joler
De la casa
Sin verificar
NOTA: Las fotos tardarán unos minutos en estar disponibles.
Hoy muestro una pieza modesta y anónima.
Un reloj sin nombre, un "unbranded watch" un "no name", un completo desconocido que, tras años de olvido, va a tener por fin su momento de gloria.
Seguramente pasó años en un cajón repleto de vintages que se fue vaciando poco a poco. Primero se fueron aquellos que pertenecían a marcas de reconocido prestigio, después las marcas de fantasía con buenos calibres y al final sólo quedaron un puñado de relojes desconocidos y rotos.
Como es lógico, su interior sólo puede albergar un sencillo calibre perteneciente a la plebe relojera: un Ebosa con áncora de paletas.
Así estaba este pequeño, con la espiral rota y doblada hacia dentro como si se hubiera retorcido de dolor en el desgraciado instante en que su corazón se paró.
La verdad es que me dio pena y, aunque sabía que había pocas posibilidades, dediqué la mañana del domingo a intentar repararlo.
Aquí está, todavía convaleciente, con su ortopédica solución de caballero mutilado.
Y posando con la dignidad de un viejo soldado.
Siempre es una placer sacar del olvido viejos relojes estropeados pero rescatar una pieza insignificante como esta produce una sensación distinta y especial.
Espero que os haya entretenido.
Hoy muestro una pieza modesta y anónima.
Un reloj sin nombre, un "unbranded watch" un "no name", un completo desconocido que, tras años de olvido, va a tener por fin su momento de gloria.
Seguramente pasó años en un cajón repleto de vintages que se fue vaciando poco a poco. Primero se fueron aquellos que pertenecían a marcas de reconocido prestigio, después las marcas de fantasía con buenos calibres y al final sólo quedaron un puñado de relojes desconocidos y rotos.
Como es lógico, su interior sólo puede albergar un sencillo calibre perteneciente a la plebe relojera: un Ebosa con áncora de paletas.
Así estaba este pequeño, con la espiral rota y doblada hacia dentro como si se hubiera retorcido de dolor en el desgraciado instante en que su corazón se paró.
La verdad es que me dio pena y, aunque sabía que había pocas posibilidades, dediqué la mañana del domingo a intentar repararlo.
Aquí está, todavía convaleciente, con su ortopédica solución de caballero mutilado.
Y posando con la dignidad de un viejo soldado.
Siempre es una placer sacar del olvido viejos relojes estropeados pero rescatar una pieza insignificante como esta produce una sensación distinta y especial.
Espero que os haya entretenido.
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