Wallabee
Forer@ Senior
Sin verificar
En el primer encierro de San Fermin, en el callejón, casi a las puertas de la plaza, un señor mayor que no se que hacía ahí, se desayunó con un toledano castaño de Alcurrucén de frente a él, como cuando yo salgo de casa y me encuentro a mi perra, dándome los buenos días en la puerta del garaje. El hombre reacciona poniendo las manos en las astas del bicharraco de más de quinientos quilos y el bienpuesto lo mira y lo deja estar. Yo lo daba por anunciado en el parte de la cruz roja, pero no era su día de desgracia y el hombre bien pudo almorzarse unas magras con tomate, si el cuerpo se lo permitió aquella mañana.
Esta mañana ha habido otra montonera, una puerta mal abierta o mal cerrada, el paso estrecho y la multitud de un sábado de fiestas corriendo hacia el desastre. Los que quieren ahorrarse los tres euros de la entrada, se ponen al final de Estafeta para entrar por el callejón apenas se oye el cohete, y los que corren en esa misma calle se han juntado en la montonera, han sido momentos de pánico y hay una persona herida grave, que parece ser que se salvará. Los bichos han renunciado a su genética esta mañana y han salvado vidas.
Ahora viene la polémica otra vez.
Montoneras han habido siempre, fines de semana de overbooking en prácticamente todo el recorrido, han habido siempre. Muertos, desgraciadamente, hay de vez en cuando, pero nadie obliga a nadie a meterse ahí.
El morbo, la adrenalina, viajan miles de km. en avión, al aeropuerto de Bilbao, al de Madrid y al de Barcelona. los alrededores de Pamplona son un gran aparcamiento de gentes venidas de toda España. Solo de mi pueblo que son menos de 2000 habitantes, van unos 15 ó 20 cada año, a correr o a molestar, pero van.
Las divisas que entran en Pamplona, han hecho de este encierro algo más que un encierro famoso, cada vez hay menos pamploneses y más coreanos, menos valencianos y más australianos, menos maños y más americanos. El poder del dinero fresco y mirar para otro lado, cuando interesa.
Hoy podría haber habido una matanza, tal vez los toros son más nobles de lo que pensamos, o no. Igual ha sido el capote de San Fermín.
A mi me gustaban mucho los toros, muchísimo. Me dieron una ocasión de salir a torear y se me quitó la afición. Sin embargo, sigo admirando a los corredores pamplonicas o madrileños, castellonenses o catalanes, que van todos los años a verse con los toros. Y me dan mucho miedo los australianos, japoneses o texanos, que se han leído en el avión, el libro de aquel americano que le dio fama internacional a los San Fermines.
¿Fiesta tradicional, fiesta desvirtuada, brutalidad, o que cada uno haga lo que quiera con su cuerpo serrano?
Esta mañana ha habido otra montonera, una puerta mal abierta o mal cerrada, el paso estrecho y la multitud de un sábado de fiestas corriendo hacia el desastre. Los que quieren ahorrarse los tres euros de la entrada, se ponen al final de Estafeta para entrar por el callejón apenas se oye el cohete, y los que corren en esa misma calle se han juntado en la montonera, han sido momentos de pánico y hay una persona herida grave, que parece ser que se salvará. Los bichos han renunciado a su genética esta mañana y han salvado vidas.
Ahora viene la polémica otra vez.
Montoneras han habido siempre, fines de semana de overbooking en prácticamente todo el recorrido, han habido siempre. Muertos, desgraciadamente, hay de vez en cuando, pero nadie obliga a nadie a meterse ahí.
El morbo, la adrenalina, viajan miles de km. en avión, al aeropuerto de Bilbao, al de Madrid y al de Barcelona. los alrededores de Pamplona son un gran aparcamiento de gentes venidas de toda España. Solo de mi pueblo que son menos de 2000 habitantes, van unos 15 ó 20 cada año, a correr o a molestar, pero van.
Las divisas que entran en Pamplona, han hecho de este encierro algo más que un encierro famoso, cada vez hay menos pamploneses y más coreanos, menos valencianos y más australianos, menos maños y más americanos. El poder del dinero fresco y mirar para otro lado, cuando interesa.
Hoy podría haber habido una matanza, tal vez los toros son más nobles de lo que pensamos, o no. Igual ha sido el capote de San Fermín.
A mi me gustaban mucho los toros, muchísimo. Me dieron una ocasión de salir a torear y se me quitó la afición. Sin embargo, sigo admirando a los corredores pamplonicas o madrileños, castellonenses o catalanes, que van todos los años a verse con los toros. Y me dan mucho miedo los australianos, japoneses o texanos, que se han leído en el avión, el libro de aquel americano que le dio fama internacional a los San Fermines.
¿Fiesta tradicional, fiesta desvirtuada, brutalidad, o que cada uno haga lo que quiera con su cuerpo serrano?