos etc… presentaba unas excelentes calidades acompañadas de un 80 % de descuento que hacían irresistible la compra.
La consecuencia lógica tras unos cuántos meses de comprar según estos parámetros era, como os podéis imaginar, que mi imagen pasó a ser la de una especie de protohipster daltónico que, oye, llamaba la atención y en el fondo era bien recibida ( o con eso me consolaba yo), ya que la calidad de la ropa era excelente, las marcas denotaban parné (con lo sencillo que era comprarse un rolex a tal efecto, aprendería después) y ser original a esas edades siempre tiene su punto, aunque fuera para hacer botellón en la Plaza del 2 de Mayo…
Fast forward quince años y nos encontramos con gigantescas cadenas de outlets con más variedad que ECI y empezamos a sospechar que las tiendas de ropa “buena” fuera de periodo de rebajas son, por la poca actividad que se ve, una tapadera de blanqueo de dinero como una subasta de rolex vintages cualquiera.
Nos encontramos ante lo que yo llamo la “moda outlet. Todo cristo, de cualquier edad y condición (pero intuyo que especialmente las clases medias y medias altas) compra en outlets y pasa por idéntico proceso de escrutinio al que pasaba yo hace quince años, y el resultado es el que actualmente ofende a nuestras visiones: señores de más de 60 años vestidos como el payaso de micolor, prendas con logotipos gigantes (hasta en el empeine de los zapatos!!), pantalones de Filemón por doquier, dorsales en supuestos polos de rugby sobre señores de prominente barriga cuyo único contacto con el deporte es por vía visual o dactilar (leyendo el marca), camisas con franjas estilo mantel , zapatos con cromatismos que harían plantarse a Barbie si no se se ha ido demasiado lejos, vaqueros rotos y parcheados como si hubieran servido de cama para algún pit bull, …hasta camisas de manga corta empiezan a verse!!!
Entiéndase que, todo ello, que en pequeñas dosis tampoco tendría que ser necesariamente malo, repetido hasta el infinito y habiéndose convertido en la nueva normalidad reproduce en mis susceptibles “hojos” un cuadro propio de algún mal viaje Hunter S.Thompson.
Hasta hay marcas de gran éxito que se basan en reproducir sin tapujos ni complejos esta nueva estética, como El Ganso… cuyas tiendas son el equivalente en confección a una fiesta de princesas de Agatha Ruiz de la Prada pero para onvres de pelo en pecho…
Sobra decir que uno, ni pudiendo ya ser original, empieza a volver a sus orígenes y a ponerse lo primero que se cae del armario, sin preocuparse demasiado por combinaciones, pertinencia de la ocasión etc… Total, por muy mal que combine seguro que me cruzo con unas cuantas decenas de personas que van aún peor, eso sí, conscientemente…
Aquí lo dejo, perdonad el tocho y perdón si alguien se ha sentido ofendido.
Tras revisar minuciosamente percheros atiborrados de ropa colgada sin ton ni son raro era el día que no encontrara algún pantalón, camisa, abrigo o pashmina que, aunque no fuera lo que, en un mundo ideal me compraría por sus colores llamativos, asimetrías, disposición arbitraria de bolsillos y cremalleras, vintagismo rayando el apolillamiento, estampados alucinógenos etc… presentaba unas excelentes calidades acompañadas de un 80 % de descuento que hacían irresistible la compra.
La consecuencia lógica tras unos cuántos meses de comprar según estos parámetros era, como os podéis imaginar, que mi imagen pasó a ser la de una especie de protohipster daltónico que, oye, llamaba la atención y en el fondo era bien recibida ( o con eso me consolaba yo), ya que la calidad de la ropa era excelente, las marcas denotaban parné (con lo sencillo que era comprarse un rolex a tal efecto, aprendería después) y ser original a esas edades siempre tiene su punto, aunque fuera para hacer botellón en la Plaza del 2 de Mayo…
Fast forward quince años y nos encontramos con gigantescas cadenas de outlets con más variedad que ECI y empezamos a sospechar que las tiendas de ropa “buena” fuera de periodo de rebajas son, por la poca actividad que se ve, una tapadera de blanqueo de dinero como una subasta de rolex vintages cualquiera.
Nos encontramos ante lo que yo llamo la “moda outlet. Todo cristo, de cualquier edad y condición (pero intuyo que especialmente las clases medias y medias altas) compra en outlets y pasa por idéntico proceso de escrutinio al que pasaba yo hace quince años, y el resultado es el que actualmente ofende a nuestras visiones: señores de más de 60 años vestidos como el payaso de micolor, prendas con logotipos gigantes (hasta en el empeine de los zapatos!!), pantalones de Filemón por doquier, dorsales en supuestos polos de rugby sobre señores de prominente barriga cuyo único contacto con el deporte es por vía visual o dactilar (leyendo el marca), camisas con franjas estilo mantel , zapatos con cromatismos que harían plantarse a Barbie si no se se ha ido demasiado lejos, vaqueros rotos y parcheados como si hubieran servido de cama para algún pit bull, …hasta camisas de manga corta empiezan a verse!!!
Entiéndase que, todo ello, que en pequeñas dosis tampoco tendría que ser necesariamente malo, repetido hasta el infinito y habiéndose convertido en la nueva normalidad reproduce en mis susceptibles “hojos” un cuadro propio de algún mal viaje Hunter S.Thompson.
Hasta hay marcas de gran éxito que se basan en reproducir sin tapujos ni complejos esta nueva estética, como El Ganso… cuyas tiendas son el equivalente en confección a una fiesta de princesas de Agatha Ruiz de la Prada pero para onvres de pelo en pecho…
Sobra decir que uno, ni pudiendo ya ser original, empieza a volver a sus orígenes y a ponerse lo primero que se cae del armario, sin preocuparse demasiado por combinaciones, pertinencia de la ocasión etc… Total, por muy mal que combine seguro que me cruzo con unas cuantas decenas de personas que van aún peor, eso sí, conscientemente…
Aquí lo dejo, perdonad el tocho y perdón si alguien se ha sentido ofendido.