Pues en esa misma línea van otros gobiernos europeos: Francia y Gran Bretaña han anunciado medidas similares, en Alemania se ha retrasado sine die la aplicación de las promesas electorales de bajadas de impuestos, por no hablar de Grecia y Portugal.
También por esa línea van los “otros gobiernos” españoles y, en el ámbito de sus posibilidades y competencias, prácticamente las diecisiete comunidades autónomas y los más de ocho mil municipios (si, si, más de ocho mil) están realizando modificaciones tributarias para incrementar sus ingresos. Quizá resulte conveniente recordar aquí que del total de gasto público (excluida la Seguridad Social), las entidades locales suponen el 20%, la administración central el 30% y las Comunidades Autónomas el 50%. La complejidad político-territorial de España no tiene comparación con ninguna otra nación europea, salvo Alemania (y de lejos, muuuuy de lejos).
Añádase a este ya de por sí numerosísimo entramado administrativo las empresas públicas, fundaciones, consorcios, mancomunidades, entidades públicas empresariales, agencias, entes públicos diversos y cualesquiera otros engendros que la prolífica mente de nuestros legisladores pueda elucubrar (sobre todo para eludir los requisitos a los que están sometidas las administraciones). Además, la mayor parte de ellas estaban alimentadas artificialmente gracias al boom especulativo del sector de la construcción (los Ayuntamientos con las licencias de obras, las Comunidades con el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y el Estado con el IVA e IRPF).
Y ahora tenemos lo que tenemos: una administración sobredimensionada (sobre todo en Ayuntamientos), ineficiente tanto en su funcionamiento (hay muchos procedimientos “jurásicos”) como en su definición competencial y que cada vez gasta más a través de ese entramado de entes dependientes para eludir los controles a los que está sometida la gestión de las administraciones. A esto hay que añadir la pérdida de competitividad acumulada de nuestra economía en la última década (centrada en el ladrillo) que nos va a hacer pasar una muy dura travesía del desierto en los próximos años.
Por si esto fuera poco, la guinda: una clase política (¿o mejor lacra política?) que claramente no está a la altura de las circunstancias, que dedica sus esfuerzos al descrédito del rival y que ante las críticas lo único que responde es “y tu más” o "y tu peor". Si en la situación que está este país no se considera que es lo suficientemente grave para un pacto de Estado, apaga y vámonos.
Entiendo que este mensaje tiene contenido político, pero no partidista. Simplemente he intentado mostrar mi opinión sobre la situación de este país sin decantarme por ninguna opción política (más bien criticándolas a todas). En cualquier caso si me he excedido de los límites permitidos pido disculpas y le ruego al sr. moderador que actúe en consecuencia.
Saludos.