Pedro Haddock
Forer@ Senior
Sin verificar
Hace ya muchos años, más de los que me parece que han pasado, compré una de las primeras Lamy Safari que se produjeron. Entonces no le di demasiada importancia ni valor porque era una representante de lo que hoy se conocen por plumas baratas de iniciación. En realidad, pretendía ser una pluma de batalla, para escribir mucho con ella y tener la tranquilidad de que si se perdía o se estropeaba, no sería gran pérdida.
La pluma en cuestión terminó con convertirse en un icono y aquéllas primeras se transformaron en objetos de culto por los que actualmente se pagan cantidades desorbitadas. Es lo que tiene el coleccionismo que poco tiene que ver con el valor intrínseco de las piezas.
Mi vetusta Lamy sufrió muchos avatares, la sometí a muchos esfuerzos y puedo afirmar que su escritura era inafatigablemente perfecta. Trazo suave como un suspiro, ligereza, comodidad y ergonomía... Rellené sus cartuchos infinidad de veces y me acompañó durante largas horas de trabajo y estudio. Siempre era una de las incondicionales en mi cartera.
Pasó el tiempo y el esfuerzo tuvo consecuencias; se rompió la tapa interior del capuchón, algo que pasaba a menudo en las primeras Safari. Intenté arreglarlo pero se deshizo entre mis manos así que, desarmada, la guardé durante años a la espera de encontrar recambio. No pudo ser porque a partir de la segunda serie, Lamy cambió los materiales de las tapas interiores para hacerlas más duraderas. También cambió el capuchón entero que pasó a ser de una sola pieza.
Pero lo pero estaba por llegar. Pasaron más años y resultó que mi humildísima y modesta Safari se había convertido en una asombrosa pieza de coleccionista, de las más buscadas y mejor pagadas en el mundo. La busqué en el cajón de las piezas retiradas y allí estaba aunque, ay, incompleta. Busqué y rebusqué pero no encontré el tornillo superior del capuchón.
Estará por algún lado, pero hasta ahora no ha aparecido, quizá para evitar que me desprende de ella, mi fiel y primitiva Safari, mi humilde compañera de horas. Ahora la guardo con inmensa gratitud y cariño. Cojita, disminuida, pero igualmente preciosa.
Lo que sí conserva es la huella de las miles de horas que pasamos juntos y que ahora os muestra con orgullo.
Os la presento. Es la famosa Savanna Green
Y estas son sus heridas...
un abrazo para todos
La pluma en cuestión terminó con convertirse en un icono y aquéllas primeras se transformaron en objetos de culto por los que actualmente se pagan cantidades desorbitadas. Es lo que tiene el coleccionismo que poco tiene que ver con el valor intrínseco de las piezas.
Mi vetusta Lamy sufrió muchos avatares, la sometí a muchos esfuerzos y puedo afirmar que su escritura era inafatigablemente perfecta. Trazo suave como un suspiro, ligereza, comodidad y ergonomía... Rellené sus cartuchos infinidad de veces y me acompañó durante largas horas de trabajo y estudio. Siempre era una de las incondicionales en mi cartera.
Pasó el tiempo y el esfuerzo tuvo consecuencias; se rompió la tapa interior del capuchón, algo que pasaba a menudo en las primeras Safari. Intenté arreglarlo pero se deshizo entre mis manos así que, desarmada, la guardé durante años a la espera de encontrar recambio. No pudo ser porque a partir de la segunda serie, Lamy cambió los materiales de las tapas interiores para hacerlas más duraderas. También cambió el capuchón entero que pasó a ser de una sola pieza.
Pero lo pero estaba por llegar. Pasaron más años y resultó que mi humildísima y modesta Safari se había convertido en una asombrosa pieza de coleccionista, de las más buscadas y mejor pagadas en el mundo. La busqué en el cajón de las piezas retiradas y allí estaba aunque, ay, incompleta. Busqué y rebusqué pero no encontré el tornillo superior del capuchón.
Estará por algún lado, pero hasta ahora no ha aparecido, quizá para evitar que me desprende de ella, mi fiel y primitiva Safari, mi humilde compañera de horas. Ahora la guardo con inmensa gratitud y cariño. Cojita, disminuida, pero igualmente preciosa.
Lo que sí conserva es la huella de las miles de horas que pasamos juntos y que ahora os muestra con orgullo.
Os la presento. Es la famosa Savanna Green
Y estas son sus heridas...
un abrazo para todos