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De la casa
Sin verificar
Isle of Man TT: The Beautiful Dangerous
Una vez al año, entre la última semana de Mayo y la primera de Junio, algunos de los más rápidos y valientes pilotos del planeta se dan cita en una pequeña isla al Este de Irlanda para disputar la carrera de motos más peligrosa y salvaje de cuantas se celebran.
La gloria y la fama cobran en este pequeño paraíso de la velocidad nuevo significado. Nadie allí quiere ser Cristiano Ronaldo. No. Nadie levantará una estatua de bronce del futbolista cuando ya no esté. Una estatua como la que evoca las gestas del gran Joey Dunlop, el Rey de La Montaña.
Aquí las victorias se deciden por márgenes insignificantes. Y, más que nunca, la línea que separa la muerte de la fama, de la victoria, del “Todo”, fue tan estrecha.
El TT de La Isla de Man. El Tourist Trophy. Una historia que merece ser contada.
54.1543288 -4.4800578. Lo más probable es que estas coordenadas no te digan absolutamente nada –de lo contrario yo empezaría a preocuparme- y sin embargo te llevan directamente hasta un reducto del pasado, donde los límites de velocidad quedan olvidados más allá de las poblaciones, donde el cuándo y el cómo de rápido queda supeditado a tu sentido común, o a tu carencia de él.
Una isla paradisíaca, donde las escenas son tan sobrecogedoras y las carreteras atraviesan tal exuberancia de paisajes que sentarse al borde de la calzada para mirar un atardecer puede hacerte recordar, a pesar de no haberlo visto jamás, cómo los pilotos pasaban por esos mismos ángulos, rodilla en el suelo, mirada hacia la salida de la curva, con la certeza de que un pequeño fallo, una duda, puede hacerte perder el control. Quizá con suerte, pudieran contarlo.
Un lugar en el que desde cualquier vehículo se desprende un aura drámatico, peligroso, como si advirtiera: “esto es La Isla de Man, chaval, ¿estás seguro de que eres lo bastante hombre para estar aquí?”.
227 almas. Esta es la cifra de muertes a lo largo de sus más de 100 años de historia de carreras por carreteras y calles convertidas eventualmente en circuito. Y ni siquiera están incluidos oficiales de carrera, público ni test no oficiales.
Un poco de historia.
El primer paso para albergar una competición de tal calibre fue reescribir el código de circulación. En Reino Unido no se permitían las competiciones de motor por carreteras públicas, pero en Man estaban decididos a cambiar eso. En 1904 se celebró la primera carrera -de coches– en un circuito que discurría a lo largo de toda la isla y que, entre otras cosas, contaba con 5 pasos a nivel, con lo que en 1910 fue modificado para no entorpecer el tráfico ferroviario, ¿quién dijo peligro? El trazado original tenía una longitud de 83 km y no formaba parte de ningún campeonato, si no que era la ronda eliminatoria de Reino Unido para correr el Campeonato Europeo.
La primera carrera de motociclismo se celebro en 1906. Y desde ese mismo año hasta 1910 se celebraron en el más corto pero igualmente espectacular circuito de St John’s, con una longitud de 16,5 Km y cuyo récord fue establecido con una escandalosa vuelta lanzada a una velocidad media de 60 Km/h, tres veces más de lo permitido en carretera abierta en el resto del país. En 1911 se dividió la carrera en dos categorías: moncilindricas de hasta 300 cc y bicilíndricas de hasta 350 cc para la categoría Junior y monocilindricas de 500 y bicilindricas de 585 cc para la categoría Senior. En 1912 se reagruparon de nuevo: monocilindricas de 350 cc y bicilindríacas de 500 cc. El reglamento técnico sobre las motocicletas era por aquel entonces tremendamente exigente, extenso y profundo: era obligatorio llevar silenciosos de escape, reposapiés y guardabarros. El casco no fue obligatorio hasta 1914.
Debido a La Primera Guerra Mundial (1914-1918), no habría carreras de nuevo hasta 1920, año en que se introduciría una nueva calegoría: la “Lightweight Class” para motos de 250 cc (en 1924 también la Super Lightweight Class de 175 cc). Para este año ya se correría en el remodelado circuito, que adquirió el nombre de Snaefell Mountain Course o simplemente el Circuito de La Montaña, haciendo referencia a los 422 m sobre el nivel del mar de su punto más alto y reduciéndose su longitud hasta los 62 km recorridos por la única “carretera” que por entonces había en la Isla.
A finales de los años 20, las carreras duraban más de seis horas, los podios se conseguían tras varias caídas y con las motos semidestrozadas después de los golpes y los habituales incendios que se producían al repostar en el Pit Lane, y que como si nada eran sofocados para seguir firmemente, a más de 100 km/h, hacia la victoria.
Durante los años 30 la evolución de las motocicletas hizo que aumentaran las velocidades medias por vuelta. Sin embargo, lo más característico de esta época fue el “boom” comercial que el TT, y consecuentemente la isla, sufrieron, llegandose a rodar películas en torno a las carreras, como por ejemplo: No Limit (1936).
Tras la pausa producida por La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el TT se volvería a celebrar en 1947. Importantes cambios se producirían en algunas secciones del circuito, pero uno de los detalles más curisos fue la prohibición de la sobrealimentación en los motores, técnica derivada del sector aeronáutico de post guerra. En 1949 el TT pasa a ser la carrera inagural del Campeonato del Mundo de Motociclismo. A pesar de las restricciones, la velocidad media ya era superior a los 150 km/h.
Hasta 1976, el TT formaría parte del Mundial. Sin embargo, se dieron en varias ocasiones varias tentativas de eliminar el circuito por su peligrosidad y la cantidad de muertes que se producían en él. Hacia 1954 se diseña un nuevo circuito –también “urbano”- más acorde con los estándares de seguridad del momento. Es el llamado Clypse TT Course. No obstante, la idea no llegó a buen puerto y a finales de los 50 se volvio al circuito original. La esencia misma de las carreras escribiría su propia historia desde ese momento en el TT, considerándose, desde los 60 hasta mediados de los 70, la época más gloriosa, de increíbles historias, carreras, desapariciones y victorias. The Golden Era.
A finales de los 50 y principios de los 60 fue Mike Hailwood el gran dominador del TT consiguiendo en 1961 su primer Hat Trick. En esta ocasión consiguió la victoria en las tres cilindradas disputadas: 125, 250 y la “Senior Race”. Las dos primeras, de la mano de Honda –que forjó su leyenda en el TT a base de luchar encarnizadamente contra las marcas europeas– y la categoría reina, a lomos de una preciosa Norton de motor rotativo.
El video que se ve a continuación no tiene desperdicio. Imágenes, y sobre todo, sonido de las motos de la época.
Pinchar enlace para ver video.
https://www.youtube.com/watch?v=BVfwuy4Rqic&feature=player_embedded
En el 64 gana su primer TT el gran Giacomo Agostini, estableciendo un nuevo récord de velocidad media de 161 km/h. Pero la culminación de esa década llega en 1967, cuando Mike Hailwood con Honda y Giacomo Agostini con MV Agusta protagonizaron la más encarnizada lucha que se recuerda en el TT. Ese año ha sido catalogado por muchos como el mejor TT de la historia. Basta decir que Hailwood marcó una vuelta en carrera con una media de más de 175 km/h, récord que no sería batido hasta 1975. Para más INRI fue la última carrera del Mike Hailwood, que no volvería al TT hasta 11 años después.
El 72 fue un año trágico para el TT, muchos pilotos sufrieron accidentes, algunos muy graves y otros fatales. Agostini ganó ese año, pero anunciaría su retirada del TT. En ese momento el Tourist Trophy entró en decadencia y en 1975 saldría del calendario como cita del Campeonato del Mundo, desplazándose hasta el mucho más seguro y moderno circuito de Silverstone. Mucha gente creyó por entonces que el TT estaba herido de muerte; sin embargo, estaban equivocados.
En 1977, con tan sólo 25 años, un joven Norirlandés del Ulster cambió la historia del motociclismo mundial. Tras la salida del TT de Man del Mundial, los ingleses se inventaron en 1977 su propia categoría: Formula 1 TT, que en 1989 desembocaría en el Campeonato del Mundo de Superbikes. Motos derivadas de la serie con preparaciones extremas. La FTT-1 empezó con apenas tres citas alrededor de las islas británicas, finalizando su andadura con citas repartidas por los circuitos más prestigiosos del planeta: Hockenheim, Assen, Misano, Donington Park, Sugo, Hungaroring, Jerez y, por supuesto, el TT. Joey ganó cinco campeonatos consecutivos de TTF-1.
Vuelta on board a “La Montaña” desde la moto de Dunlop. Escalofriante al completo, imprescindible desde el minuto 5’30”.
Pinchar enlace para ver video.
https://www.youtube.com/watch?v=feRDGpVnl7M&feature=player_embedded
En 1980, volvió a ganar el TT, pero entre 1983 y 1988 fue su mejor época. Ganó 11 pruebas contando los TT Junior y TT Senior, quedándose a una sola victoria de el gran Mike Hailwood, con 14 a sus espaldas. Pero esta ansiada victoria tardaría en llegar porque Joey se batiría en duelo durante años contra algunos de los mejores pilotos de la historia del motociclismo. Carl Fogarty, Steve Hislop o Philip McCallen por citar algunos.
Carl Fogarty
Steve Hislop
Phillip McCallen
Entre ellos protagonizarían uno de los TT más memorables que se recuerdan, 1992. Ese año, Carl Fogarty realizó una vuelta en entrenamientos a una velocidad media de 198,9 Km/h. El título se lo llevo Foggy, seguido de Hislop, y de Joey, que años después lograría las victorias que le convirtieron en el piloto más laureado del TT con 26 oros en 101 participaciones. Su portentoso palmarés se estancó inesperadamente con su trágica muerte en el año 2000 cuando participaba en una carrera en la fría Estonia, lejos de casa, a orillas del Mar Báltico. Liderando una prueba de 125 cc bajo la lluvia perdió el control de su moto y acabó impactando contra los árboles que bordeaban la carretera. A su funeral acudieron más de 50000 personas. Su familia fue una estirpe de campeones malogrados. Su hermano Robert, 8 años menor, falleció en 2008 en otro accidente de moto en la mítica North West 200. Los dos hijos de éste corrieron en 2009 el TT marcando el menor la vuelta rápida en la categoría de 600 cc.
Dunlop - Hislop - McCallen
Joey Dunlop fue un auténtico Work Class Hero. De trato humilde, jamás dijo que no a una buena pinta con un aficionado a pesar de haber sido uno de los más grandes.
Dunlop en katescottage
Los años 90 transcurrieron de forma frénetica en el TT, a pesar de no formar parte ya de ningún campeonato. La Isla de Man se había convertido en centro de peregrinaje de fama mundial que acogía al año a miles de aficionados, lo que garantizaba su futuro. La receta: diferentes ganadores pero con el mismo espectáculo de antaño.
Quizá la razón por la que escribo esto hoy, alejado de la temática de coches deportivos de 8000vueltas.com, es que rebuscando por casa encontré un DVD del TT de la Isla de Man del año 2002, con el posteriormente malogrado David Jefferies –DJ- en portada en el mo,ento en el que estaba a punto de lograr en la última vuelta de carrera el primer giro por debajo de 18 minutos de la historia.
DJ murió en el TT de 2003 en un accidente en la sección de Crosby a más de 260 km/h en su GSX-R 1000, rodando en clasificación en busca de un tiempo que le permitiera salir delante en carrera. Como legado dejó una espectacular vuelta récord de 202,27 km/h de velocidad media. El año pasado se registró una velocidad punta no oficial -fue grabada por el sistema de adquisición de datos y no por el equipo de cronometraje- de 332 km/h.
Sólo recordar como pasaba por las calles de Douglas con el gas a fondo, saltando, entre bordillos y árboles con sus chasis ultramodernos retorciéndose, con las suspensiones haciendo topes, con carenados tocando el suelo y con motores de última generación gritando de forma despiadada entre el público que observa las carreras en un silencio sepulcral, con los músculos en tensión, cruzando los dedos para que nadie perdiera el control de su moto a más de 300 km/h rodeado de edificios; simplemente pone los pelos de punta.
Pinchar enlace para ver video.
https://www.youtube.com/watch?v=AHBy7XTVxbU&feature=player_embedded
Ha habido grandes campeones en los últimos años; DJ fue uno, pero no podemos olvidar a John McGuiness (poseedor del récord absoluto con una vuelta de 17′ 12” a una media de más de 211 km/h, la primera de la historia por encima de 130 Millas/h), a Guy Martin o a Bruce Anstey… la nueva generación de caballeros. No son los niños que se suben a una 125 del Campeonato del Mundo, sin responsabilidades, sin miedo. Son los hombres cuya mirada expresa la tensión de saberse en peligro, de luchar por la gloria o morir en el intento, dejando mucho tras de sí. Por eso abrazan a sus familias como si no fueran a volver a verlas, tratan de tranquilizarlas diciéndoles que no van a tope, que no merece la pena, que el viejo TT ya no puntúa para el Mudial. Pero en el fondo saben que es mucho más que eso, que es mucho más que llenar un casillero con 25 puntos. Es el TT, es la belleza del riesgo. Es “The Beautiful Dangerous”.
Una vez al año, entre la última semana de Mayo y la primera de Junio, algunos de los más rápidos y valientes pilotos del planeta se dan cita en una pequeña isla al Este de Irlanda para disputar la carrera de motos más peligrosa y salvaje de cuantas se celebran.
La gloria y la fama cobran en este pequeño paraíso de la velocidad nuevo significado. Nadie allí quiere ser Cristiano Ronaldo. No. Nadie levantará una estatua de bronce del futbolista cuando ya no esté. Una estatua como la que evoca las gestas del gran Joey Dunlop, el Rey de La Montaña.
Aquí las victorias se deciden por márgenes insignificantes. Y, más que nunca, la línea que separa la muerte de la fama, de la victoria, del “Todo”, fue tan estrecha.
El TT de La Isla de Man. El Tourist Trophy. Una historia que merece ser contada.
La Isla
54.1543288 -4.4800578. Lo más probable es que estas coordenadas no te digan absolutamente nada –de lo contrario yo empezaría a preocuparme- y sin embargo te llevan directamente hasta un reducto del pasado, donde los límites de velocidad quedan olvidados más allá de las poblaciones, donde el cuándo y el cómo de rápido queda supeditado a tu sentido común, o a tu carencia de él.
Una isla paradisíaca, donde las escenas son tan sobrecogedoras y las carreteras atraviesan tal exuberancia de paisajes que sentarse al borde de la calzada para mirar un atardecer puede hacerte recordar, a pesar de no haberlo visto jamás, cómo los pilotos pasaban por esos mismos ángulos, rodilla en el suelo, mirada hacia la salida de la curva, con la certeza de que un pequeño fallo, una duda, puede hacerte perder el control. Quizá con suerte, pudieran contarlo.
Un lugar en el que desde cualquier vehículo se desprende un aura drámatico, peligroso, como si advirtiera: “esto es La Isla de Man, chaval, ¿estás seguro de que eres lo bastante hombre para estar aquí?”.
227 almas. Esta es la cifra de muertes a lo largo de sus más de 100 años de historia de carreras por carreteras y calles convertidas eventualmente en circuito. Y ni siquiera están incluidos oficiales de carrera, público ni test no oficiales.
Un poco de historia.
El primer paso para albergar una competición de tal calibre fue reescribir el código de circulación. En Reino Unido no se permitían las competiciones de motor por carreteras públicas, pero en Man estaban decididos a cambiar eso. En 1904 se celebró la primera carrera -de coches– en un circuito que discurría a lo largo de toda la isla y que, entre otras cosas, contaba con 5 pasos a nivel, con lo que en 1910 fue modificado para no entorpecer el tráfico ferroviario, ¿quién dijo peligro? El trazado original tenía una longitud de 83 km y no formaba parte de ningún campeonato, si no que era la ronda eliminatoria de Reino Unido para correr el Campeonato Europeo.
La primera carrera de motociclismo se celebro en 1906. Y desde ese mismo año hasta 1910 se celebraron en el más corto pero igualmente espectacular circuito de St John’s, con una longitud de 16,5 Km y cuyo récord fue establecido con una escandalosa vuelta lanzada a una velocidad media de 60 Km/h, tres veces más de lo permitido en carretera abierta en el resto del país. En 1911 se dividió la carrera en dos categorías: moncilindricas de hasta 300 cc y bicilíndricas de hasta 350 cc para la categoría Junior y monocilindricas de 500 y bicilindricas de 585 cc para la categoría Senior. En 1912 se reagruparon de nuevo: monocilindricas de 350 cc y bicilindríacas de 500 cc. El reglamento técnico sobre las motocicletas era por aquel entonces tremendamente exigente, extenso y profundo: era obligatorio llevar silenciosos de escape, reposapiés y guardabarros. El casco no fue obligatorio hasta 1914.
Debido a La Primera Guerra Mundial (1914-1918), no habría carreras de nuevo hasta 1920, año en que se introduciría una nueva calegoría: la “Lightweight Class” para motos de 250 cc (en 1924 también la Super Lightweight Class de 175 cc). Para este año ya se correría en el remodelado circuito, que adquirió el nombre de Snaefell Mountain Course o simplemente el Circuito de La Montaña, haciendo referencia a los 422 m sobre el nivel del mar de su punto más alto y reduciéndose su longitud hasta los 62 km recorridos por la única “carretera” que por entonces había en la Isla.
A finales de los años 20, las carreras duraban más de seis horas, los podios se conseguían tras varias caídas y con las motos semidestrozadas después de los golpes y los habituales incendios que se producían al repostar en el Pit Lane, y que como si nada eran sofocados para seguir firmemente, a más de 100 km/h, hacia la victoria.
Durante los años 30 la evolución de las motocicletas hizo que aumentaran las velocidades medias por vuelta. Sin embargo, lo más característico de esta época fue el “boom” comercial que el TT, y consecuentemente la isla, sufrieron, llegandose a rodar películas en torno a las carreras, como por ejemplo: No Limit (1936).
Tras la pausa producida por La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el TT se volvería a celebrar en 1947. Importantes cambios se producirían en algunas secciones del circuito, pero uno de los detalles más curisos fue la prohibición de la sobrealimentación en los motores, técnica derivada del sector aeronáutico de post guerra. En 1949 el TT pasa a ser la carrera inagural del Campeonato del Mundo de Motociclismo. A pesar de las restricciones, la velocidad media ya era superior a los 150 km/h.
Hasta 1976, el TT formaría parte del Mundial. Sin embargo, se dieron en varias ocasiones varias tentativas de eliminar el circuito por su peligrosidad y la cantidad de muertes que se producían en él. Hacia 1954 se diseña un nuevo circuito –también “urbano”- más acorde con los estándares de seguridad del momento. Es el llamado Clypse TT Course. No obstante, la idea no llegó a buen puerto y a finales de los 50 se volvio al circuito original. La esencia misma de las carreras escribiría su propia historia desde ese momento en el TT, considerándose, desde los 60 hasta mediados de los 70, la época más gloriosa, de increíbles historias, carreras, desapariciones y victorias. The Golden Era.
A finales de los 50 y principios de los 60 fue Mike Hailwood el gran dominador del TT consiguiendo en 1961 su primer Hat Trick. En esta ocasión consiguió la victoria en las tres cilindradas disputadas: 125, 250 y la “Senior Race”. Las dos primeras, de la mano de Honda –que forjó su leyenda en el TT a base de luchar encarnizadamente contra las marcas europeas– y la categoría reina, a lomos de una preciosa Norton de motor rotativo.
El video que se ve a continuación no tiene desperdicio. Imágenes, y sobre todo, sonido de las motos de la época.
Pinchar enlace para ver video.
https://www.youtube.com/watch?v=BVfwuy4Rqic&feature=player_embedded
En el 64 gana su primer TT el gran Giacomo Agostini, estableciendo un nuevo récord de velocidad media de 161 km/h. Pero la culminación de esa década llega en 1967, cuando Mike Hailwood con Honda y Giacomo Agostini con MV Agusta protagonizaron la más encarnizada lucha que se recuerda en el TT. Ese año ha sido catalogado por muchos como el mejor TT de la historia. Basta decir que Hailwood marcó una vuelta en carrera con una media de más de 175 km/h, récord que no sería batido hasta 1975. Para más INRI fue la última carrera del Mike Hailwood, que no volvería al TT hasta 11 años después.
El 72 fue un año trágico para el TT, muchos pilotos sufrieron accidentes, algunos muy graves y otros fatales. Agostini ganó ese año, pero anunciaría su retirada del TT. En ese momento el Tourist Trophy entró en decadencia y en 1975 saldría del calendario como cita del Campeonato del Mundo, desplazándose hasta el mucho más seguro y moderno circuito de Silverstone. Mucha gente creyó por entonces que el TT estaba herido de muerte; sin embargo, estaban equivocados.
La era Joey Dunlop.
En 1977, con tan sólo 25 años, un joven Norirlandés del Ulster cambió la historia del motociclismo mundial. Tras la salida del TT de Man del Mundial, los ingleses se inventaron en 1977 su propia categoría: Formula 1 TT, que en 1989 desembocaría en el Campeonato del Mundo de Superbikes. Motos derivadas de la serie con preparaciones extremas. La FTT-1 empezó con apenas tres citas alrededor de las islas británicas, finalizando su andadura con citas repartidas por los circuitos más prestigiosos del planeta: Hockenheim, Assen, Misano, Donington Park, Sugo, Hungaroring, Jerez y, por supuesto, el TT. Joey ganó cinco campeonatos consecutivos de TTF-1.
Vuelta on board a “La Montaña” desde la moto de Dunlop. Escalofriante al completo, imprescindible desde el minuto 5’30”.
Pinchar enlace para ver video.
https://www.youtube.com/watch?v=feRDGpVnl7M&feature=player_embedded
En 1980, volvió a ganar el TT, pero entre 1983 y 1988 fue su mejor época. Ganó 11 pruebas contando los TT Junior y TT Senior, quedándose a una sola victoria de el gran Mike Hailwood, con 14 a sus espaldas. Pero esta ansiada victoria tardaría en llegar porque Joey se batiría en duelo durante años contra algunos de los mejores pilotos de la historia del motociclismo. Carl Fogarty, Steve Hislop o Philip McCallen por citar algunos.
Carl Fogarty
Steve Hislop
Phillip McCallen
Entre ellos protagonizarían uno de los TT más memorables que se recuerdan, 1992. Ese año, Carl Fogarty realizó una vuelta en entrenamientos a una velocidad media de 198,9 Km/h. El título se lo llevo Foggy, seguido de Hislop, y de Joey, que años después lograría las victorias que le convirtieron en el piloto más laureado del TT con 26 oros en 101 participaciones. Su portentoso palmarés se estancó inesperadamente con su trágica muerte en el año 2000 cuando participaba en una carrera en la fría Estonia, lejos de casa, a orillas del Mar Báltico. Liderando una prueba de 125 cc bajo la lluvia perdió el control de su moto y acabó impactando contra los árboles que bordeaban la carretera. A su funeral acudieron más de 50000 personas. Su familia fue una estirpe de campeones malogrados. Su hermano Robert, 8 años menor, falleció en 2008 en otro accidente de moto en la mítica North West 200. Los dos hijos de éste corrieron en 2009 el TT marcando el menor la vuelta rápida en la categoría de 600 cc.
Dunlop - Hislop - McCallen
Joey Dunlop fue un auténtico Work Class Hero. De trato humilde, jamás dijo que no a una buena pinta con un aficionado a pesar de haber sido uno de los más grandes.
Dunlop en katescottage
Los años 90 transcurrieron de forma frénetica en el TT, a pesar de no formar parte ya de ningún campeonato. La Isla de Man se había convertido en centro de peregrinaje de fama mundial que acogía al año a miles de aficionados, lo que garantizaba su futuro. La receta: diferentes ganadores pero con el mismo espectáculo de antaño.
Quizá la razón por la que escribo esto hoy, alejado de la temática de coches deportivos de 8000vueltas.com, es que rebuscando por casa encontré un DVD del TT de la Isla de Man del año 2002, con el posteriormente malogrado David Jefferies –DJ- en portada en el mo,ento en el que estaba a punto de lograr en la última vuelta de carrera el primer giro por debajo de 18 minutos de la historia.
DJ murió en el TT de 2003 en un accidente en la sección de Crosby a más de 260 km/h en su GSX-R 1000, rodando en clasificación en busca de un tiempo que le permitiera salir delante en carrera. Como legado dejó una espectacular vuelta récord de 202,27 km/h de velocidad media. El año pasado se registró una velocidad punta no oficial -fue grabada por el sistema de adquisición de datos y no por el equipo de cronometraje- de 332 km/h.
Sólo recordar como pasaba por las calles de Douglas con el gas a fondo, saltando, entre bordillos y árboles con sus chasis ultramodernos retorciéndose, con las suspensiones haciendo topes, con carenados tocando el suelo y con motores de última generación gritando de forma despiadada entre el público que observa las carreras en un silencio sepulcral, con los músculos en tensión, cruzando los dedos para que nadie perdiera el control de su moto a más de 300 km/h rodeado de edificios; simplemente pone los pelos de punta.
Video en camara super lenta.
Pinchar enlace para ver video.
https://www.youtube.com/watch?v=AHBy7XTVxbU&feature=player_embedded
Ha habido grandes campeones en los últimos años; DJ fue uno, pero no podemos olvidar a John McGuiness (poseedor del récord absoluto con una vuelta de 17′ 12” a una media de más de 211 km/h, la primera de la historia por encima de 130 Millas/h), a Guy Martin o a Bruce Anstey… la nueva generación de caballeros. No son los niños que se suben a una 125 del Campeonato del Mundo, sin responsabilidades, sin miedo. Son los hombres cuya mirada expresa la tensión de saberse en peligro, de luchar por la gloria o morir en el intento, dejando mucho tras de sí. Por eso abrazan a sus familias como si no fueran a volver a verlas, tratan de tranquilizarlas diciéndoles que no van a tope, que no merece la pena, que el viejo TT ya no puntúa para el Mudial. Pero en el fondo saben que es mucho más que eso, que es mucho más que llenar un casillero con 25 puntos. Es el TT, es la belleza del riesgo. Es “The Beautiful Dangerous”.
Extra Lap
Sí, también hay sidecars.
Sí, también hay sidecars.
Sí, también se corre en mojado.
Sí, el último domingo de Mayo, antes de la carrera, cierran el tráfico y el publico puede darse unas vueltas “a saco” por el trazado. Es el Mad Sunday.