jdortega
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Muy buenas a todos,
Hoy voy a escribir sobre un reloj que lo que está claro es que no deja indiferente a nadie. Ó te entusiasma ó te decepciona. Incluso en algún caso (el mío) ocurren ambas cosas y por suerte en el orden correcto (decepción primero, entusiasmo después). No en vano es el actual ganador del premio al mejor cronógrafo en el GPHG que logró de forma incontestable. Y yo finalmente caí en los encantos de este modelo. A la segunda pero caí sin ningún tipo de reparo ni duda. La primera vez que tuve la ocasión de adquirirlo hace ya más de nueve meses no lo encontré tan especial como las críticas lo anunciaban. De hecho, señalé en su contra defectos que ahora no sería capaz de afirmar tan rotundamente. Trataré de ir explicando ese cambio de postura a lo largo del texto y en cada una de las características. Pero básicamente ahora veo los defectos bastante diluidos hasta el punto que sólo llegan a la importancia de anécdota, y sin embargo veo las virtudes que ya me mostraba completamente magnificadas. Cierto es que en esta ocasión la trampa que me tendieron estuvo bien planteada para que cayera en su embrujo y que yo mismo me podía autoengañar aduciendo que lo adquiría para mi esposa (un win-win para mí en toda regla). Al final de la narración relataré con más detalle las circunstancias en las que transcurrió el desenlace de la adquisición.
Pero pasemos ya a tratar de describir esta para mí maravillosa obra de relojería. H. Moser tiene como leyenda en su marketing el adjetivo “Very rare”. Y la realidad es que con creaciones como esta es de las pocas marcas que consigue con sus innovaciones provocar gestos de sorpresa y de admiración en cualquier público ya sea entendido en relojería ó no. Y dentro de esas creaciones tan fantásticas seguramente esta se lleve la palma como novedad real en esta afición nuestra. De hecho, como ya lo introdujo en su día el CEO de H. Moser “El Streamliner no es un reloj que lleva la función de cronógrafo sino que es un cronógrafo que además da la hora”. Partiendo de esa premisa se podrá entender mejor el diseño y estética de esta pieza. Antes de pasar a detallarlo os presento un vídeo del modelo que aparece directamente en la web de H. Moser y que merece la pena ver:
Comencemos con su brazalete. La primera vez que lo vi me pareció mucho más oscuro que ahora. Y me han confirmado que el brazalete era el mismo. Igual la luz me jugó una mala pasada (día nublado de diciembre contra día soleado de principios de septiembre), y no pude observar la dimensión del brillo de este extraordinario brazalete de acero. Su color, ahora para mí, plata resplandeciente y su forma fluida y ondulada es digna de cualquier pulsera vanguardista de algún protagonista de las películas de Star Trek. Su atracción es insuperable. Llevándolo puesto se tiene la sensación de llevar luz propia brillante en el antebrazo. Deslumbra por donde pasa, y no es una exageración. Es lo primero que se observa de este reloj a lo lejos. Es un armis integrado con eslabones que se articulan y disminuyen en tamaño a medida que se van alejando del reloj, y cómo no, con sus superficies planas cepilladas excelentemente y las intersecciones entre eslabones y sus laterales pulidos de forma extraordinaria. El brazalete se integra perfectamente con la caja del reloj. Caja con forma de cojín y que a mí la primera vez me pareció muy cabezón. Pero una vez adaptado correctamente el armis a la muñeca se amolda perfectamente en formas. Y a pesar de sus grandes dimensiones (42,30 de diámetro por 14,20 de alto) no parece que siquiera la caja exista a primera vista, quedando oculta por la espléndida en tamaño esfera y el deslumbrante brazalete. Los diferentes cepillados que presenta y el minucioso pulido de la corona y de los pulsadores le da un aire de excelencia que lleva la definición de caja con brazalete integrado a la máxima expresión. Y a ello ayuda también el hecho de que el cristal es completamente cóncavo dando una sensación intuitiva de redondez al modelo, con los pulsadores a las 10 y a las 2, y la corona a las 4.
La esfera, en ese azul fumé que H. Moser sabe realizar tan bien, se encuentra con infinidad de detalles a la par que es totalmente minimalista. Tiene una ausencia total de referencias horarias, basándose toda ella en mostrar su función de cronógrafo. Hasta el punto que los índices no marcan las escalas horarias sino el segundero a 60 segundos típico de los cronógrafos profesionales. Tiene dos trotadoras centrales dedicadas en exclusiva a esta función. La primera que se ve superpuesta y que está en partes coloreada de rojo es la que muestra los segundos, mientras que la segunda que es de color blanco indica los minutos que se llevan cronometrados. Para mostrar las horas y minutos cuenta con dos muy bien trabajadas manecillas que no quitan ni un ápice de protagonismo al cronógrafo.
Su trasera vista descubre un calibre que, si bien la gente cuando ve el reloj se sorprende por su anverso, cuando le dan la vuelta se quedan completamente maravillados de lo que sus muy abiertos ojos están contemplando. La primera vez que lo vi me apabulló, no lo entendí. Sus 434 piezas tratadas cada una de ellas con un nivel de exigencia de altísimo nivel me superaron. Mi vista se obnubiló y no lo vi como un todo sino como piezas sueltas que no daban ningún sentido a la estructura de un reloj automático común. Para empezar me faltaba lo más lógico, que era la masa oscilante. Directamente por más que buscaba no estaba. Llegué a pensar que era de cuerda. Pero no, las especificaciones estaban claras y era automático. En esta segunda ocasión pude llegar a entender que la masa oscilante existe pero que a diferencia de lo habitual está en la parte frontal del reloj oculta por la propia esfera. De esa forma entendí mejor la maravilla del calibre HMC902 creado conjuntamente con Agenhor. Y que permite a la pieza en su conjunto alcanzar un nivel de excelencia difícil de igualar.
Como prestaciones técnicas del reloj podemos destacar su complicación Flyback y su dinámica hermeticidad. La complicación Flyback permite mediante uno de los dos pulsadores que la trotadora de los segundos no se pare sino que vuelva directamente al inicio y comience de nuevo de forma automática. De esa manera se pueden tomar tiempos diferentes consecutivos de por ejemplo diferentes actividades secuenciales sin perder las décimas necesarias para parar y reiniciar de forma manual. Respecto a la hermeticidad dinámica nos referimos a que su estanqueidad de 120 metros incluye a los pulsadores y a su corona roscada, permitiendo el uso del cronógrafo incluso estando sumergido. Como añadido indicar que posee una reserva de marcha de 54 horas.
La forma en que me enganchó esta pieza estuvo bien elaborada por parte del CO. Fui hace unos días a Rabat a comprar algún pequeño detalle para el cumpleaños cercano de mi mujer. Avisé por la mañana, a la muy versada en relojería Rocío y al director Jon, de que iba a ir y lo que estaba buscando para que me lo tuvieran más ó menos preparado para elegir (unos colgantes básicamente). Una vez en la tienda, simplemente esperando, me dediqué, como casi siempre, a cotillear relojes en ese paraíso de máquinas del tiempo que ha montado Rabat en Madrid. Y, como bien debía de saber Jon, una de las vitrinas que visito siempre que puedo es la de H. Moser. Allí me llevé la absoluta sorpresa de ver este Streamliner crono azul en todo su esplendor cuando yo sabía que era un modelo muy demandado y con una larga lista de espera. Ante mi asombro le pregunté directamente que cómo era posible que tuvieran esa pieza ahí. De inicio lo primero que me vino a la cabeza fue que la habían puesto ahí para mostrarla pero que ya estaba vendida a alguien que todavía no la había recogido. La respuesta fue clara: “Me llegó ayer esta segunda unidad y lo he puesto ahí esta mañana para que tú la vieras y decidieras una vez más si la quieres.” Una muy agradable encerrona para comprar un reloj extraordinario de mi marca actualmente favorita, que no me había llenado de inicio pero que ahora se ponía de nuevo a tiro en una segunda y posiblemente última oportunidad. Pude observarlo, tocarlo, manosearlo y remirarlo, esta vez en detalle, con luz natural. Aprendí de su calibre escuchando esta vez atentamente la información que me daban, y finalmente metí en la ecuación el regalo a mi mujer para decidir de forma rotunda que saldría con ese reloj de allí inevitablemente. Además a mi mujer, la primera vez hace tantos meses, sí que le entusiasmó el reloj, por tanto estaba claro era el regalo perfecto y que iba yo también a disfrutar sin duda. Así que agradezco sinceramente a Rabat, con mención personal a Rocío y especialmente a Jon, el que me pusieran en esa situación tan excepcional y darme de nuevo la oportunidad de poder adquirir esta maravilla. En el tiempo que llevo con él no he visto nunca a tanta gente completamente embebidos en admirar una pieza como con este Streamliner crono azul. Como he comentado inicialmente es imposible que al verlo te deje indiferente.
Espero os guste.
Y por último una foto de familia.
Hoy voy a escribir sobre un reloj que lo que está claro es que no deja indiferente a nadie. Ó te entusiasma ó te decepciona. Incluso en algún caso (el mío) ocurren ambas cosas y por suerte en el orden correcto (decepción primero, entusiasmo después). No en vano es el actual ganador del premio al mejor cronógrafo en el GPHG que logró de forma incontestable. Y yo finalmente caí en los encantos de este modelo. A la segunda pero caí sin ningún tipo de reparo ni duda. La primera vez que tuve la ocasión de adquirirlo hace ya más de nueve meses no lo encontré tan especial como las críticas lo anunciaban. De hecho, señalé en su contra defectos que ahora no sería capaz de afirmar tan rotundamente. Trataré de ir explicando ese cambio de postura a lo largo del texto y en cada una de las características. Pero básicamente ahora veo los defectos bastante diluidos hasta el punto que sólo llegan a la importancia de anécdota, y sin embargo veo las virtudes que ya me mostraba completamente magnificadas. Cierto es que en esta ocasión la trampa que me tendieron estuvo bien planteada para que cayera en su embrujo y que yo mismo me podía autoengañar aduciendo que lo adquiría para mi esposa (un win-win para mí en toda regla). Al final de la narración relataré con más detalle las circunstancias en las que transcurrió el desenlace de la adquisición.
Pero pasemos ya a tratar de describir esta para mí maravillosa obra de relojería. H. Moser tiene como leyenda en su marketing el adjetivo “Very rare”. Y la realidad es que con creaciones como esta es de las pocas marcas que consigue con sus innovaciones provocar gestos de sorpresa y de admiración en cualquier público ya sea entendido en relojería ó no. Y dentro de esas creaciones tan fantásticas seguramente esta se lleve la palma como novedad real en esta afición nuestra. De hecho, como ya lo introdujo en su día el CEO de H. Moser “El Streamliner no es un reloj que lleva la función de cronógrafo sino que es un cronógrafo que además da la hora”. Partiendo de esa premisa se podrá entender mejor el diseño y estética de esta pieza. Antes de pasar a detallarlo os presento un vídeo del modelo que aparece directamente en la web de H. Moser y que merece la pena ver:
Comencemos con su brazalete. La primera vez que lo vi me pareció mucho más oscuro que ahora. Y me han confirmado que el brazalete era el mismo. Igual la luz me jugó una mala pasada (día nublado de diciembre contra día soleado de principios de septiembre), y no pude observar la dimensión del brillo de este extraordinario brazalete de acero. Su color, ahora para mí, plata resplandeciente y su forma fluida y ondulada es digna de cualquier pulsera vanguardista de algún protagonista de las películas de Star Trek. Su atracción es insuperable. Llevándolo puesto se tiene la sensación de llevar luz propia brillante en el antebrazo. Deslumbra por donde pasa, y no es una exageración. Es lo primero que se observa de este reloj a lo lejos. Es un armis integrado con eslabones que se articulan y disminuyen en tamaño a medida que se van alejando del reloj, y cómo no, con sus superficies planas cepilladas excelentemente y las intersecciones entre eslabones y sus laterales pulidos de forma extraordinaria. El brazalete se integra perfectamente con la caja del reloj. Caja con forma de cojín y que a mí la primera vez me pareció muy cabezón. Pero una vez adaptado correctamente el armis a la muñeca se amolda perfectamente en formas. Y a pesar de sus grandes dimensiones (42,30 de diámetro por 14,20 de alto) no parece que siquiera la caja exista a primera vista, quedando oculta por la espléndida en tamaño esfera y el deslumbrante brazalete. Los diferentes cepillados que presenta y el minucioso pulido de la corona y de los pulsadores le da un aire de excelencia que lleva la definición de caja con brazalete integrado a la máxima expresión. Y a ello ayuda también el hecho de que el cristal es completamente cóncavo dando una sensación intuitiva de redondez al modelo, con los pulsadores a las 10 y a las 2, y la corona a las 4.
La esfera, en ese azul fumé que H. Moser sabe realizar tan bien, se encuentra con infinidad de detalles a la par que es totalmente minimalista. Tiene una ausencia total de referencias horarias, basándose toda ella en mostrar su función de cronógrafo. Hasta el punto que los índices no marcan las escalas horarias sino el segundero a 60 segundos típico de los cronógrafos profesionales. Tiene dos trotadoras centrales dedicadas en exclusiva a esta función. La primera que se ve superpuesta y que está en partes coloreada de rojo es la que muestra los segundos, mientras que la segunda que es de color blanco indica los minutos que se llevan cronometrados. Para mostrar las horas y minutos cuenta con dos muy bien trabajadas manecillas que no quitan ni un ápice de protagonismo al cronógrafo.
Su trasera vista descubre un calibre que, si bien la gente cuando ve el reloj se sorprende por su anverso, cuando le dan la vuelta se quedan completamente maravillados de lo que sus muy abiertos ojos están contemplando. La primera vez que lo vi me apabulló, no lo entendí. Sus 434 piezas tratadas cada una de ellas con un nivel de exigencia de altísimo nivel me superaron. Mi vista se obnubiló y no lo vi como un todo sino como piezas sueltas que no daban ningún sentido a la estructura de un reloj automático común. Para empezar me faltaba lo más lógico, que era la masa oscilante. Directamente por más que buscaba no estaba. Llegué a pensar que era de cuerda. Pero no, las especificaciones estaban claras y era automático. En esta segunda ocasión pude llegar a entender que la masa oscilante existe pero que a diferencia de lo habitual está en la parte frontal del reloj oculta por la propia esfera. De esa forma entendí mejor la maravilla del calibre HMC902 creado conjuntamente con Agenhor. Y que permite a la pieza en su conjunto alcanzar un nivel de excelencia difícil de igualar.
Como prestaciones técnicas del reloj podemos destacar su complicación Flyback y su dinámica hermeticidad. La complicación Flyback permite mediante uno de los dos pulsadores que la trotadora de los segundos no se pare sino que vuelva directamente al inicio y comience de nuevo de forma automática. De esa manera se pueden tomar tiempos diferentes consecutivos de por ejemplo diferentes actividades secuenciales sin perder las décimas necesarias para parar y reiniciar de forma manual. Respecto a la hermeticidad dinámica nos referimos a que su estanqueidad de 120 metros incluye a los pulsadores y a su corona roscada, permitiendo el uso del cronógrafo incluso estando sumergido. Como añadido indicar que posee una reserva de marcha de 54 horas.
La forma en que me enganchó esta pieza estuvo bien elaborada por parte del CO. Fui hace unos días a Rabat a comprar algún pequeño detalle para el cumpleaños cercano de mi mujer. Avisé por la mañana, a la muy versada en relojería Rocío y al director Jon, de que iba a ir y lo que estaba buscando para que me lo tuvieran más ó menos preparado para elegir (unos colgantes básicamente). Una vez en la tienda, simplemente esperando, me dediqué, como casi siempre, a cotillear relojes en ese paraíso de máquinas del tiempo que ha montado Rabat en Madrid. Y, como bien debía de saber Jon, una de las vitrinas que visito siempre que puedo es la de H. Moser. Allí me llevé la absoluta sorpresa de ver este Streamliner crono azul en todo su esplendor cuando yo sabía que era un modelo muy demandado y con una larga lista de espera. Ante mi asombro le pregunté directamente que cómo era posible que tuvieran esa pieza ahí. De inicio lo primero que me vino a la cabeza fue que la habían puesto ahí para mostrarla pero que ya estaba vendida a alguien que todavía no la había recogido. La respuesta fue clara: “Me llegó ayer esta segunda unidad y lo he puesto ahí esta mañana para que tú la vieras y decidieras una vez más si la quieres.” Una muy agradable encerrona para comprar un reloj extraordinario de mi marca actualmente favorita, que no me había llenado de inicio pero que ahora se ponía de nuevo a tiro en una segunda y posiblemente última oportunidad. Pude observarlo, tocarlo, manosearlo y remirarlo, esta vez en detalle, con luz natural. Aprendí de su calibre escuchando esta vez atentamente la información que me daban, y finalmente metí en la ecuación el regalo a mi mujer para decidir de forma rotunda que saldría con ese reloj de allí inevitablemente. Además a mi mujer, la primera vez hace tantos meses, sí que le entusiasmó el reloj, por tanto estaba claro era el regalo perfecto y que iba yo también a disfrutar sin duda. Así que agradezco sinceramente a Rabat, con mención personal a Rocío y especialmente a Jon, el que me pusieran en esa situación tan excepcional y darme de nuevo la oportunidad de poder adquirir esta maravilla. En el tiempo que llevo con él no he visto nunca a tanta gente completamente embebidos en admirar una pieza como con este Streamliner crono azul. Como he comentado inicialmente es imposible que al verlo te deje indiferente.
Espero os guste.
Y por último una foto de familia.
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